Robertson, de cajero del súper a ganar la Champions League

El lateral del Liverpool concedió una larga entrevista a Daily Mail. Antes del fútbol trabajó en la cadena británica de supermercados Marks and Spencer.

Alberto P. Sierra
As
Andy Robertson toma la banda izquierda del campeón de Europa y del Mundo con la normalidad del trabajador que coge su coche o el transporte público para acudir a su lugar de trabajo. "Juego al fútbol, esquivo el sol y pongo centros". Así se describe en su Instagram el escocés donde no presume de deportivos o joyas, sólo algún buen chándal de Nike, la marca que le patrocina.


Al escocés no le van esas cosas. Su sueño era llegar a ser futbolista pero el dinero, aunque si le soluciona, no le llena. Así lo reconoce en una entrevista con Daily Mail. "El dinero no me hace feliz, pero desde los tres o cuatro años quise ser futbolista. Ese era mi sueño en la vida", reconoce.

Y es que Andy Robertson sabe lo que es ganarse los euros como cualquier chico de Glasgow. Cuando era más joven, el escocés pasó una temporada como cajero en la cadena británica de supermercados Marks and Spencer. "Demasiado bajito para apilar cosas en las estanterías", reconoce. Pero el físico perfecto para ser el lateral de Klopp.

El lateral soñó con el fútbol y consiguió su sueño pero, si tuviera que seguir en la caja, asegura, sería igual de feliz. "Que dijeran que dejar la caja del Marks and Spencer era un cuento de hadas me pareció irrespetuoso para las miles de personas que trabajan allí. Son vidas normales y se puede vivir bien trabajando allí. ¿Qué si soy más feliz jugando que en el Marks & Spencer? Claro, pero si esa hubiera sido mi vida sería la misma persona que soy hoy. El dinero no me da la felicidad", afirma.

El escocés se crío en Glasgow y juega en Liverpool, ambas ciudades obreras, y esta forma de pensar la vuelca en su juego en el césped. No escatima una carrera, ni una gota de trabajo. "Olvida el dinero y todo lo demás. Juego al fútbol todos los días. Es mi trabajo soñado. Si me pagaran el mismo salario que a un empleado del supermercado no me molestaría", asegura. Sólo poder tocar el balón todos los días hace feliz a un Robertson consciente de sus orígenes y sus privilegios actuales. La normalidad en una vida de ensueño que empieza a llenarse de títulos.

En la eliminatoria del año pasado ante el Barcelona, el lateral del Liverpool empujó a Messi tras un choque, una acción de la que se arrepiente: "Recuerdo ese momento con vergüenza. No me gusta verlo. Ese día nada ni nadie se interponía ante nosotros, creamos esa atmósfera de remontada, había mucha intensidad y… Pero hacer eso al mejor del mundo, no tiene explicación. No tengo nada más que respeto por él y por el Barcelona, pero entramos en ese partido con la intención de remontar un 3-0 abajo, necesitábamos un milagro, necesitábamos algo especial y si esa pequeña acción frenaba o condicionaba al mejor jugador del mundo jugando… ", reconoce.

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