La táctica en Anfield fue Oblak

La tormenta perfecta del Liverpool fue contenida por un prodigioso Oblak y por la capacidad de sacrificio y sufrimiento defensivo de unos futbolistas excepcionales.

Javier G. Matallanas
As
Salió el Atlético a capear el temporal en Anfield con el clásico 1-4-4-2 de Simeone (Oblak; Trippier, Savic, Felipe, Lodi; Correa, Koke, Saúl; João Félix y Diego Costa), que tenía una variante ofensiva (1-4-3-2-1) creando una línea para Joao y Correa detrás de Costa, aunque la línea que más trabajo tuvo fue la primera de Jan Oblak que evitó tres goles claros antes de que el Liverpool se adelantara. El plan A del Cholo en fase defensiva era realizar una presión en tres cuartos de campo y un repliegue intensivo cuando superaban la presión. Quedaba soportar el chaparrón e intentar que los laterales del Liverpool realizaran sus centros al área desde el vértice del área y no alcanzando línea de fondo porque esos centros se defienden mejor. El Liverpool atacaba pero no daba sensación de agobio. Y el Atlético intentaba salir al contraataque, pero los reds cortaban con faltas tácticas sobre João Félix los arranques de ataques rápidos de los colchoneros.


Juego directo. El inicio de juego del Atlético fue el de siempre: juego directo con lanzamiento de Oblak a Saúl en busca de ganar el duelo y hacerse con la segunda jugada. En el minuto 28, Simeone decidió intercambiar la posición de Saúl y Koke. Con Saúl en banda izquierda y llegando tarde a cerrar el centro desde la línea de fondo, llegó el 1-0 de Wijnaldum.

Sometido. El Liverpool es un equipazo al que es muy complicado enfrentarse porque sabe atacar a un equipo en repliegue intensivo, que sabe transicionar a un equipo que le defiende en bloque medio o alto. El equipo de Klopp es un ejemplo de lo que significa alternancia en el juego porque puede jugar directo, combinativo, al contraataque y maneja las transiciones con pericia, precisión y velocidad. El planteamiento no era sencillo, pero el Atlético necesitaba marcar un gol para evitar la prórroga y no lo consiguió en un segundo tiempo en el que estuvo más sometido que en el primero. Defender todo lo posible y un porterazo, ese fue el plan. Lo que paró el portero del Atlético en el segundo tiempo fue una barbaridad, como la capacidad de sacrificio y sufrimiento de todos. Lodi achicaba agua sin mucha ayuda ante los ataques de Alexander Arnold, Oxlade-Chamberlain y Salah, al que controló. Felipe era un titán, pero por encima de todos se erigía la figura de Oblak.

Remontada. Simeone decidió sacar a Costa del campo (¡menudo enfado de Diego!) y dar entrada a Marcos Llorente, en banda derecha, pasando Correa a pareja de ataque de João Félix, que volvió a demostrar que juega de maravilla cada vez que le llegó el balón. Así se fue el partido a la prórroga, en la que Simeone agotó los cambios (Vrsaljko por Trippier, Morata por Joao Félix y Giménez por Correa) y el Atleti dio la vuelta a un 2-0 gracias al vigor de Llorente y a su capacidad de recuperar balones y superar líneas en conducción y dos tiros suyos desde fuera del área y el gol que necesitaba Morata. Oblak siguió haciendo historia en la prórroga. En definitiva, con un planteamiento que no sorprendió a nadie salvo a Klopp, fundamentado en la defensa y las paradas de Oblak, el Atleti de Simeone tumbó al campeón de Europa y Klopp tampoco lo puede entender. ¡Es lo que hay, Jurgen!

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