Cuando el aislamiento en Buenos Aires se hace en las calles

Son pocas las personas que se ven en las calles de la capital argentina, prácticamente vacías. El 20 de marzo el presidente Alberto Fernández anunció el confinamiento obligatorio en todo el país

Agencia AFP
El decreto del gobierno es claro: un férreo aislamiento hasta mediados de abril. Sin embargo, hay miles de personas en Argentina, un país donde un tercio de su población vive en la pobreza, que no tienen dónde protegerse de la crisis sanitaria.


Son de las pocas personas que se ven en las calles de Buenos Aires, prácticamente vacías desde que el 20 de marzo el presidente Alberto Fernández anunciara el confinamiento obligatorio en todo el país hasta el 31 de marzo, y luego lo extendiera hasta el 12 de abril.

Duermen en las plazas o las puertas de los bancos y comercios cerrados. Dicen que los refugios están atestados y algunos denuncian la violencia de la policía para sacarlos de su lugar, un punto fijo de la ciudad en el que viven, en muchos casos, desde hace años.

- El Obelisco -

Richard Marcelo armó hace cerca de un año una "ranchada", como se le dice en la jerga argentina a una vivienda precaria, para un grupo de personas a pocos metros del emblemático Obelisco.

"Estamos tratando de sobrellevarla como se puede", cuenta, rodeado de filas de cartones y colchones, donde duermen las tres personas que con él conviven.

No tiene miedo a contagiarse de este coronavirus.

"A lo que nosotros le tenemos miedo es al hambre, a todo lo demás, al coronavirus, no", afirma este uruguayo de 45 años, que lleva los últimos seis en la calle.

Emilio Sebastián Barcia, de 28 años, es el más nuevo del grupo. Hace tan solo tres meses que quedó en las calles tras perder su empleo de cocinero.

Al principio "me instalé en frente (...) Estaba desesperado, tenía hambre y ahí conocí a este grupo".

"Ahora con todo lo que está pasando con el tema del coronavirus, me dejas solo en la esquina y yo me muero".

El gobierno de la ciudad de Buenos Aires acelera sus planes para que los sin techo sean trasladados a otros centros de contención, como polideportivos u hoteles, además de los refugios.

Según datos oficiales, 1.146 personas vivían en las calles de Buenos Aires en 2019. Pero, según un recuento de organizaciones sociales y políticas, el número de personas sin techo trepa a 7.521 en la capital argentina.

No sorprende en un país que cerró 2019 con un 35,5% de pobres, de los cuales 8% en la indigencia.

"No queremos que quede nadie en situación de calle antes de la llegada del pico de coronavirus (mediados de abril)", afirma a la AFP Alejandro Amor, defensor del pueblo, un organismo que tiene como misión la defensa de los derechos de las personas que viven en Buenos Aires.

Amor asegura que al día de hoy ya se llevaron a unas 700 personas, pero todavía quedan miles.

Por eso admite que es "muy difícil alcanzar esta meta".

- La plaza San Martín -

Desde hace unos cuatro años, Edgardo Gabriel Villalba vive junto a sus dos amigos, Claudio y Dani, en la plaza San Martín, muy cerca al monumento en homenaje al libertador de Argentina, Chile y Perú.

"Me quedé en situación de calle por un tema de enfermedad, del VIH", relata.

Se siente perdido con las consignas del gobierno. "Nunca nos explicaron nada de lo que tenemos que hacer (...) la policía viene y te corre", dice este hombre de 37 años, al mostrar moretones, según él, de golpes de la policía.

Van frecuentemente a la Iglesia Corazón Eucarístico de Jesús, a pocos metros de allí, a buscar un plato de comida una vez al día. Pero a veces no llegan, o se les hace poco.

Ahí "vamos al tacho de basura (...). Ayer comimos un fiambre que estaba en mal estado, estaba hediondo, pero hacía varios días que no comíamos. Lo lavamos y lo comimos".

Sabe que el gobierno dispuso albergues temporales. Pero tiene miedo de estar encerrado con otros y quedar más vulnerable a contagiarse.

"Yo he sobrevivido con el VIH, pero ahora tengo mucho miedo por el coronavirus".

- La Casa Rosada -

María, que no quiere revelar su apellido, vive frente a la Plaza de Mayo, pegada al Banco Santander, con vista a la Casa Rosada, la sede de la presidencia.

Vive allí desde hace años y casi siempre se la ve leyendo. Pese a que le cuesta más encontrar comida, cuenta que está muy contenta de tener todo ese espacio solo para ella.

"Yo disfruto mucho de la soledad. Para mí es lo más lindo del coronavirus", dice rodeada de sus dos perros y varios libros.

Y no quiere oír hablar de albergarse en un refugio. "No puedo abandonar mis animales".

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