Incentivo alto en este final
Fantasías más, fantasías menos, la gran realidad es que los rivales de mañana tienen motivaciones de sobra para ser ambiciosos, para ir por el batacazo o hasta para arañar un punto. El incentivo es alto de por sí para todos, más allá de lo que se pueda decir.
Olé
Después de tres días de Libertadores naciente a full, es hora de enfocarse ya de nuevo en casa, en esta última edición de la Superliga que prepara el mejor de los finales de su corta historia. Porque los que se pelean el título son los dos más grandes en un sprint final de guionista de suspenso. Y en estos cierres siempre surge el tema histórico de la incentivación, de lo que nadie puede probar, de la que todos hacen hipótesis hasta de posibles nexos/intermediarios más allá de que esté prohibido. ¿Cuánto le puso Boca a Atlético de Tucumán? ¿Y River se acercó a Gimnasia?
Fantasías más, fantasías menos, la gran realidad es que los rivales de mañana tienen motivaciones de sobra para ser ambiciosos, para ir por el batacazo o hasta para arañar un punto. Lo de Gimnasia es lo más obvio: necesita sumar para seguir con esta levantada con Maradona y buscar la hazaña de salvarse o de aprovechar este regalo inesperado de la Promoción. Viene de tres victorias seguidas (dos por torneo, una por Copa Argentina) y tiene el incentivo de la Bombonera, de Diego en su Templo, más allá del futbolístico.
Del lado de Atlético Tucumán, es la chance de todo jugador de mostrarse en un partido que verá todo el mundo futbolero, estas situaciones no se dan seguido. Es la oportunidad de medirse con el mejor del país, como es River: ¿a quién no le gusta desafiarse con el top, encima con cero presión, distinto de cuando el Millo fue al Norte y le ganó un partido clave por el pase a la Libertadores? De yapa, tratar de evitar que los hinchas tengan que ver una vuelta ajena en su propia cancha, algo que a algunos no les gusta. La ventaja de River de depender de sí mismo se equilibra de algún modo por los rivales y principalmente porque Boca juega en la Bombonera y en cambio el líder va a Tucumán. El incentivo es alto de por sí para todos, más allá de lo que se pueda decir.
Olé
Después de tres días de Libertadores naciente a full, es hora de enfocarse ya de nuevo en casa, en esta última edición de la Superliga que prepara el mejor de los finales de su corta historia. Porque los que se pelean el título son los dos más grandes en un sprint final de guionista de suspenso. Y en estos cierres siempre surge el tema histórico de la incentivación, de lo que nadie puede probar, de la que todos hacen hipótesis hasta de posibles nexos/intermediarios más allá de que esté prohibido. ¿Cuánto le puso Boca a Atlético de Tucumán? ¿Y River se acercó a Gimnasia?
Fantasías más, fantasías menos, la gran realidad es que los rivales de mañana tienen motivaciones de sobra para ser ambiciosos, para ir por el batacazo o hasta para arañar un punto. Lo de Gimnasia es lo más obvio: necesita sumar para seguir con esta levantada con Maradona y buscar la hazaña de salvarse o de aprovechar este regalo inesperado de la Promoción. Viene de tres victorias seguidas (dos por torneo, una por Copa Argentina) y tiene el incentivo de la Bombonera, de Diego en su Templo, más allá del futbolístico.
Del lado de Atlético Tucumán, es la chance de todo jugador de mostrarse en un partido que verá todo el mundo futbolero, estas situaciones no se dan seguido. Es la oportunidad de medirse con el mejor del país, como es River: ¿a quién no le gusta desafiarse con el top, encima con cero presión, distinto de cuando el Millo fue al Norte y le ganó un partido clave por el pase a la Libertadores? De yapa, tratar de evitar que los hinchas tengan que ver una vuelta ajena en su propia cancha, algo que a algunos no les gusta. La ventaja de River de depender de sí mismo se equilibra de algún modo por los rivales y principalmente porque Boca juega en la Bombonera y en cambio el líder va a Tucumán. El incentivo es alto de por sí para todos, más allá de lo que se pueda decir.