El resurgir de Tevez: de pensar en el retiro a salir campeón

Carlitos fue determinante para que Boca se consagre campeón: marcó 6 goles en los últimos 7 partidos y le terminó dando el título al Xeneize. La calidad nunca se pierde.

Juampi Reynoso
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Vamos a comenzar esta historia por el momento más triste. Allá por fines de 2016 se despidió de la gente de Boca envuelto en lágrimas, armó sus valijas y se marchó hacia China. Una decisión que todavía cuesta entender y de la que él se arrepiente a cada minuto. Pero el fútbol y la vida siempre dan revancha.


La insólita partida hacia la otra parte del mundo no fue todo: en 2018 decidió regresar para buscar otra vez la gloria. Sin embargo, el destino se encargó de que las cosas no salieran según lo planeado. Los golpes deportivos y sus malas declaraciones lo pusieron en un lugar incómodo, hasta casi distante con muchos de los hinchas. Pero eso, hoy, queda a un lado.

El comienzo del 2020 fue raro para el hombre que supo ser campeón en todas partes del mundo. Eran muchos los que decían que con la llegada del nuevo entrenador perdería lugar, que su relación con Juan Román Riquelme iba a ser el punto final, que se marchaba a otras ligas, que se retiraba, que esto y que lo otro. Para fortuna de los xeneizes, nada de esto de pasó y el nacido en el corazón de Fuerte Apache resurgió entre las cenizas.

Con el arribo de Miguel Ángel Russo, lo que parecía difícil se hizo fácil y los resultados están a la vista de todos. Carlos Tevez, de quien hablamos durante los párrafos anteriores, entendió el lugar que debía ocupar y bajó a tierra. Recuperó el hambre de gloria, se alejó de los micrófonos y se dedicó a hacer lo que mejor saber, jugar a la pelota.

El grito de “Boca campeón” se extiende a lo largo del mundo y gran parte de este título, el número 69 en la historia del club, es del último ídolo. Carlitos, como indica la espalda de su camiseta, marcó 6 goles en los últimos 7 partidos y además tuvo el honor de anotar el tanto que significó un campeonato.

A sus 36 años, Tevez demostró que cuando se quiere, se puede. Porque los grandes jugadores nunca pierden la calidad y la jerarquía. Colgado del alambrado, cara a cara con la gente, con su gente, el número 10 mandó un mensaje claro: no lo retiren antes de tiempo, todavía hay mucho para dar.

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