Mané alivia el sufrimiento del Liverpool a tres días del Wanda

Un incómodo Liverpool sacó adelante un duelo en el que el alemán no pudo ahorrar recursos. El Norwich dio pistas al Atlético. Mané volvió tras tres semanas lesionado.

Alberto Muñoz
As
Si el Liverpool buscaba un calentamiento apropiado para lo que va a suponer la ida de octavos de final contra el Atlético el martes, lo encontró en Carrow Road. Sufridísima victoria de los de Klopp ante un Norwich recién ascendido que no dudó en meter pierna, comprometerse tanto en ataque como en defensa y que, cuando se vio superado, se encomendó a su portero para desesperar a los reds. Solo Mané, que comenzó el partido desde el banquillo, fue capaz de batir a un Tim Krul estelar, haciendo aún más evidente la abismal diferencia con un Manchester City que puede terminar la jornada a 25 puntos del líder.


Desde el primer momento el Norwich le dejó claro al líder que, por muy invencible que parezca, no iba a entregar los tres puntos de su feudo tan fácilmente, a pesar de que allí apenas han sumado tres victorias desde que comenzó la temporada. Los de Daniel Farke, recién ascendidos de la Championship, pelearon con uñas y dientes e incluso pudieron adelantarse en el marcador en la primera mitad, pero Alisson sofocó un mano a mano que ya se cantaba como gol.

Aun así, los reds, que habían vuelto del parón sin Mané ni Fabinho en su equipo titular, amasaron la posesión y las ocasiones sin que eso supusiese que fueran capaces de irse al descanso con un gol que les allanase el encuentro. Un partido sufrido que lo fue, también en gran parte, por un Tim Krul que las sacó de todos los colores para desesperación de jugadores como Keita, que no pudo batirle ni a bocajarro, desde dentro del área chica y con el portero vencido.

La agonía, que vino acompañada de un disparo al poste de Tettey, se prolongó hasta el minuto 78, momento en que Henderson se inventó un pase largo desde el centro del campo que Mané hizo bueno y, tras revolverse con muchísima clase dentro del área, batió de una vez por todas al meta neerlandés. Firmino, en los compases finales, pudo haber sentenciado aún más el encuentro, pero, a pesar de tener toda la portería para él, envió el balón a las nubes, lo que desesperó a un Klopp que no se permite ni un segundo de relajación.

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