Stephen Curry nunca se fue
El base de Golden State Warriors mostró que aún no está del todo fino en el lanzamiento, pero mantiene el mismo áurea de capitán general de siempre.
J.I.Pinilla
As
Stephen Curry (1,90 m y 31 años) regresó en la madrugada del jueves al viernes a las canchas de baloncesto después de 58 partidos de ausencia. Poco más de cuatro meses fuera por la fractura en el segundo metacarpiano de la mano izquierda sufrida ante Phoenix Suns y que le obligó a pasar dos veces por el quirófano. Un golpe brusco y directo al estómago a una franquicia que había perdido en las Finales de junio frente a Toronto Raptors a Klay Thompson y en verano a Kevin Durant, que cambió San Francisco por Brooklyn. Y la temporada se fue al traste con solo cinco partidos disputados.
Golden State cayó de dominar la NBA autoritariamente (cinco Finales y tres anillos) a ser el peor equipo de toda la Liga con un balance, actualmente, de 14-49 y una plantilla corta y confeccionada con retazos y errores (D’Angelo Russell), algo impensable con Bob Myers a los mandos. Jugadores de segundo y tercer nivel que han deslucido el estreno del nuevo y reluciente Chase Center, un símbolo del nuevo núcleo de poder en la NBA y de la económica de Estados Unidos con Sillicon Valley a la cabeza.
Un escenario desolador al que Curry dio color en su reestreno. Estadísticamente, el base firmó buenos número: 23 puntos con un 6 de 16 en tiros de campo y 8 de 8 desde la personal. Además, añadió 7 asistencias y 7 rebotes en solo 26 minutos. Desde el triple, esa arma con la que revolucionó la esencia misma de la Liga, estuvo errático con solo 3 aciertos de 12 intentos. Pero lejos de ese bajo 25%, lo importante estuvo en cómo anotó esos lanzamientos. Cada uno de ellos recordó al viejo Curry. El primero fue rápido, clásico; el segundo, lejano e improbable; y el último, inmediato, puro fuego y con contacto de Lowry.
Superestrella generosa
“Se le ve como al antiguo Steph. Hizo algunos tiros que era el Steph de antes. Su juego será su juego y será increíble en todo lo que haga sin importar el qué. Su nivel de confianza habla de eso y los lanzamientos que hizo hablan de eso”, comentó Jeremy Pargo (CBS), tras el entrenamiento que hizo el dos veces MVP con Santa Cruz Warriors, el filial de Golden State, el lunes. “Se le veía genial, se movió bien. Somos un equipo diferente cuando él está en cancha”, dijo Steve Kerr (ESPN), entrenador de la franquicia de la Bahía, una vez consumada la derrota contra Toronto Raptors. “Hace a todos geniales. Hace que todos jueguen mejor. Encuentra hombres abiertos. Es una superestrella generosa. Esa es una buena manera de decirlo. Atrae tanta atención que encontrará al hombre abierto, y hace la jugada correcta. Fue divertido”, añadió Andrew Wiggins, el último en embarcar en el barco.
Al margen de puntos y minutos limitados, que subirán con el paso de los partidos, Curry fue un reflejo de lo que es Curry. No mostró cambios en su mecánica de tiro (uno de los principales miedos tras una lesión en la mano) ni tampoco tuvo miedo al contacto ni a las caídas. Penetró con autoridad por la zona de Toronto y pasó con la magia de siempre. Simples detalles que ayudaron a que sus compañeros perdieran cualquier miedo a un rival mayúsculo. Wiggins y Lee sobrepasaron los 20 puntos; y Chriss se fue a los 17. El mismo Lee aprovechó la libertad que permite Curry para lanzarse por segunda vez en su carrera más de una decena de triples con 12, récord personal.
La incógnita ahora es el tamaño del impulso que dará el jugador de Akron a su equipo. Los Warriors son un conjunto que ya piensa en el verano. En la vuelta a la grandeza con el regreso de Klay Thompson y el mercado de agentes libres. Pero también con el draft de la NBA en el horizonte. Acabar en la última posición de la NBA ya no da el número uno de manera casi segura, pero sí permite (salvo desastre) un puesto en el Top-5. Una bala que puede ser muy jugosa, no solo por la futura estrella que se pueda seleccionar, sino también como moneda de cambio para cualquier traspaso. Un gran balance en este último tramo del curso puede rebajar el precio de ese caramelo. Un riesgo con Curry en pista, pero quién ¿dice no a disfrutar de Stephen?
