Tinto LeBron

El alero de los Lakers, de 35 años, estuvo la mitad de su vida en la liga, y la sigue dominando. Pasa con el vino y pasa con James: el tiempo sólo los hace mejores.

Olé
El cuerpo humano es como una máquina. Cuando recién la ponen a funcionar, anda al pelo. Con el tiempo, empieza a desgastarse, lo que obliga a descartarla y reponerla con otra. En el caso de los deportistas profesionales, el ejemplo encaja aún mejor: su vida útil es de unos 15 años, tal vez un poco más en casos excepcionales. LeBron James es una de las mejores máquinas. Una que, desde el momento en que la pusieron a trabajar, cumplió y hasta superó las expectativas. Claro que, cuando arrancó a construir su legado, corría el 2003. Diecisiete años después, y con 35, el Rey está cada vez más cerca del triste desenlace, aquel que le llega a todos los de su especie, y lo lógico es que su juego empiece a decaer. Pero LeBron no es una simple máquina, sino uno de esos casos excepcionales. Y como un buen vino, que con el transcurrir del tiempo solamente eleva su calidad, él está mejor que nunca y lidera la ilusión de Los Angeles Lakers (46-13), uno de los equipos más grandes de la NBA, hacia un nuevo anillo, que se le hace esquivo desde hace una década.


Para muchos, el pico de James fue durante su estadía en Miami. Jugó allí entre el 2010 y 2014, período en el que disputó cuatro finales y ganó dos. Su última conquista con el Heat fue en 2013, frente a los Spurs de Manu Ginóbili. Esa temporada, que lo agarró a sus 28 años, la cerró con un promedio por partido de 26,8 puntos; 8 rebotes y 7,3 asistencias. Hoy, siete años mayor, el tres veces MVP de los Lakers sigue metiendo números que asombran: redondea 25,5 tantos; 7,8 tableros y 10,6 pases gol, que lo posicionan como el mayor asistidor de la liga, una faceta nunca antes vista en él. Para sobrevivir en la jungla, debió adaptarse.

En su último partido, el Rey se enfrentó por segunda vez al heredero al trono, el novato Zion Williamson, de New Orleans Pelicans (26-34). Como pasó hace menos de una semana, en el primer encuentro de ambos, fue victoria angelina, en esta ocasión por 122-114. LeBron no hizo 40 puntos como aquella vez, sino que logró superarse: marcó un triple doble de 34 goles, 12 rebotes y 13 asistencias. ¿Su próxima parada? Philadelphia 76ers (37-24), en casa, el miércoles por la medianoche.

Los violetas y dorados pueden sonreír. Porque sueñan con pelearle palmo a palmo a Milwaukee, puntero en el Este (tienen a Giannis Antetokounmpo, último MVP y candidato a ganarlo de vuelta), porque tienen un equipazo, que alberga estrellas de la talla de Anthony Davis y Kyle Kuzma, y porque tienen al mejor LeBron, a quien el N° 23, históricamente de Jordan, cada vez le sienta mejor.

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