Policía solidario, lejos de su familia, reparte alimentos en su día libre
Sale de trabajar a las 7:00 y en compañía de un amigo entrega donativos en los barrios más alejados a gente necesitada. Su familia está en La Paz y desde hace cuatro años radica en Santa Cruz
Luis Fernando Soria
El Deber
El subteniente Rodrigo Tito Quispe (27) cumple su turno de patrullar la ciudad a las 7:00, va a su casa a ducharse y podría aprovechar su tiempo libre para descansar, pero en lugar de ello, acude a la casa de su amigo Daniel de la Vega y juntos recorren las zonas más alejadas de la ciudad, como el Plan Tres Mil, Plan Cuatro Mil, Villa Primero de Mayo y Virgen de Luján, llevando ayuda.
“Lo que más me ha conmovido es ver a gente muy necesitada, ancianitos abandonados por sus familias, gente en silla de ruedas, una familia con un niño con síndrome de Down cuya madre ya no tenía nada para dar de comer a él ni a sus otros dos hijos”, comenta el policía.
Cuando su amigo le dijo que pensaba repartir ayuda, pero no sabía cómo hacerlo debido a las restricciones de circulación, Tito se ofreció a acompañarlo. El primer día, un mes atrás, fueron al mercado, compraron víveres, hicieron distribución en raciones similares y emprendieron su periplo por las casas de personas que se contactaban con Daniel de la Vega en busca de ayuda.
El corazón solidario de Tito se forjó en su familia, en La Paz, y se consolidó aún más con su esposa. “Siempre íbamos a llevar chocolate caliente y pan a la gente que vive en la calle, allá el frío es muy duro y duele ver a los niños pasando frío y hambre”, dice y agrega que no solo su familia sino la de su esposa tienen vocación de servicio. “Muchas veces mi suegro, que es un gran ser humano, me dice: 'vamos a repartir tal cosa’ y nos vamos…”, agrega.
En su función policial
La satisfacción de ayudar a la gente más necesitada es gratificante, afirma el policía, no solo cuando sacrifica algunos de sus días de descanso, sino en su labor policial. “Hemos llevado abuelitos, mujeres embarazadas o personas con discapacidad a hacer sus compras o a cobrar y cuando de corazón te dicen: ‘gracias oficial’, eso es una bendición”, comenta.
También afirma que lo hace por vocación, que por eso estudió cuatro años en la Academia para cumplir su sueño de ser policía, y que la ayuda solidaria que presta en sus días libres es ‘de corazón’ y “no por salir en una foto o en una nota de prensa”, asevera.
Ahora, después de los 21 días de paro cívico la percepción de la población hacia la institución verdeolivo ha cambiado un poco. “No se puede justificar a los malos policías, pero también estamos demostrando que habemos buenos policías, que tenemos vocación de servicio y nos sacrificamos por ayudar a la sociedad”, dice.
Por otra parte, en sus funciones policiales ha sufrido percances y literalmente ha tenido que ‘dejar la piel’ en el cumplimiento de su deber, cuando un arrestado le mordió una pierna y le arrancó un pedazo de piel, o cuando por reducir a malhechores le han provocado ‘tajos’ que le han dejado cuatro cicatrices como ‘recuerdo’.
Incluso una vez, cuando patrullaba en motocicleta, un conductor distraído con su celular, se lo llevó por delante y le provocó una fisura en el cuello que lo tuvo internado una semana y con collar cervical por casi un mes, sin poder mover la cabeza.
Extraña a su familia
Por cuestiones laborales, a Tito le toca estar a 1.000 kilómetros de sus familiares. Desde hace cuatro años los ve muy poco. Por ello señala que la población debe aprovechar la situación actual para estrechar lazos familiares, para que los padres disfruten de sus hijos, los conozcan mejor y también para estar cerca de sus propios padres que son de la tercera edad. “Me dolió mucho ver a un anciano de 98 años que fue abandonado por sus familiares y que fue acogido por una familia en Santa Cruz”, agrega.
Este uniformado dice que no entiende a la gente que no obedece la norma de quedarse en casa, pues en más de una ocasión ha tenido que arrestar a personas que, sin argumentos válidos, sale a la calle en sus vehículos. “Cuánto quisiera yo estar con mi familia, en mi casa en La Paz, con mis padres, mis hermanas, mi esposa… por eso no entiendo a la gente que no obedece la cuarentena por esta Emergencia Sanitaria”, concluye.
