Sin gol ni liderato
El Madrid fracasa en el Ciutat de Valencia por falta de pegada y un enorme desorden final. Hazard se lesionó. Decidió un golazo de Morales.
Luis Nieto
As
Se acabó la ventaja del Madrid, que llegará al Clásico con el agua al cuello y sin liderato que amortigüe su caída. Fue tras un hora de dominio sin balas y una recta final donde asomaron todos los fantasmas del pasado: una alarmante falta de remate, un equipo extremadamente largo y un Courtois excesivamente confiado. El Levante ganó la batalla de la resistencia hasta que llegó el golazo de Morales, tantas veces ángel de la guarda.
Aun encañonado por el liderato provisional del Barça, aun vestido con una alineación repleta de honores, aun convicto del doloroso empate ante el Celta, no tuvo el Madrid la salida explosiva que merecía el caso. El Levante de Paco López es un equipo más aventurero de lo que dicen su clasificación y su presupuesto y no se sintió impresionado por el Madrid ni por las necesidades propias y ajenas. López metió dos puntas, Roger Martí y Mayoral, y las dos alas con más vuelo de la plantilla, Bardhi y Morales. El plan era un careo con el Madrid desde el principio.
Zidane tampoco se dejó nada en la despensa con las excepciones de Valverde y Mendy, amenazado de suspensión. Eso le permitió repetir a Marcelo, que hace más elástica y menos resistente su banda, y le dio otra oportunidad a Isco, ese violín que tan pronto suena como calla. Los otros nueve, salvo percance, estarán en ese doble paseo entre cocodrilos de la próxima semana.
Con unos y con otros poco precavidos quedó un partido a campo abierto, presuntamente más inclinado al Madrid, superior en la pegada, aunque en los últimos tiempos el consumo de goles haya caído en picado. En cinco minutos concentró su fuego sobre el área de Aitor. El meta le detuvo dos remates a Benzema y Modric y luego fue a meter los puños y acabó metiendo la pata en un despeje que pudo acabar en su puerta si Casemiro tiene más tino en su cabezazo bombeado. Al otro lado, todo quedó en un casi, en envíos bienintencionados de Bardhi y Morales a los que no atendió nadie. Quedó la sensación que había más energía que resultados en el juego granota, equipo en el que Campaña pone toda la música. Ahí se juega a lo que él decide. Un futbolista que no suelta la batuta.
Sin embargo, su buen manejo de la situación no evitó que el partido derivase hacia el área de Aitor, asediado en los últimos minutos de la primera mitad. A Benzema se le fue un gol porque, ante el meta, ni tiró ni pasó. Y sin respiro, Aitor sacó un misil de Modric. El Levante llegó a gatas al intermedio.
De más a menos
Y así siguió en la segunda mitad. El cuadro grantoa quedó arropado en el último cuarto de campo, confiado en su fortaleza defensiva y la bajísima definición del Madrid, una noche más con más juego que colmillo. Isco abrió todas las líneas de investigación entre la zaga granota sin encontrar un solo espacio. Y cuando apareció, no hubo acierto en los rematadores. Marcelo le metió a Hazard un pase de primeras que el belga no pudo domar en su galopada en solitario ante Aitor y acabó rematando desastrosamente. Casi de inmediato tuvo que marcharse, lesionado. También reclamó el Madrid un penalti por mano de Campaña, uno de esos que se pitan o no según lo que hayan merendado árbitro y VAR. El empate fue acabando con la cautela del Madrid, que empezó a hacerse peligrosamente largo y vulnerable.
Zidane buscó por fuera lo que por dentro se había apagado, con Lucas Vázquez por un costado y un enorme Vinicius por el otro. Pero entonces el equipo ya era otro, menos dominante y más expuesto. Y en esas, Morales agarró un zurdazo impresionante, lejano y con no demasiado ángulo, por el primer palo que pilló en Babia a Courtois. Fue el fin del Madrid, de su liderato y de esa sensación de seguridad con la que había caminado en los últimos meses. El Clásico ya es a vida o muerte.
