Golpe de Wilstermann a un Colo Colo melancólico
José Vladimir Nogales
JNN Digital
Noche plácida para Wilstermann, que no tuvo que padecer, ni mucho menos, para dar cuenta de un Colo Colo deprimente, que acabó hincando la rodilla por efecto de dos lances un tanto fortuitos, un despiste defensivo y un afortunado rebote en el golero Cortez, bien aprovechados por la voracidad de los rojos. Al margen del modo en que llegaron los goles, muy poco hicieron los chilenos para evitar la derrota, mientras que de Wilstermann destacó su ambición y el esfuerzo que permanentemente trató de imprimir a sus no siempre prolijas evoluciones.
De acierto no anduvo muy sobrado el anfitrión, cuestión que compensó a base de insistencia. Perseveró Wilstermann en un estilo más combinativo, pero muy impreciso (tuvo 80% de eficacia en los pases), que facilitó el corte de los volantes Fuentes y Carmona, atentos para interrumpir y comprimir los espacios. Bajo la dirección estratégica de Chávez (intermitente el primer tiempo), con un juego más variado, fue minando la oposición de un Colo Colo excesivamente contemplativo, conformista, incluso con el marcador en contra, tal y como lo prueba el hecho de que, en la segunda mitad, no ejecutase ni un remate a portería (ensayó 5, cuatro desviados y uno bloqueado).
Mejor en la recuperación que en la elaboración, Wilstermann comenzó gobernando la contienda con una alta posesión del balón (63% en el primer tiempo). Poco fluidos en la circulación y nada finos en el pase interior, los rojos se empeñaron en tirar el muro chileno con el tiro exterior, una novedad en el catálogo de Díaz. Mas, al debilitarse el arreón incial, la puesta en escena fue apática, un tanto funcionarial, con la pelota cosida por concesión de Colo Colo, pero con un juego poco chisposo, demasiado en trance. El técnico argentino se presentó en el Capriles con todo el batallón, con un 4-3-3 que mutaba en un 4-3-1-2 cuando Chávez abandonaba su posición de falso extremo para asumir su tarea de enganche. Pero le costó dar hilo al juego, por la parsimonia colectiva y por el acoso de su adversario, bien fortificado y siempre con el interruptor a punto (el 4-4-3 asumía un 4-4-1-1 muy posicional, juntando las líneas), decidido a cortocircuitar a su rival. Pálido e inconexo el local, Colo Colo se sintió en el paraíso, sin otro sobresalto que un par de desmarques de Arano y Pedriel en dirección al golero Cortez.
A la vuelta del descanso, Wilstermann mejoró sus conexiones, no tanto su juego. Con Arrascaita sobre la orilla derecha (ingresó por Arano), recuperó su dibujo (4-3-3) con Chávez en el eje, pero sin elevar la calidad de la posesión, más allá de conservar el rango (64%). De todos modos, con Chávez cerca de su órbita, Serginho tuvo más presencia, mayor profundidad. El mismo Chávez gravitó más, verticalizando y clarificando un juego pastoso, sumamente atascado en el último tercio de campo.
Colo Colo se mantuvo en su austera postura. Buscó anular las virtudes de Wilstermann amontonando hombres en el centro del campo para intentar anular la línea de pase. Pero lo hizo demasiado atrás.
Antes del cuarto de hora, la insistencia roja arrojó dividendos. Pedriel se anticipó al golero Cortez para anotar de cabeza un balón que se elevó bruscamente tras impactar en un rival.
En ventaja y con mucha mejor disposición, Wilstermann sacó de rueda a Colo Colo, que padeció un asalto tras otro. Wilstermann tenía ímpetu y algún rastro artístico, con arabescos de Arrascaita y toques de violín de Chávez.
Al final, aunque fuera víctima de un despiste y de la astucia de Pedriel, Colo Colo terminó por vencerse (físicamente fundido) y concedió un segundo tanto en el descuento, cuando Justiniano detectó el desmarque de Chávez, que concluyó en un centro que Ballivián envió al travesaño y, tras pegar en el golero, terminó dentro del arco.
La incontestable victoria de Wilstermann ilusiona con la clasificación vista la pobreza de Colo Colo y la incógnita de Peñarol. Qué decir de Colo Colo. Triste, inoperante, con problemas en todos los estamentos del club y, por si fuera poco, sin juego, sin figuras.
