Leyenda: Hace 40 años llega Jairzinho a Wilstermann para hacer historia


Cochabamba, Los Tiempos
Mauricio Mendez Roca

El 4 de abril de 1980 llegó a Cochabamba Jairzinho y se anunciaba que alinearía en un amistoso frente a la selección de Manaos, rival ocasional del equipo aviador; también se anunció el arribo del centro delantero nacional René Melgar.


Jair Ventura Filho nació un 25 de diciembre de 1944 en Río Caxias, Río de Janeiro. El futbolista llegó a Wilstermann a sus 36 años de edad. La primera vez que estuvo en Bolivia fue en 1964, cuando con Botafogo le ganaron por goleada al club Aurora.

El 13 de ese mes se dio la revancha con la selección de Manaos y con estadio lleno Wilstermann ganó por 3 a 0, con gran actuación del Freddy “Nene” Vargas, el retorno de Gastón Taborga y la soberbia actuación de Jairzinho. El primero fue obra del mundialista, el segundo fue de Freddy Salguero, quien reemplazó a Heraldo Hercilio Da Costa, que volvía también al equipo; y el último tanto fue de Muñiz. La parcialidad quedó conforme.

En nuestro libro “Aquí presentes están”, Alfonso “Toto” Arévalo nos contó cómo se originó la llegada de Jairzinho a Cochabamba. Aquí el relato.

Una tarde de enero de 1980, el escenario, el pequeño estudio tres de Televisión Boliviana ubicado en la calle Ayacucho, a media cuadra de la plaza Murillo, en La Paz. Unas mulatas brasileñas llamaban la atención, habían llegado a Bolivia para unas presentaciones y visitaban el canal esperando ser entrevistadas. El empresario Isaac Nogueira enfundaba su metro y noventa centímetros y más de 100 kilos en un impecable traje blanco. Era el manager de este grupo que causó furor en La Paz.

Mientras se llevaba la nota en televisión, me entregó un cuaderno de escuela donde estaban pegadas fotografías de futbolistas brasileños. Mientras ojeaba, Nogueira me explicaba que era representante de los que figuraban en el cuaderno. Todos unos desconocidos, hasta que me llamó la atención que allí estuviera Jairzinho, el que había logrado, 10 años antes, el título de campeón mundial con la selección de Brasil en el campeonato de México 1970.

Casi como una apuesta, le propuse que si traía a Jairzinho yo le pondría en contacto con equipos bolivianos para que gestione su llegada. Pasó un día y trajo el número de un teléfono de Río de Janeiro, apenas llamé, contestó el famoso jugador. Dudaba y le hice preguntas para tratar de saber si era la estrella brasileña. No quedaban dudas, y de verdad estaba perdiendo la apuesta.

Pasaron dos días y Nogueira estaba en el Canal 7, con la noticia del arribo de Jairzinho a La Paz, la sorpresa es que era ese día a las 13.40 en un vuelo de Varig. Sin perder tiempo abordamos un taxi, nos quedaba una hora, en el camino buscaba alternativas.

La broma y la apuesta me ponían en aprietos. Apenas aterrizó el avión y empezaron a descender los pasajeros, no había mangas y era todo a pie, apareció la figura del astro brasileño, pantalón negro y camisa floreada del mismo color. Corte afro que estaba de moda, era impactante su presencia. Fue reconocido por los trabajadores de pista que se acercaban y lo saludaban. Con las maletas en el taxi, la primera pregunta: “En que equipo voy a jugar”. Nogueira le había asegurado que estaba todo listo y era cuestión de firmar el contrato.

En ese momento lo único que se me ocurrió es alojarlo en un buen hotel y empezar a llamar a dirigentes que conocía. El presidente de Bolívar, Mario Mercado, estaba fuera del país, en Estados Unidos. En The Strongest, el máximo dirigente Jaime Pando nos atendió en su imprenta de la calle Comercio, y con mucha gentileza, cuán caballero era, nos agradeció y le pareció que el jugador era muy “viejo” para el Tigre. Preocupado, tenía una otra opción, Wilstermann, cuyo presidente, Alfredo Salazar, estaba de salida, ya que su renuncia se conoció públicamente. Por si acaso lo llamé y la respuesta tuvo tono de broma. Salazar me pidió que no era momento de chistes.

Le pedí que tramitará un PTA (pasaje pagado) y lo embarcaba ese mismo día al final de la tarde. Bajo juramento de no haberle tomado el pelo, así se inició el operativo.

Un almuerzo ligero en el Hotel Libertador donde se alojó, y después explicarle a Jair que su destino era Cochabamba. Se notaba la preocupación del brasileño, pero el hábil Nogueira le dijo que estaba todo listo, pero no era verdad.

Al promediar las seis de la tarde, Jairzinho y el audaz empresario emprendían vuelo rumbo a Cochabamba, donde lo esperaban Carlos Peñaloza y Alfredo Salazar, dirigentes aviadores, que también sintieron el arribo de una estrella. El alivio de haber sorteado esta travesura me dejaba más tranquilo. Una vez en destino, Jairzinho marcó historia. Salazar tuvo tiempo de agradecer y dejó al margen su renuncia.

El brasileño despejó dudas de algunos periodistas que lo creían acabado. Su primer partido oficial lo disputó en Potosí, jugó y anotó un gol. Empezó la era Jairzinho en Bolivia. Wilstermann campeón, llenaba estadios y el número 10 más famoso ponía su sello y talento en una etapa apasionante e inolvidable. Como anécdota, apenas estuvo en la Villa Imperial me llamó asustado y me aseguró que nunca había viajado por tierra por caminos tan peligrosos. Sería la única experiencia, ya que el resto de los viajes los haría por avión. Ese es el relato de “Toto” sobre la llegada de Jair Ventura Filho, el mejor extranjero que haya jugado en un equipo boliviano.

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