“Ojalá mi hijo me vea jugar en el Ducó”

Tras un insólito caso de doping en Bolivia, Mauro Milano, surgido de las Inferiores del Globo, se entrena con el plantel de Primera. ¿Se subirá al Globo nuevamente el Pini?

Olé
Un hombre Made in Quemita. Con un cariño incondicional por el Globo. Siempre que pudo, pegó la vuelta. Ese es Mauro Milano, quien, a sus 36 años, entrena con la Primera de Huracán luego de haber superado un insólito caso de doping en Bolivia. El Pini, como lo conocen Parque Patricios, es una de las opciones que manejan los dirigentes para ocupar uno de los dos cupos solicitados en la AFA. En charla con Olé, el mediapunta cuenta cómo vivió su distanciamiento de las canchas, el deseo de volver al club de sus amores y la relación con Israel Damonte. Una historia con un Globo en el pecho…


-¿Cómo asumiste haber dado positivo en un control antidoping?

-Lo del doping me dolió. Fue jodido tanto en el aspecto psicológico como en lo físico. Estaba sentado en la platea mirando un partido de Copa Sudamericana y la gente de Conmebol me vino a buscar, yo no entendía mucho lo que estaba sucediendo. A todo esto, horas antes el médico del Royal Pari (Bolivia) me había puesto un corticoide para calmar un dolor que tenía por una lesión. Finalmente, los estudios dieron positivos… No lo podía creer. Me dieron cuatro meses de sanción y recién quedé habilitado para volver a jugar el 10 de marzo. Por suerte, tuve el apoyo de la familia y mis amigos.

-Imagino que te habrás enojado por la equivocación de los dirigentes al incluirte en la lista…

-Obvio, me re calenté. La CD me explicó que fue parte de una falta de comunicación con el cuerpo técnico y los médicos. Igualmente, el que terminó pagando los platos rotos fui yo. Por eso, el enojo duró varios días hasta que me pusieron un abogado. Finalmente, la historia concluyó con una relación tirante porque no me renovaron el contrato y me dejaron con el doping encima. Fue difícil…
Milano con la casaca de su último club, Royal Pari (Bolivia).

Milano con la casaca de su último club, Royal Pari (Bolivia).

-¿Pensaste en retirarte en ese momento?

-Nunca se me cruzó por la cabeza, hubiera sido tristísimo. Veré que pasa de ahora en más, pero lo peor ya quedó en el pasado. Estoy feliz y entrenando con un plantel de Primera División.

-Después de seis años, ¿qué significó volver a pisar La Quemita?

-Muchos sentimientos encontrados. Me reencontré con gente que hacía tiempo no veía y vi bastantes cambios en la infraestructura, realmente está muy linda. Además, como siempre dije, estoy muy agradecido con Israel Damonte, quien, junto con los dirigentes, me abrió las puertas del club. A pesar de ser un hombre surgido de las Inferiores, ellos me dieron una mano en un momento complicado de mi vida.

-¿Cómo fue la adaptación al grupo y la vuelta a los entrenamientos?

-Me venía entrenando por mi cuenta. Después de la sanción, me quedé en Bolivia hasta diciembre y en enero me volví al país. Desde que llegué al predio, el grupo me trató diez puntos. En la gran mayoría de los entrenamientos estoy a la par del grupo, aunque cuando hacen trabajos específicos e Isra utiliza a los jugadores que tiene disponibles, yo hago ejercicios particulares con el preparador físico.

-Y a lo largo de estos días en el predio, ¿hubo algún acercamiento para poder firmar contrato?

-Por ahora, no. Si bien hablé con Fernando Moroni (NdeR: secretario del club), únicamente tocamos el tema del doping y mi situación. Jamás se manifestó una posibilidad de firmar contrato con Huracán. Además, es un año eleccionario y prefiero esperar. Esta es la realidad… No me vuelvo loco y tampoco quiero meter presión.

-A Damonte ya lo conocías, ¿cómo fue ese reencuentro?

-Sí, fuimos compañeros en el Asteras Tripolis de Grecia. A lo largo de estos años mantuvimos un excelente contacto por las redes sociales, pero hacía mucho no nos veíamos. Igualmente, cuando la planteé la situación y le consulté, él rápidamente habló con los dirigentes y me dio el OK. Le estoy muy agradecido por el gesto…

-¿Te sorprendió el cambio que tuvo y su nueva función?

-Sí, fue muy rápido. Pensé que el platinado iba a seguir jugando un tiempo más, las condiciones físicas las tenía. A su vez, a raíz de su capacidad para transmitir y conducir un equipo, estaba claro que en un futuro iba a ser técnico. Está cómodo y, al igual que todos los compañeros, trabaja muy duro para sacar a Huracán adelante.

-En varias oportunidades contaste la importancia de tu hijo en tu vida, ¿él va a tener mucho que ver en tu decisión final?

-Cuando te convertís en padre, la mayor motivación es él. Su felicidad es la mía. Esperemos me vea uno o dos años más adentro de una cancha. Ojalá mi hijo puede verme jugar en el Ducó, ese es mi mayor anhelo. La realidad es que este club me dio un nombre y la oportunidad. Igualmente, hay una frase del Turco Mohamed que me marcó mucho: “No todos los cuentos terminan con finales felices”.
A sus 36 años, Milano sueña con volver a calzarse la del Globo.

A sus 36 años, Milano sueña con volver a calzarse la del Globo.

-¿Te molestaría no poder colgar los botines en Parque Patricios?

-No, uno no pierde el sentido de pertenencia por no terminar su carrera en el club. Además, todos los hinchas del Globo me demuestran un cariño incondicional, eso nunca va a cambiar… En realidad, el afecto es recíproco.

-¿Cómo venís llevando la cuarentena?

​-A todos se nos está haciendo complicado. Hay que cumplir el protocolo, hoy la mejor vacuna es estar en casa. Entre todos debemos evitar que el sistema de salud colapse…

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