Luis Fernando Soria
El Deber
El subteniente Rodrigo Tito Quispe (27) cumple su turno de patrullar la ciudad a las 7:00, va a su casa a ducharse y podría aprovechar su tiempo libre para descansar, pero en lugar de ello, acude a la casa de su amigo Daniel de la Vega y juntos recorren las zonas más alejadas de la ciudad, como el Plan Tres Mil, Plan Cuatro Mil, Villa Primero de Mayo y Virgen de Luján, llevando ayuda.
“Lo que más me ha conmovido es ver a gente muy necesitada, ancianitos abandonados por sus familias, gente en silla de ruedas, una familia con un niño con síndrome de Down cuya madre ya no tenía nada para dar de comer a él ni a sus otros dos hijos”, comenta el policía.
Cuando su amigo le dijo que pensaba repartir ayuda, pero no sabía cómo hacerlo debido a las restricciones de circulación, Tito se ofreció a acompañarlo. El primer día, un mes atrás, fueron al mercado, compraron víveres, hicieron distribución en raciones similares y emprendieron su periplo por las casas de personas que se contactaban con Daniel de la Vega en busca de ayuda.
El corazón solidario de Tito se forjó en su familia, en La Paz, y se consolidó aún más con su esposa. “Siempre íbamos a llevar chocolate caliente y pan a la gente que vive en la calle, allá el frío es muy duro y duele ver a los niños pasando frío y hambre”, dice y agrega que no solo su familia sino la de su esposa tienen vocación de servicio. “Muchas veces mi suegro, que es un gran ser humano, me dice: 'vamos a repartir tal cosa’ y nos vamos…”, agrega.
En su función policial
La satisfacción de ayudar a la gente más necesitada es gratificante, afirma el policía, no solo cuando sacrifica algunos de sus días de descanso, sino en su labor policial. “Hemos llevado abuelitos, mujeres embarazadas o personas con discapacidad a hacer sus compras o a cobrar y cuando de corazón te dicen: ‘gracias oficial’, eso es una bendición”, comenta.
También afirma que lo hace por vocación, que por eso estudió cuatro años en la Academia para cumplir su sueño de ser policía, y que la ayuda solidaria que presta en sus días libres es ‘de corazón’ y “no por salir en una foto o en una nota de prensa”, asevera.
Ahora, después de los 21 días de paro cívico la percepción de la población hacia la institución verdeolivo ha cambiado un poco. “No se puede justificar a los malos policías, pero también estamos demostrando que habemos buenos policías, que tenemos vocación de servicio y nos sacrificamos por ayudar a la sociedad”, dice.
Por otra parte, en sus funciones policiales ha sufrido percances y literalmente ha tenido que ‘dejar la piel’ en el cumplimiento de su deber, cuando un arrestado le mordió una pierna y le arrancó un pedazo de piel, o cuando por reducir a malhechores le han provocado ‘tajos’ que le han dejado cuatro cicatrices como ‘recuerdo’.
Incluso una vez, cuando patrullaba en motocicleta, un conductor distraído con su celular, se lo llevó por delante y le provocó una fisura en el cuello que lo tuvo internado una semana y con collar cervical por casi un mes, sin poder mover la cabeza.
Extraña a su familia
Por cuestiones laborales, a Tito le toca estar a 1.000 kilómetros de sus familiares. Desde hace cuatro años los ve muy poco. Por ello señala que la población debe aprovechar la situación actual para estrechar lazos familiares, para que los padres disfruten de sus hijos, los conozcan mejor y también para estar cerca de sus propios padres que son de la tercera edad. “Me dolió mucho ver a un anciano de 98 años que fue abandonado por sus familiares y que fue acogido por una familia en Santa Cruz”, agrega.
Este uniformado dice que no entiende a la gente que no obedece la norma de quedarse en casa, pues en más de una ocasión ha tenido que arrestar a personas que, sin argumentos válidos, sale a la calle en sus vehículos. “Cuánto quisiera yo estar con mi familia, en mi casa en La Paz, con mis padres, mis hermanas, mi esposa… por eso no entiendo a la gente que no obedece la cuarentena por esta Emergencia Sanitaria”, concluye.