La decisión clave de Russo para potenciar a su equipo
Miguel contó que entrenar en Ezeiza potenció al grupo en todos los aspectos. Además aseguró que gracias a eso, hoy están más cerca de los chicos. “Nos cuesta un esfuercito más llegar pero ganamos en calma y paz”, tiró.
Olé
Miguel Ángel Russo regresó a Boca luego de 13 años y fue campeón de una Superliga que quedará para la historia por la manera en la que se consiguió: arrebatándosela a River en la última fecha. Si bien el cambio de idea, de esquema y de jugadores titulares fueron claves, para el DT que fue campeón de la Liberadores en el 2007, hay algo ajeno a lo futbolístico que también fue muy importante. Claro, es que para el entrenador de 63 años, mudar el lugar de entrenamiento a Ezeiza fue sustancial. "La soledad de Ezeiza nos ayudó muchísimo. En Casa Amarilla no tengo paz", aseguró Miguelito.
Hasta la llegada de Russo, Boca entrenaba mayormente en el Complejo Pedro Pompilio, donde también se encuentra La Bombonerita (cancha de básquet). Y aunque todos los huecos que había en las paredes y en las rejas fueron cerrados herméticamente desde el arribo de Guillermo Barros Schelotto, la sensación de privacidad no es la misma para Miguel. Posiblemente también a causa del caudal de gente que entra y sale todo el tiempo, cosa que en Ezeiza no sucede o, al menos, pasa muy lejos de los futbolistas.
Para el técnico elegido por Juan Román Riquelme, no había mucho tiempo para pensar al llegar al club, por eso un lugar en soledad era clave para su idea. "Yo tenía las cosas claras, mi plan era meterme en el grupo. Me cerré de lo de afuera, es lo que necesitaba yo", contó en diálogo con Closs Continental. Al haber sólo gente del fútbol en el predio del municipio que está a 38 kilómetros del barrio de La Boca, eso se le hizo mucho más fácil a Miguel. "Entrenar en Ezeiza nos da mucha tranquilidad, en Casa Amarilla siento que me desnudan", había comentado el DT del Xeneize hace menos de un mes. Y ahora lo reafirma.
Otro de los puntos que el flamante entrenador destaca es la proximidad que tiene con la Reserva y las Divisiones Inferiores. "A los chicos hoy le decimos buen día, mañana le diremos sus nombres. Eso también es algo que te da Ezeiza", expresó. Y agregó: "Estamos al lado de Battaglia y de los técnicos de Inferiores todo el tiempo. Llegamos y ya sabemos lo que hay que hacer. No hay que planificar tanto todo de forma tan difícil".
Además, Russo también destacó la relación con el Consejo del Fútbol con quienes está en contacto. "Hubo un cambio de política con Román, Cascini, el Chelo, Bermúdez. Somos todos gente de fútbol y hablamos claro en privado, donde sabíamos que Boca tenía que ser campeón", contó. Y para finalizar se refirió a cómo colaboró el nuevo predio en la obtención del campeonato. "La soledad de Ezeiza nos ayudó muchísimo después de haber empatado el primer partido. Ahí nos podemos reír mucho, relajar y trabajar mucho. Salvo para dormir, tenemos todo. Ha sido muy bueno ese cambio. Nos cuesta un esfuercito más para llegar pero lo ganamos en calma y paz".
Olé
Miguel Ángel Russo regresó a Boca luego de 13 años y fue campeón de una Superliga que quedará para la historia por la manera en la que se consiguió: arrebatándosela a River en la última fecha. Si bien el cambio de idea, de esquema y de jugadores titulares fueron claves, para el DT que fue campeón de la Liberadores en el 2007, hay algo ajeno a lo futbolístico que también fue muy importante. Claro, es que para el entrenador de 63 años, mudar el lugar de entrenamiento a Ezeiza fue sustancial. "La soledad de Ezeiza nos ayudó muchísimo. En Casa Amarilla no tengo paz", aseguró Miguelito.
Hasta la llegada de Russo, Boca entrenaba mayormente en el Complejo Pedro Pompilio, donde también se encuentra La Bombonerita (cancha de básquet). Y aunque todos los huecos que había en las paredes y en las rejas fueron cerrados herméticamente desde el arribo de Guillermo Barros Schelotto, la sensación de privacidad no es la misma para Miguel. Posiblemente también a causa del caudal de gente que entra y sale todo el tiempo, cosa que en Ezeiza no sucede o, al menos, pasa muy lejos de los futbolistas.
Para el técnico elegido por Juan Román Riquelme, no había mucho tiempo para pensar al llegar al club, por eso un lugar en soledad era clave para su idea. "Yo tenía las cosas claras, mi plan era meterme en el grupo. Me cerré de lo de afuera, es lo que necesitaba yo", contó en diálogo con Closs Continental. Al haber sólo gente del fútbol en el predio del municipio que está a 38 kilómetros del barrio de La Boca, eso se le hizo mucho más fácil a Miguel. "Entrenar en Ezeiza nos da mucha tranquilidad, en Casa Amarilla siento que me desnudan", había comentado el DT del Xeneize hace menos de un mes. Y ahora lo reafirma.
Otro de los puntos que el flamante entrenador destaca es la proximidad que tiene con la Reserva y las Divisiones Inferiores. "A los chicos hoy le decimos buen día, mañana le diremos sus nombres. Eso también es algo que te da Ezeiza", expresó. Y agregó: "Estamos al lado de Battaglia y de los técnicos de Inferiores todo el tiempo. Llegamos y ya sabemos lo que hay que hacer. No hay que planificar tanto todo de forma tan difícil".
Además, Russo también destacó la relación con el Consejo del Fútbol con quienes está en contacto. "Hubo un cambio de política con Román, Cascini, el Chelo, Bermúdez. Somos todos gente de fútbol y hablamos claro en privado, donde sabíamos que Boca tenía que ser campeón", contó. Y para finalizar se refirió a cómo colaboró el nuevo predio en la obtención del campeonato. "La soledad de Ezeiza nos ayudó muchísimo después de haber empatado el primer partido. Ahí nos podemos reír mucho, relajar y trabajar mucho. Salvo para dormir, tenemos todo. Ha sido muy bueno ese cambio. Nos cuesta un esfuercito más para llegar pero lo ganamos en calma y paz".