JNN Digital
Noche plácida para Wilstermann, que no tuvo que padecer, ni mucho menos, para dar cuenta de un Colo Colo deprimente, que acabó hincando la rodilla por efecto de dos lances un tanto fortuitos, un despiste defensivo y un afortunado rebote en el golero Cortez, bien aprovechados por la voracidad de los rojos. Al margen del modo en que llegaron los goles, muy poco hicieron los chilenos para evitar la derrota, mientras que de Wilstermann destacó su ambición y el esfuerzo que permanentemente trató de imprimir a sus no siempre prolijas evoluciones.
De acierto no anduvo muy sobrado el anfitrión, cuestión que compensó a base de insistencia. Perseveró Wilstermann en un estilo más combinativo, pero muy impreciso (tuvo 80% de eficacia en los pases), que facilitó el corte de los volantes Fuentes y Carmona, atentos para interrumpir y comprimir los espacios. Bajo la dirección estratégica de Chávez (intermitente el primer tiempo), con un juego más variado, fue minando la oposición de un Colo Colo excesivamente contemplativo, conformista, incluso con el marcador en contra, tal y como lo prueba el hecho de que, en la segunda mitad, no ejecutase ni un remate a portería (ensayó 5, cuatro desviados y uno bloqueado).
Mejor en la recuperación que en la elaboración, Wilstermann comenzó gobernando la contienda con una alta posesión del balón (63% en el primer tiempo). Poco fluidos en la circulación y nada finos en el pase interior, los rojos se empeñaron en tirar el muro chileno con el tiro exterior, una novedad en el catálogo de Díaz. Mas, al debilitarse el arreón incial, la puesta en escena fue apática, un tanto funcionarial, con la pelota cosida por concesión de Colo Colo, pero con un juego poco chisposo, demasiado en trance. El técnico argentino se presentó en el Capriles con todo el batallón, con un 4-3-3 que mutaba en un 4-3-1-2 cuando Chávez abandonaba su posición de falso extremo para asumir su tarea de enganche. Pero le costó dar hilo al juego, por la parsimonia colectiva y por el acoso de su adversario, bien fortificado y siempre con el interruptor a punto (el 4-4-3 asumía un 4-4-1-1 muy posicional, juntando las líneas), decidido a cortocircuitar a su rival. Pálido e inconexo el local, Colo Colo se sintió en el paraíso, sin otro sobresalto que un par de desmarques de Arano y Pedriel en dirección al golero Cortez.
A la vuelta del descanso, Wilstermann mejoró sus conexiones, no tanto su juego. Con Arrascaita sobre la orilla derecha (ingresó por Arano), recuperó su dibujo (4-3-3) con Chávez en el eje, pero sin elevar la calidad de la posesión, más allá de conservar el rango (64%). De todos modos, con Chávez cerca de su órbita, Serginho tuvo más presencia, mayor profundidad. El mismo Chávez gravitó más, verticalizando y clarificando un juego pastoso, sumamente atascado en el último tercio de campo.
Colo Colo se mantuvo en su austera postura. Buscó anular las virtudes de Wilstermann amontonando hombres en el centro del campo para intentar anular la línea de pase. Pero lo hizo demasiado atrás.
Antes del cuarto de hora, la insistencia roja arrojó dividendos. Pedriel se anticipó al golero Cortez para anotar de cabeza un balón que se elevó bruscamente tras impactar en un rival.
En ventaja y con mucha mejor disposición, Wilstermann sacó de rueda a Colo Colo, que padeció un asalto tras otro. Wilstermann tenía ímpetu y algún rastro artístico, con arabescos de Arrascaita y toques de violín de Chávez.
Al final, aunque fuera víctima de un despiste y de la astucia de Pedriel, Colo Colo terminó por vencerse (físicamente fundido) y concedió un segundo tanto en el descuento, cuando Justiniano detectó el desmarque de Chávez, que concluyó en un centro que Ballivián envió al travesaño y, tras pegar en el golero, terminó dentro del arco.
La incontestable victoria de Wilstermann ilusiona con la clasificación vista la pobreza de Colo Colo y la incógnita de Peñarol. Qué decir de Colo Colo. Triste, inoperante, con problemas en todos los estamentos del club y, por si fuera poco, sin juego, sin figuras.