Bartomeu absoluto
Barcelona, AS
Los que conocen bien a Josep Maria Bartomeu coinciden en señalar que el presidente del Barça, bajo su apariencia de hombre afable y de carácter dialogante esconde una personalidad extremadamente testaruda y que es mucho más duro de lo que aparenta. Los últimos hechos acaecidos en la sala de juntas avalan esta teoría después de que el presidente haya decidido dar un golpe desde arriba imponiéndose a su propia junta a la que ha desactivado después de la crisis por la contratación dela empresa I3 Ventures, que se encargó de la monitorización de las Redes Sociales del club.
A la espera de que se conozcan en breve las conclusiones de la auditoria interna encargada a la empresa Price Waterhouse Coopers, todo apunta a que el presidente va a salir reforzado de esta tormenta que hace tres semanas amenazó su continuidad en un amago de rebelión de su junta que llegó a plantearle que diera un paso al lado para favorecer un relevo continuista de cara a las próximas elecciones. Ante el movimiento de sus vicepresidentes, que se posicionaron con otros directivos del llamado sector joven del consejo, Bartomeu tuvo que ofrecer la cabeza de Jaume Masferrer, su mano derecha y ejecutivo de confianza, que fue relevado temporalmente de sus funciones.
Pero pronto todo volverá a estar como estaba. Por lo que se ha filtrado, las conclusiones de la auditoría exonerarán de cualquier responsabilidad a Bartomeu y Masferrer en el caso de haber alentado la creación de perfiles falsos en las redes para atacar a sus adversarios e incluso criticar a miembros de la plantilla.
Ante esta situación, el presidente del Barça ha asumido el control absoluto de la entidad y como publicaba el martes El Periódico de Catalunya no descarta llamar a capítulo a algunos de sus más íntimos colaboradores ya sea para degradarles o para pedir su dimisión si no se encuentran a gusto con el nuevo estado de cosas, que se resume en un “aquí mando yo”.
La primera escenificación de esta nueva etapa se vivió el martes en el acto del Círculo Ecuestre de Barcelona en el que el presidente dejó muy claras las líneas de la fase final de su mandato: no habrá adelanto electoral y se aparca cualquier debate sucesorio hasta que no se apruebe en referéndum la nueva financiación del Espai Barça, que ha pasado a ser la máxima prioridad de Bartomeu.
El presidente acudió a ese acto sin el apoyo de ninguno de sus directivos a excepción hecha de Emili Rossaud, quien parece ser el designado para, sin prisa alguna, liderar la línea continuista cuando el actual mandatario deba dejar el despacho por exigencia estatutaria. Eso sí, Bartomeu dejó muy claro que si de él dependiera, seguiría al frente de la nave.
Lejos de ejercer el papel de ‘pato cojo’, que es como en Estados Unidos se denomina al presidente que apura los últimos meses de su último mandato favoreciendo el protagonismo de sus posibles sucesores y sin tomar medidas estratégicas, Bartomeu se siente más fuerte que nunca y quiere ejercer de presidente absoluto hasta e último día de su mandato. De momento, los directivos sólo se quejan de puertas afuera, en la sala de juntas, obedecen.
Los que conocen bien a Josep Maria Bartomeu coinciden en señalar que el presidente del Barça, bajo su apariencia de hombre afable y de carácter dialogante esconde una personalidad extremadamente testaruda y que es mucho más duro de lo que aparenta. Los últimos hechos acaecidos en la sala de juntas avalan esta teoría después de que el presidente haya decidido dar un golpe desde arriba imponiéndose a su propia junta a la que ha desactivado después de la crisis por la contratación dela empresa I3 Ventures, que se encargó de la monitorización de las Redes Sociales del club.
A la espera de que se conozcan en breve las conclusiones de la auditoria interna encargada a la empresa Price Waterhouse Coopers, todo apunta a que el presidente va a salir reforzado de esta tormenta que hace tres semanas amenazó su continuidad en un amago de rebelión de su junta que llegó a plantearle que diera un paso al lado para favorecer un relevo continuista de cara a las próximas elecciones. Ante el movimiento de sus vicepresidentes, que se posicionaron con otros directivos del llamado sector joven del consejo, Bartomeu tuvo que ofrecer la cabeza de Jaume Masferrer, su mano derecha y ejecutivo de confianza, que fue relevado temporalmente de sus funciones.
Pero pronto todo volverá a estar como estaba. Por lo que se ha filtrado, las conclusiones de la auditoría exonerarán de cualquier responsabilidad a Bartomeu y Masferrer en el caso de haber alentado la creación de perfiles falsos en las redes para atacar a sus adversarios e incluso criticar a miembros de la plantilla.
Ante esta situación, el presidente del Barça ha asumido el control absoluto de la entidad y como publicaba el martes El Periódico de Catalunya no descarta llamar a capítulo a algunos de sus más íntimos colaboradores ya sea para degradarles o para pedir su dimisión si no se encuentran a gusto con el nuevo estado de cosas, que se resume en un “aquí mando yo”.
La primera escenificación de esta nueva etapa se vivió el martes en el acto del Círculo Ecuestre de Barcelona en el que el presidente dejó muy claras las líneas de la fase final de su mandato: no habrá adelanto electoral y se aparca cualquier debate sucesorio hasta que no se apruebe en referéndum la nueva financiación del Espai Barça, que ha pasado a ser la máxima prioridad de Bartomeu.
El presidente acudió a ese acto sin el apoyo de ninguno de sus directivos a excepción hecha de Emili Rossaud, quien parece ser el designado para, sin prisa alguna, liderar la línea continuista cuando el actual mandatario deba dejar el despacho por exigencia estatutaria. Eso sí, Bartomeu dejó muy claro que si de él dependiera, seguiría al frente de la nave.
Lejos de ejercer el papel de ‘pato cojo’, que es como en Estados Unidos se denomina al presidente que apura los últimos meses de su último mandato favoreciendo el protagonismo de sus posibles sucesores y sin tomar medidas estratégicas, Bartomeu se siente más fuerte que nunca y quiere ejercer de presidente absoluto hasta e último día de su mandato. De momento, los directivos sólo se quejan de puertas afuera, en la sala de juntas, obedecen.