Luis Nieto
As
Se acabó la ventaja del Madrid, que llegará al Clásico con el agua al cuello y sin liderato que amortigüe su caída. Fue tras un hora de dominio sin balas y una recta final donde asomaron todos los fantasmas del pasado: una alarmante falta de remate, un equipo extremadamente largo y un Courtois excesivamente confiado. El Levante ganó la batalla de la resistencia hasta que llegó el golazo de Morales, tantas veces ángel de la guarda.
Aun encañonado por el liderato provisional del Barça, aun vestido con una alineación repleta de honores, aun convicto del doloroso empate ante el Celta, no tuvo el Madrid la salida explosiva que merecía el caso. El Levante de Paco López es un equipo más aventurero de lo que dicen su clasificación y su presupuesto y no se sintió impresionado por el Madrid ni por las necesidades propias y ajenas. López metió dos puntas, Roger Martí y Mayoral, y las dos alas con más vuelo de la plantilla, Bardhi y Morales. El plan era un careo con el Madrid desde el principio.
Zidane tampoco se dejó nada en la despensa con las excepciones de Valverde y Mendy, amenazado de suspensión. Eso le permitió repetir a Marcelo, que hace más elástica y menos resistente su banda, y le dio otra oportunidad a Isco, ese violín que tan pronto suena como calla. Los otros nueve, salvo percance, estarán en ese doble paseo entre cocodrilos de la próxima semana.
Con unos y con otros poco precavidos quedó un partido a campo abierto, presuntamente más inclinado al Madrid, superior en la pegada, aunque en los últimos tiempos el consumo de goles haya caído en picado. En cinco minutos concentró su fuego sobre el área de Aitor. El meta le detuvo dos remates a Benzema y Modric y luego fue a meter los puños y acabó metiendo la pata en un despeje que pudo acabar en su puerta si Casemiro tiene más tino en su cabezazo bombeado. Al otro lado, todo quedó en un casi, en envíos bienintencionados de Bardhi y Morales a los que no atendió nadie. Quedó la sensación que había más energía que resultados en el juego granota, equipo en el que Campaña pone toda la música. Ahí se juega a lo que él decide. Un futbolista que no suelta la batuta.
Sin embargo, su buen manejo de la situación no evitó que el partido derivase hacia el área de Aitor, asediado en los últimos minutos de la primera mitad. A Benzema se le fue un gol porque, ante el meta, ni tiró ni pasó. Y sin respiro, Aitor sacó un misil de Modric. El Levante llegó a gatas al intermedio.
De más a menos
Y así siguió en la segunda mitad. El cuadro grantoa quedó arropado en el último cuarto de campo, confiado en su fortaleza defensiva y la bajísima definición del Madrid, una noche más con más juego que colmillo. Isco abrió todas las líneas de investigación entre la zaga granota sin encontrar un solo espacio. Y cuando apareció, no hubo acierto en los rematadores. Marcelo le metió a Hazard un pase de primeras que el belga no pudo domar en su galopada en solitario ante Aitor y acabó rematando desastrosamente. Casi de inmediato tuvo que marcharse, lesionado. También reclamó el Madrid un penalti por mano de Campaña, uno de esos que se pitan o no según lo que hayan merendado árbitro y VAR. El empate fue acabando con la cautela del Madrid, que empezó a hacerse peligrosamente largo y vulnerable.
Zidane buscó por fuera lo que por dentro se había apagado, con Lucas Vázquez por un costado y un enorme Vinicius por el otro. Pero entonces el equipo ya era otro, menos dominante y más expuesto. Y en esas, Morales agarró un zurdazo impresionante, lejano y con no demasiado ángulo, por el primer palo que pilló en Babia a Courtois. Fue el fin del Madrid, de su liderato y de esa sensación de seguridad con la que había caminado en los últimos meses. El Clásico ya es a vida o muerte.