Russo, de la lucha por su vida a este título soñado

Hace dos años, Miguel daba su batalla más difícil contra un cáncer. Lo venció, volvió a Boca y en 7 fechas moldeó un equipo campeón. Razones de un festejo inolvidable...

Olé
"Lo necesitaba el club, lo necesitaban los jugadores, lo necesitaba la gente... Y también yo". En esa declaración, en medio de la euforia, Russo casi que resumió el sentimiento que este título genera para Boca en general y para él en particular. No es un título más en su carrera, sin ninguna duda. Por la forma, pero también por lo personal. Vaya vuelta la de Miguel. Vaya regreso a la gloria. Vaya manera de cambiarle la cara a un equipo herido en apenas dos meses. Vaya forma de arrebatarle el título a River, de vencer al mito Gallardo​, de poner a Boca otra vez de pie, justo cuando su eterno rival vuelve a estar un poco de rodillas.


Aunque el súper héroe sea para Carlitos Tevez, él también se puso la capa. En realidad, se la puso a comienzos de 2018, para luchar contra un cáncer de próstata y darle batalla hasta poder vencerlo. Por eso, hoy disfruta de ese doble triunfo. Por eso, hoy lo siente como un regalo de la vida misma. Porque hace dos años, tenía otras preocupaciones. Mucho más importantes. No era Boca. Tampoco River. Su partido, ese partido, era mucho más difícil. Y también salió con la medalla golpeándose el pecho.

Este título tiene indudablemente su mano de obra. Por más que en el medio de la emoción, así con la voz entrecortada, Russo haya querido reconocer a Alfaro (“Este título también es de él, lo justo es justo”, dijo), por más que diga que el mérito no es todo suyo, que “fueron sólo siete fechas”, la realidad es que tan marcado fue el cambio (sacó 19 puntos de 21), tan logrado fue el efecto, tan distinto fue el estilo de Boca, que es imposible no adjudicarle la responsabilidad en esta consagración, en esta persecución infatigable, en esta cacería del mejor River de la historia. Basta con una sensación: de la otra forma, el equipo probablemente no lo habría logrado.

En poco tiempo, Miguel hizo mucho. Por empezar, le cambió el espíritu al equipo. Impuso un orden grupal, con un manual de conducta incluido. Jugó con reglas claras para el jugador con más nombre (Tevez) como para el de menos. Transformó a Campuzano en el cinco de Boca menos pensado. Potenció a Villa y lo convirtió en revelación. Le devolvió la confianza a Salvio y Toto le pagó con goles. Logró que Soldano deje de ser humillado como volante para ser valorado como delantero. Atacó. Fue al frente. Pero también se defendió. Y muy bien (sólo recibió un gol en contra en el 2020, el de Talleres). Y en el medio, consiguió lo más importante: que el hincha de Boca volviera a creer. Y a festejar.

Su otro gran aporte a esta causa, a este título tan festejado, a este campeón sanador de heridas, se llama Carlos Tevez. Por eso Miguel se abrazó tan fuerte con él en el final del partido. Fue, acaso, otro símbolo de la coronación. “Hablamos mucho con Carlos. Él debía recuperarse. Y lo hizo. Me pone feliz por él”, contó Miguel, sin decir mucho, pero en este caso, diciéndolo todo. A Carlitos le fue con las cartas sobre la mesa y el Apache se lo valoró. Sin elegirlo como su bandera, el 10 dijo que lo trató como si fuera uno más y que eso lo despertó. No es fácil tratar a las súper estrellas. Y el DT, tanto en la Copa del 2007 con Riquelme, como en esta Superliga 2020 con Tevez, supo lograr ese equilibrio y potenciar justamente a los dos ídolos.

Esa “calma y tranquilidad”. Esas dos palabras que dicen lo mismo pero que entendió que Boca las necesitaba juntas para ponerle un freno a su vértigo, a su desesperación, a su locura, también fueron fundamentales para cambiar el rumbo de un equipo que había perdido decididamente la fe. Su experiencia y conocimiento en el Mundo Boca lo devolvieron, 13 años después, con otra sapiencia en ese aspecto. Una sapiencia que supo trasladar para no entrar en el apuro ni siquiera cuando River ganaba y el fixture apretaba. En ese partido a partido que buscó contagiar, independientemente del paso de su rival, su plantel también encontró la fórmula del éxito.

Por eso, ese festejo en plena conferencia de prensa también tuvo un gustito especial: cuando los jugadores fueron a tirarle un baldazo de agua, cuando le cantaron “Y ya lo ve, y ya lo ve, es el equipo de Miguel...” Quizás, en todo ese reconocimiento, también haya habido algo de homenaje a su lucha. “Estoy agradecido a mis jugadores, porque el título es de ellos. Y también a Román y a Ameal por haber confiado en mí”, dijo Miguel, en una conferencia de prensa a la que fue con su nieto Pedro. Y en la que no paró de sonreír. “Los jugadores se merecían este título”, aseguró. Y vos también, Miguel. Vos también...

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