China intenta poco a poco volver a una vida normal
Con cerca de 81.000 contaminaciones y más de 3.200 muertos, China es de momento el país más afectado por el virus
Agencia AFP
China, donde en diciembre apareció por primera vez el nuevo coronavirus, intenta recuperar poco a poco una vida normal, como demuestran las cada vez más numerosas mujeres jubiladas que salen a los parques para bailar, eso sí, a distancia y con mascarilla.
Las últimas cifras indican que el número de nuevas contaminaciones es cercano a cero mientras Europa es ahora el epicentro de la epidemia, con estrictas medidas de confinamiento en muchos países.
Fuera de la provincia de Hubei, el epicentro de la pandemia, la circulación aumenta un poco más cada día en las grandes ciudades. Los comercios, cerrados durante casi dos meses, vuelven a abrir sus puertas.
Pero la vuelta a la normalidad todavía queda lejos. La gran mayoría de los habitantes continúa llevando máscara, hay que tomarse la temperatura para entrar en un supermercado o en un restaurante, donde está prohibido sentarse frente a frente.
Aunque perdura el miedo al contagio, en Pekín varias jubiladas han salido de nuevo al parque para practicar el baile en grupo, muy popular en China.
"Durante la epidemia todo el mundo tenía mucho miedo. Ahora toca relajarse" explica Wang Huixian, de 57 años, llevando una mascarilla negra.
"Somos prudentes y guardamos nuestras distancias para evitar cualquier riesgo de contagio", añade Wang, mientras baila a una distancia de tres metros de sus compañeras.
Con cerca de 81.000 contaminaciones y más de 3.200 muertos, China es de momento el país más afectado por el virus.
Sin embargo, ahora el balance es superior en el resto del mundo y la semana pasada el presidente Xi Jinping dijo que la epidemia estaba "prácticamente contenida".
"Tengo la impresión de que las personas contaminadas no pueden salir y las que pueden no están enfermas, por eso estoy tranquila", dice Lai Jinfeng, una puericultura de 41 años, en el Bund.
Pero la manera de vivir ha cambiado. La gente sigue sin darse la mano y muchos cafés y restaurantes retiraron la mitad de las sillas para que la gente no se siente demasiado cerca.
Agencia AFP
China, donde en diciembre apareció por primera vez el nuevo coronavirus, intenta recuperar poco a poco una vida normal, como demuestran las cada vez más numerosas mujeres jubiladas que salen a los parques para bailar, eso sí, a distancia y con mascarilla.
Las últimas cifras indican que el número de nuevas contaminaciones es cercano a cero mientras Europa es ahora el epicentro de la epidemia, con estrictas medidas de confinamiento en muchos países.
Fuera de la provincia de Hubei, el epicentro de la pandemia, la circulación aumenta un poco más cada día en las grandes ciudades. Los comercios, cerrados durante casi dos meses, vuelven a abrir sus puertas.
Pero la vuelta a la normalidad todavía queda lejos. La gran mayoría de los habitantes continúa llevando máscara, hay que tomarse la temperatura para entrar en un supermercado o en un restaurante, donde está prohibido sentarse frente a frente.
Aunque perdura el miedo al contagio, en Pekín varias jubiladas han salido de nuevo al parque para practicar el baile en grupo, muy popular en China.
"Durante la epidemia todo el mundo tenía mucho miedo. Ahora toca relajarse" explica Wang Huixian, de 57 años, llevando una mascarilla negra.
"Somos prudentes y guardamos nuestras distancias para evitar cualquier riesgo de contagio", añade Wang, mientras baila a una distancia de tres metros de sus compañeras.
Con cerca de 81.000 contaminaciones y más de 3.200 muertos, China es de momento el país más afectado por el virus.
Sin embargo, ahora el balance es superior en el resto del mundo y la semana pasada el presidente Xi Jinping dijo que la epidemia estaba "prácticamente contenida".
"Tengo la impresión de que las personas contaminadas no pueden salir y las que pueden no están enfermas, por eso estoy tranquila", dice Lai Jinfeng, una puericultura de 41 años, en el Bund.
Pero la manera de vivir ha cambiado. La gente sigue sin darse la mano y muchos cafés y restaurantes retiraron la mitad de las sillas para que la gente no se siente demasiado cerca.