En Jueves Santo la Iglesia pide ver el encierro como una oportunidad para hacer crecer la unidad familiar
El arzobispo Sergio Gualberti habló a los fieles desde la catedral cruceña. En su homilía destacó que Jesús muestra en su última cena que el amor es verdadero cuando se vuelve servicio
Carmela Delgado Quispe
El Deber
“En estos días de encierro forzoso el Señor nos ofrece la oportunidad para que crezca la unidad en la familia, para renovar o restablecer las relaciones entre esposos y entre padres e hijos, para pedirse perdón y reconciliarse, para ayudar a los miembros más débiles, para reavivar la llama del amor que ha hecho brotar la vida y para crecer en armonía y paz”, reflexionó el arzobispo de Santa Cruz, Sergio Gualberti, durante la celebración de Jueves Santo desde la catedral cruceña a puertas cerradas. La medida fue asumida por la Iglesia católica para evitar la expansión del coronavirus.
Gualberti resaltó que en esta cuarentena Cristo pide estar atentos a ayudar a las personas que tienen necesidad, como son los ancianos, mujeres solas, niños abandonados y de los que nadie se acuerda. “A veces basta una palabra, un gesto solidario, una mano tendida y una oración para que estos hermanos sientan, a través de nosotros, la cercanía de Dios que les da fortaleza y serenidad”.
El arzobispo de la Iglesia cruceña destacó que esta noche es única y que se debe vivir en intimidad con el Señor, “que con el gesto supremo de amor se entrega a la humanidad como pan de vida. Es una noche a vivir en el silencio y recogimiento interior”.
El arzobispo destacó que la lejanía física que obliga el Covid-19 no es impedimento para vivir con intensidad el misterio de Jesús que se ha quedado para siempre en el pan y el vino, que es el alimento de nuestra fe y de nuestra vida cristiana.
"Y todos ustedes desde sus casas, gracias a Cristo que rompe las barreras del espacio, del tiempo y de la muerte, están participando espiritualmente de este “misterio de comunión”, a pesar de no poder estrecharse alrededor del altar. En la Eucaristía Cristo nos reúne a todos cercanos y lejanos, vivos y difuntos, en la Comunión de los santos, como profesamos en el Credo. En la Eucaristía, misterio de comunión, no solamente cada uno de nosotros recibe a Cristo, sino que también Cristo nos recibe a cada uno de nosotros".
Explica que la última cena con sus discípulos, todas las palabras y gestos de Jesús, revela el misterio de nuestra salvación y destaca que el amor es verdadero cuando se vuelve servicio.
En esta celebración de Jueves Santo Jesús instituye la eucaristía y el sacerdocio.
En muchas casas siguieron la celebración a través de los medios de comunicación y redes sociales. A pedido de la Iglesia, los fieles prepararon un altar con el pan y vino, que en el momento de la comunión los papás repartieron a todos los miembros de la familia, como signo de unidad.
Carmela Delgado Quispe
El Deber
“En estos días de encierro forzoso el Señor nos ofrece la oportunidad para que crezca la unidad en la familia, para renovar o restablecer las relaciones entre esposos y entre padres e hijos, para pedirse perdón y reconciliarse, para ayudar a los miembros más débiles, para reavivar la llama del amor que ha hecho brotar la vida y para crecer en armonía y paz”, reflexionó el arzobispo de Santa Cruz, Sergio Gualberti, durante la celebración de Jueves Santo desde la catedral cruceña a puertas cerradas. La medida fue asumida por la Iglesia católica para evitar la expansión del coronavirus.
Gualberti resaltó que en esta cuarentena Cristo pide estar atentos a ayudar a las personas que tienen necesidad, como son los ancianos, mujeres solas, niños abandonados y de los que nadie se acuerda. “A veces basta una palabra, un gesto solidario, una mano tendida y una oración para que estos hermanos sientan, a través de nosotros, la cercanía de Dios que les da fortaleza y serenidad”.
El arzobispo de la Iglesia cruceña destacó que esta noche es única y que se debe vivir en intimidad con el Señor, “que con el gesto supremo de amor se entrega a la humanidad como pan de vida. Es una noche a vivir en el silencio y recogimiento interior”.
El arzobispo destacó que la lejanía física que obliga el Covid-19 no es impedimento para vivir con intensidad el misterio de Jesús que se ha quedado para siempre en el pan y el vino, que es el alimento de nuestra fe y de nuestra vida cristiana.
"Y todos ustedes desde sus casas, gracias a Cristo que rompe las barreras del espacio, del tiempo y de la muerte, están participando espiritualmente de este “misterio de comunión”, a pesar de no poder estrecharse alrededor del altar. En la Eucaristía Cristo nos reúne a todos cercanos y lejanos, vivos y difuntos, en la Comunión de los santos, como profesamos en el Credo. En la Eucaristía, misterio de comunión, no solamente cada uno de nosotros recibe a Cristo, sino que también Cristo nos recibe a cada uno de nosotros".
Explica que la última cena con sus discípulos, todas las palabras y gestos de Jesús, revela el misterio de nuestra salvación y destaca que el amor es verdadero cuando se vuelve servicio.
En esta celebración de Jueves Santo Jesús instituye la eucaristía y el sacerdocio.
En muchas casas siguieron la celebración a través de los medios de comunicación y redes sociales. A pedido de la Iglesia, los fieles prepararon un altar con el pan y vino, que en el momento de la comunión los papás repartieron a todos los miembros de la familia, como signo de unidad.