El Atleti no asalta la Champions

El Sevilla sigue dos puntos por encima del equipo de Simeone y el Getafe, cuarto, falta por jugar. El VAR, protagonista en el Wanda con dos penaltis.

Patricia Cazón
As
Abrazarse a la próxima Champions, engullir una dosis de autoestima, a lo pócima de Panoramix, antes de partir hacia Liverpool. Todo eso buscaba el Cholo en el Metropolitano. También Lopetegui, donde dice Liverpool que diga Roma. Fue un Atlético-Sevilla digno de ese nombre. Intrépido, emocionante, loco, que cambió para siempre una caída en el área. De João Félix, mediada la primera parte.


Con la baja de Fernando condicionando el once de Lopetegui, Gudelj en vez de ocupar su lugar dio un paso atrás y se incrustó entre los centrales, por eso de las espinas al Cholo, los cinco defensas y la kryptonita. Nada más desenrollarse la hierba, desde el inicio, mandó el Cholo. Un Cholo que, por reservarse a Lodi para Anfield, le daba el lateral izquierdo a Hermoso, que se estrenó con un par de entregas comprometidas. Él era la sorpresa de un once que tenía a João Félix como certeza.

El portugués no era sólo destellos, participaba en el juego, lo llenaba. Le bastaba una brizna de hierba para girarse, olfatear y hacer de un balón una oportunidad, indetectable entre líneas. Así llegó la primera rojiblanca, a los cinco minutos. João Félix le filtró a Morata un pase al hueco que Diego Carlos acabó desbaratando al delantero. Había salido el Atlético a buscar al Sevilla muy arriba. Le costó a los hombres de Lopetegui acomodarse en el partido, superar esa primera línea de presión pero cuando Ocampos encontró la llave, el Sevilla no dejó de repiquetear. Primero fue el propio Ocampos, después De Jong, siempre al acecho. La jugada nació en Navas, Savic se hizo un lío y al tratar de anticipar puso la alfombra roja. El holandés, solo ante Oblak, no se lo pensó. Cargó la derecha y fusiló.

Siete minutos más tarde, el partido entraba en el caos, los penaltis, los focos sobre Hernández Hernández. Porque, eso, caía João Félix en una jugada embarullada y despues de cinco minutos de visionado en el VOR y un paseo a la pantalla en la hierba, el árbitro decretaba: en el barullo, una mano de Diego Carlos. Penalti. Morata lo marcaría. Cuatro después João Félix completaba la remontaba. Koke roba, Koke le sirve, el portugués marca tras un rebote.

El partido ya estaba instalado en lo trepidante, polémico, tenso. Al Atleti le duró la alegría apenas. Lo que parecía la mano milagro de cada día de Oblak ante un cabezazo de Reguilón al mirarlo bajo la lupa del VAR era un penalti de Trippier sobre Ocampos. Lo marcaría el propio Ocampos. Se llegaría el descanso 2-2, las pulsaciones disparadas y la cabeza de Felipe rondando a Vaclik en cada balón parado.
Pitos al Cholo por el cambio de João Félix

Regresó el Sevilla al partido con más voz, mando y balón, Banega cada vez más acomodado. Se alejó el Atlético del área de Vaclik. Buscándose ambos en los balones parados. Llorente (enorme los 90¡) enmendaba el enésimo error de Savic cuando Simeone daba por terminado el tiempo de Hermoso en el partido: al lateral Saúl, dentro Carrasco, más vértigo. Su primer remate obligó a Vaclik a una parada a mano cambiada, después de que la pelota pegara en la espalda de Gudelj de camino a portería. Si Lopetegui sacaba a En Nesyri buscando más temblores de Savic, el que quitara a Suso hundió a su equipo. El Atlético lo encerró en su campo. A los disparos de Carrasco, se sumaba el rugido de Costa: entró al partido con una ocasión que se fue a un palmo del poste.

Lopetegui se enmendó con la entrada de Sergi Gómez atrás y el paso adelante de Gudelj, Simeone escuchaba pitos por escamotearle al Metropolitano diez minutos de João: en el 78’ se iba por Vitolo. Ninguno de los quiso arriesgar, mejor el empate que la distancia de cinco puntos, que pensaría el Cholo cuando los calambres ya llenaban las piernas de sus futbolistas (Trippier). La lucha por la Champions se amalgama, se aprieta, tantos equipos para dos puestos, asfixia, nervios. Y los rojiblancos empatan y empatan, pero no logran sacar cabeza ante ninguno de sus rivales directos.

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