El ser o no ser del Oso Pratto

Por más que el fútbol esté parado, el caso de Pratto está latente en todo River: ¿podrá remontar la pendiente o su pase ya se amortizó con lo que hizo?

Olé
Lucas Pratto puede quedarse en River diez años más y no volver a convertir un gol. También puede irse en el próximo mercado de pases sin dejarle a River una suma que siquiera se acerque a la que lo transformó en el jugador más caro de la historia del club. Pratto puede volver a lesionarse, muchas veces. Nada, pero absolutamente nada de lo que suceda en adelante con Lucas Pratto cambiará la certeza de que River hizo el mejor negocio de la vida trayendo al Oso a principios de 2018. Nada, tampoco, podrá borrar el gol en la Bombonera sacando del medio. Ni el empate en el Bernabéu para empezar a revertir el partido más importante de la historia. Ni el gol al Paranaense que valió una Recopa. Pero no deja de ser inquietante que aquel, contra el equipo brasileño, haya sido el último grito del delantero: fue el 30/05/19, hace 10 meses.


Ese partido, de hecho, fue una bisagra, y no sólo porque no haya podido volver a meterla. Fue un punto de quiebre porque ese último gol lo hizo ya lesionado, con una fisura en el sacro que le costó una segunda parte del año pasado en la que jamás logró entrar en ritmo, acaso simbolizado con su fallido ingreso en la final con Flamengo. Ese juego con Paranaense fue la cúspide de su rendimiento y también de su idolatría, festejo con careta de por medio.

De allí en más todo fue hacia abajo salvo el cariño de los hinchas. Y lo preocupante en todo caso es que Pratto sí tuvo pretemporada completa en 2020 y hasta una pre-pretemporada en su casa en vacaciones, pero tampoco pareció dar resultados en la cancha: en esta parte del año se lo vio sin ritmo, entrando muchas veces a contramano, distanciado de la pelota. Por eso no recuperó un lugar en el 11 que, hasta que se interrumpiera la actividad por la emergencia sanitaria, les pertenecía a Suárez y Borré.

Y el Oso está enojado. Hace una autocrítica y a la vez entiende que su falta de ritmo se ganará, justamente, con más participación de la que tuvo hasta acá. “Lucas está como debe estar: molesto por su situación de jugar tan pocos minutos. Es parte de su personalidad ganadora: si no no sería Pratto”, reconoció hace algunos días Gustavo Goñi, su agente, que también reveló que LP “está tranquilo sabiendo que va a revertirlo en cualquier momento”.

Ahora, ¿cuándo llegará ese cualquier momento? El contexto no ayuda porque el regreso del fútbol hoy ni siquiera se ve en el horizonte, pero habrá que ver cuál es el desenlace de una historia que aprieta por distintos flancos. Por un lado, River necesitará de Pratto con cierta urgencia si Scocco decide volverse a Newell’s y aún más si Borré llegara a ser vendido. Pero River necesitará del viejo Pratto y no de la versión tan lejana que mostró en este tiempo. Y en ese sentido habrá que ver hasta dónde se lo espera. La coyuntura no es simple: a sus 31 años, y con este presente que no le hace honor a su gran carrera, al club también le sería difícil venderlo para recuperar parte de la inversión millonaria que hizo en él. El mercado en el que más encajaría es el brasileño (Atlético Mineiro, donde es muy querido, siempre lo tiene en sus planes), pero allí aparecería otro problema: el club de Brasil que lo quiera debería pagar dos millones de euros extra a San Pablo por un acuerdo preexistente cuando River compró el pase. Y la crisis económica pesa: el Oso tiene bien ganado uno de los mejores salarios del plantel, sin contar que en Núñez aún deben una última cuota de 2.000.000 euros a pagar en junio a SP, aunque el contexto internacional probablemente haga aplazar un poco esa fecha.

Mientras piensa en todas esas cosas, igual, el tipo se hace un asadito y brinda por lo que vendrá, que aún es incierto en muchos sentidos, pero sobre todo por lo que ya fue: pase lo que pase, Pratto ya es inolvidable.

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