¿Por qué la Fórmula 1 no cancela sus grandes premios?

El canon de organización pesa y Australia no impone restricciones a italianos. Bahréin y Vietnam sí, pero se esperan facilidades al personal de Ferrari o Alpha Tauri.

Jesús Balseiro
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El impacto del coronavirus en el deporte mundial se traduce en suspensiones, aplazamientos y cancelaciones para todas las especialidades. Al motor le salpica con fuerza por lo variado de sus calendarios en MotoGP (Qatar y Tailandia), Superbike (Qatar), Fórmula E (China, Roma y probablemente Corea) o Súper Fórmula (Suzuka). La Fórmula 1 rápidamente anunció el aplazamiento sin fecha del GP de China, que debía disputarse el 19 de abril en Shanghái. Los organizadores buscan un hueco en el calendario a final de año que no existe.


Sorprende que mientras otros deportes han detenido competiciones sin miramientos (incluso en Estados Unidos se ha suspendido el Masters de tenis de Indian Wells), el ‘Gran Circo’ sigue en marcha, preparando su carpa en destinos tan exóticos como Melbourne, Bahréin o Vietnam antes de aterrizar en Europa a partir de mayo. La carrera árabe (22 de marzo) se disputará a puerta cerrada y por ahora no llegan malas noticias de Hanói, que tras una millonaria inversión espera acoger el primer gran premio de su historia el 5 de abril en un circuito urbano. Hubo rumores en pretemporada y se exploró un un calendario que abriese el curso en Zandvoort obviando los primeros desplazamientos como precaución por el virus, pero tanto los promotores como Liberty optaron por seguir adelante.

¿Por qué es tan difícil suspender un gran premio? Hay razones económicas. La F1 impone un canon que ronda los 30 millones de euros por gran premio y que debe abonar el organizador antes de su celebración. No todos los eventos pagan lo mismo: el canon de Mónaco, por ejemplo, es de 5 millones de euros. Australia, Bahréin, Vietnam o incluso China ya han hecho esa transferencia y habría que ir a la letra pequeña de los contratos para confirmar si la suspensión por coronavirus exime al promotor de pagar su canon, todo indica que no, y las reclamaciones podrían desembocar en largos procesos judiciales que nadie desea, más cuando dentro de un año hay que organizar el mismo gran premio. Sería diferente si la decisión de cancelar la tomasen FIA o Liberty, algo que por ahora no ha sucedido.

En cuanto a las restricciones en fronteras, Australia no prohíbe la entrada a italianos, si bien los considera población de riesgo y planea exámenes médicos en los aeropuertos. En el estado de Victoria no se ha superado la decena de casos de coronavirus. Bahréin (80 casos en el país) o Vietnam (18 casos) sí fuerzan aislamientos de 14 días para quien proceda de China, Corea, Irán o Italia, pero los árabes ya han solicitado información a través de la FIA a los viajeros, caso por caso, a la hora de aprobar visados y se entiende que no pondrán dificultades a los integrantes de equipos como Ferrari, Alpha Tauri o Pirelli. En cuanto a Hanói, aún hay semanas por delante y pueden modificarse esta serie de prácticas. Las cifras oficiales de estos países, en cualquier caso, son inferiores a las Inglaterra, Francia o España.

Desde el 19 de febrero, las acciones de la F1 (FWONK) que cotizan en el índice NasdaqGS norteamericano han caído de 47 a 35 dólares por acción, un 26%, en medio de las incertidumbres por un calendario que afrontará más complicaciones, incluso en Europa. El campeonato ha apostado por la normalidad a partir de Australia. El primer problema es que eso es imposible en un escenario que incluye cancelaciones de vuelos a última hora que ponen en peligro la enorme logística que rodea a cualquier gran premio. Aunque el mayor riesgo ahora es que aparezca algún caso de coronavirus en el inmenso paddock, con más de 2.500 personas de todas las nacionalidades sumando personal de equipos, organización y prensa.

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