Ilicic gritó gol, caída de Valencia en casa
Diakhaby dejó al Valencia sin esperanzas por dos penaltis que cometió y el esloveno se encargó de hacer historia para el Atalanta.
Conrado Valle
As
En Mestalla se disputó un partido con más goles que historia, aunque se vaya a recordar por siempre por sus circunstancias, mientras que por televisión se vio un simulacro de espectáculo. Diakhaby, causante de dos penaltis antes del descanso, se encargó de liquidar la emoción del partido en sí, un duelo que venía marcado por el 4-1 de la ida. Pero el concepto llamado Champions es mucho más que dos equipos jugando entre sí, es un torneo que trasciende al que gana y hasta compensa al que pierde por el mero hecho de estar en ella; la Champions es diferente por su forma y por su fondo; una experiencia de vida y no un mero partido de fútbol. Así que la UEFA debería meditar sobre ello, porque la frialdad de Mestalla no fue culpa de un comportamiento de radicales sino por la de un virus que está aquí, allá y de momento nadie sabe cuándo se irá.
Mestalla dijo adiós a la Champions en silencio. Nunca siete goles se gritaron tan poco en ese estadio, porque ésta vez ni tan siquiera los narradores de las radios lo cantaron desde sus cabinas. Obviamente por Bérgamo sí se festejarían y mucho. No es para menos. Los de Gasperini están haciendo historia y la escriben situados a las antípodas del ‘catenacio’. Esta es su primera participación en la Champions y estarán entre los ocho mejores de Europa. El Valencia se despidió de la Champions al mismo tiempo que las autoridades confirmaban que se aplazaban las Fallas. Está claro que a orillas del Turia ha habido días mejores; también mejores temporadas.
Todo ello en un partido que tuvo dos protagonistas antagónicos: Diakhaby e Ilicic. Uno lo hizo todo mal; otro, a la perfección. El francés entraría al vestuario ché pidiendo perdón, y si no lo hizo que lo haga hoy, porque los dos penaltis que cometió fueron de principiante. Uno nada más empezar, otro al filo del descanso. Si alguien creía en la remontada, Diakhaby le dejó sin esperanzas. Todo lo contrario que el delantero esloveno a los suyos. Él se fue de Mestalla entre aplausos. Chapeua. Cuatro goles ayer, cinco en la eliminatoria, y pudo hacer alguno más. Ilicic representa lo que es este Atalanta, un equipo de colmillo. Letal.
El Valencia no es que no estuviera ayer en el partido. Lo estuvo incluso pese al madrugador penalti y primer gol de Ilicic. Pero el Atalanta nunca le dejó meterse de veras en faena. El Valencia ha encajado ocho goles en estos octavos de final y así no se puede ir por la vida. Bueno sí, así uno se va a su casa, que es desde donde verán los pupilos de Celades el resto del torneo. El club italiano le ha eliminado con solvencia, con una demostración de armas, virtudes y también defectos. Aquí y allá. En público y en privado.
Solo tras el primer gol de Gameiro se susurró de lejos a la épica, porque el Atalanta tiene tanta pegada como lagunas atrás. Pero el Valencia no tiene defensa ni aunque Coquelin se esfuerce por ser buen central. Así que ni el segundo gol de Gameiro ni el tercer de Ferran sirvieron para nada. Ni tan siquiera para ganar el partido. Ilicic gritó gol dos veces más. Si el Valencia no sale más tocado de esta eliminatoria quizás sea por los condicionantes que la han rodeado. De hecho uno diría que casi fue mejor para ellos el silencio del murciélago que escuchar las quejas del público que suele ocuparlo.
Conrado Valle
As
En Mestalla se disputó un partido con más goles que historia, aunque se vaya a recordar por siempre por sus circunstancias, mientras que por televisión se vio un simulacro de espectáculo. Diakhaby, causante de dos penaltis antes del descanso, se encargó de liquidar la emoción del partido en sí, un duelo que venía marcado por el 4-1 de la ida. Pero el concepto llamado Champions es mucho más que dos equipos jugando entre sí, es un torneo que trasciende al que gana y hasta compensa al que pierde por el mero hecho de estar en ella; la Champions es diferente por su forma y por su fondo; una experiencia de vida y no un mero partido de fútbol. Así que la UEFA debería meditar sobre ello, porque la frialdad de Mestalla no fue culpa de un comportamiento de radicales sino por la de un virus que está aquí, allá y de momento nadie sabe cuándo se irá.
Mestalla dijo adiós a la Champions en silencio. Nunca siete goles se gritaron tan poco en ese estadio, porque ésta vez ni tan siquiera los narradores de las radios lo cantaron desde sus cabinas. Obviamente por Bérgamo sí se festejarían y mucho. No es para menos. Los de Gasperini están haciendo historia y la escriben situados a las antípodas del ‘catenacio’. Esta es su primera participación en la Champions y estarán entre los ocho mejores de Europa. El Valencia se despidió de la Champions al mismo tiempo que las autoridades confirmaban que se aplazaban las Fallas. Está claro que a orillas del Turia ha habido días mejores; también mejores temporadas.
Todo ello en un partido que tuvo dos protagonistas antagónicos: Diakhaby e Ilicic. Uno lo hizo todo mal; otro, a la perfección. El francés entraría al vestuario ché pidiendo perdón, y si no lo hizo que lo haga hoy, porque los dos penaltis que cometió fueron de principiante. Uno nada más empezar, otro al filo del descanso. Si alguien creía en la remontada, Diakhaby le dejó sin esperanzas. Todo lo contrario que el delantero esloveno a los suyos. Él se fue de Mestalla entre aplausos. Chapeua. Cuatro goles ayer, cinco en la eliminatoria, y pudo hacer alguno más. Ilicic representa lo que es este Atalanta, un equipo de colmillo. Letal.
El Valencia no es que no estuviera ayer en el partido. Lo estuvo incluso pese al madrugador penalti y primer gol de Ilicic. Pero el Atalanta nunca le dejó meterse de veras en faena. El Valencia ha encajado ocho goles en estos octavos de final y así no se puede ir por la vida. Bueno sí, así uno se va a su casa, que es desde donde verán los pupilos de Celades el resto del torneo. El club italiano le ha eliminado con solvencia, con una demostración de armas, virtudes y también defectos. Aquí y allá. En público y en privado.
Solo tras el primer gol de Gameiro se susurró de lejos a la épica, porque el Atalanta tiene tanta pegada como lagunas atrás. Pero el Valencia no tiene defensa ni aunque Coquelin se esfuerce por ser buen central. Así que ni el segundo gol de Gameiro ni el tercer de Ferran sirvieron para nada. Ni tan siquiera para ganar el partido. Ilicic gritó gol dos veces más. Si el Valencia no sale más tocado de esta eliminatoria quizás sea por los condicionantes que la han rodeado. De hecho uno diría que casi fue mejor para ellos el silencio del murciélago que escuchar las quejas del público que suele ocuparlo.