J.I.Pinilla
As
Stephen Curry (1,90 m y 31 años) regresó en la madrugada del jueves al viernes a las canchas de baloncesto después de 58 partidos de ausencia. Poco más de cuatro meses fuera por la fractura en el segundo metacarpiano de la mano izquierda sufrida ante Phoenix Suns y que le obligó a pasar dos veces por el quirófano. Un golpe brusco y directo al estómago a una franquicia que había perdido en las Finales de junio frente a Toronto Raptors a Klay Thompson y en verano a Kevin Durant, que cambió San Francisco por Brooklyn. Y la temporada se fue al traste con solo cinco partidos disputados.
Golden State cayó de dominar la NBA autoritariamente (cinco Finales y tres anillos) a ser el peor equipo de toda la Liga con un balance, actualmente, de 14-49 y una plantilla corta y confeccionada con retazos y errores (D’Angelo Russell), algo impensable con Bob Myers a los mandos. Jugadores de segundo y tercer nivel que han deslucido el estreno del nuevo y reluciente Chase Center, un símbolo del nuevo núcleo de poder en la NBA y de la económica de Estados Unidos con Sillicon Valley a la cabeza.
Un escenario desolador al que Curry dio color en su reestreno. Estadísticamente, el base firmó buenos número: 23 puntos con un 6 de 16 en tiros de campo y 8 de 8 desde la personal. Además, añadió 7 asistencias y 7 rebotes en solo 26 minutos. Desde el triple, esa arma con la que revolucionó la esencia misma de la Liga, estuvo errático con solo 3 aciertos de 12 intentos. Pero lejos de ese bajo 25%, lo importante estuvo en cómo anotó esos lanzamientos. Cada uno de ellos recordó al viejo Curry. El primero fue rápido, clásico; el segundo, lejano e improbable; y el último, inmediato, puro fuego y con contacto de Lowry.
Superestrella generosa
“Se le ve como al antiguo Steph. Hizo algunos tiros que era el Steph de antes. Su juego será su juego y será increíble en todo lo que haga sin importar el qué. Su nivel de confianza habla de eso y los lanzamientos que hizo hablan de eso”, comentó Jeremy Pargo (CBS), tras el entrenamiento que hizo el dos veces MVP con Santa Cruz Warriors, el filial de Golden State, el lunes. “Se le veía genial, se movió bien. Somos un equipo diferente cuando él está en cancha”, dijo Steve Kerr (ESPN), entrenador de la franquicia de la Bahía, una vez consumada la derrota contra Toronto Raptors. “Hace a todos geniales. Hace que todos jueguen mejor. Encuentra hombres abiertos. Es una superestrella generosa. Esa es una buena manera de decirlo. Atrae tanta atención que encontrará al hombre abierto, y hace la jugada correcta. Fue divertido”, añadió Andrew Wiggins, el último en embarcar en el barco.
Al margen de puntos y minutos limitados, que subirán con el paso de los partidos, Curry fue un reflejo de lo que es Curry. No mostró cambios en su mecánica de tiro (uno de los principales miedos tras una lesión en la mano) ni tampoco tuvo miedo al contacto ni a las caídas. Penetró con autoridad por la zona de Toronto y pasó con la magia de siempre. Simples detalles que ayudaron a que sus compañeros perdieran cualquier miedo a un rival mayúsculo. Wiggins y Lee sobrepasaron los 20 puntos; y Chriss se fue a los 17. El mismo Lee aprovechó la libertad que permite Curry para lanzarse por segunda vez en su carrera más de una decena de triples con 12, récord personal.
La incógnita ahora es el tamaño del impulso que dará el jugador de Akron a su equipo. Los Warriors son un conjunto que ya piensa en el verano. En la vuelta a la grandeza con el regreso de Klay Thompson y el mercado de agentes libres. Pero también con el draft de la NBA en el horizonte. Acabar en la última posición de la NBA ya no da el número uno de manera casi segura, pero sí permite (salvo desastre) un puesto en el Top-5. Una bala que puede ser muy jugosa, no solo por la futura estrella que se pueda seleccionar, sino también como moneda de cambio para cualquier traspaso. Un gran balance en este último tramo del curso puede rebajar el precio de ese caramelo. Un riesgo con Curry en pista, pero quién ¿dice no a disfrutar de Stephen?