La ONU advirtió que el Estado Islámico se está reconstituyendo en Irak y Siria
El cambio de líder no habría generado ninguna reorientación estratégica en la organización terrorista, según destaca un reporte remitido al Consejo de Seguridad. El grupo yihadista contaría con unos fondos de USD 100 millones y este lunes reivindicó el ataque en Londres que dejó tres heridos
Infobae
Estado Islámico está comenzando a reconstituirse tanto en Irak como en Siria, su zona de actuación originaria, con un incremento considerable en el número de ataques y sin que por el momento se haya constatado un cambio en su orientación estratégica a raíz del cambio en su cúpula tras la muerte el pasado 26 de octubre de su líder, Abú Bakr al Baghdadi.
Esta es la principal conclusión del último informe remitido al Consejo de Seguridad de la ONU por el comité encargado de hacer seguimiento a las actividades de Estado Islámico y Al Qaeda. Pese a que el grupo terrorista perdió el pasado marzo el último reducto de su ‘califato’ en Siria, “ha empezado a reafirmarse” tanto en este país como en el vecino Irak.
Así, “está organizando ataques insurgentes cada vez más audaces, pidiendo y planificando la fuga de combatientes de Estado Islámico que se encuentran en centros de detención y explotando las deficiencias del entorno de seguridad de ambos países”, resalta el informe consultado por Europa Press.
Entre julio y septiembre pasados, "se aceleró el ritmo de reconstitución" de Estado Islámico "como red encubierta en Siria, de forma similar a lo que había sucedido en Irak en 2019", explica la ONU. "Liberados de la responsabilidad de defender el territorio, se produjo un aumento notable de los ataques en zonas de todo el país controladas por el Gobierno sirio que antes eran tranquilas", precisa.
La muerte de Al Baghdadi, que se inmoló al verse acorralado por las fuerzas especiales estadounidenses, y la del portavoz de Estado Islámico, Abú al Hasán al Muyahir, al día siguiente en otra operación de Estados Unidos supuso un golpe para la organización terrorista, si bien los estados miembro de la ONU “consideran poco probable que con el nuevo líder se produzca un cambio en la orientación estratégica”.
Sobre el nuevo líder, Abú Ibrahim al Hashimi al Qurashi, el informe señala que algunos países creen que en realidad es Mohamed Abdulrahman al Mauli al Salbi, “segundo de Al Baghdadi” y a quien expertos en yihadismo han identificado como el artífice de la campaña contra los yazidíes en Irak.
La orientación estratégica no cambiará
Según el informe, no está claro si Abú Ibrahim “se erigirá en una fuerza organizadora eficaz, capaz de dirigir lo que hoy es un grupo disperso y heterogéneo de partidarios y afiliados”. “La valoración actual es que la orientación estratégica en lo que respecta a la administración, la propaganda y el reclutamiento no ha cambiado y que el mando y control entre el núcleo de Estado Islámico en la zona de conflicto y sus afiliados en el extranjero se mantendrá”, añade el documento.
En lo que se refiere al teatro de operaciones de Irak y Siria, alerta de los "desafíos de seguridad y humanitarios" que supone el campo de desplazados de Al Hol, en el norte de Siria, donde residen miles de antiguos milicianos y sus familias, así como otros centros de detención en la zona.
En este sentido, se ha constatado la presencia de milicianos de Estado Islámico en Idlib, una provincia del norte de Siria controlada por grupos próximos a Al Qaeda, mientras que en Irak los combatientes del grupo terrorista se encuentran principalmente en la provincia de Anbar, fronteriza con Siria.
A fecha de julio de 2019, se estima que había unos 1.000 combatientes en el oeste de Irak y las zonas fronterizas. Según la ONU, la frontera entre los dos países “sigue sin ser suficientemente segura, lo que permite cierto movimiento de combatientes” y ha provocado un aumento de la actividad de Estado Islámico en las provincias de Deir Ezzor y Hasaka y “un repunte de los ataques contra la coalición encabezada por Estados Unidos y contra grupos armados locales”.
De acuerdo con el documento, “Afganistán sigue siendo la zona de conflicto que más preocupa” fuera de Irak y Siria. Aunque Estado Islámico ha sufrido “pérdidas importantes” en este país y en noviembre pasado fue expulsado en gran medida por las fuerzas afganas y los talibán de la provincia de Nangarhar, su principal bastión, el informe resalta que el grupo “ha demostrado ser resiliente y todavía se considera que representa una amenaza grave”. El grupo tendría unos 2.500 combatientes en la actualidad en Afganistán, 2.100 de los cuales están en la provincia de Kunar.
Éxito de las filiales en el lago Chad y el Sahel
Pero sin duda, la filial que “más éxito” obtuvo en el periodo analizado por el informe es la que opera en la cuenca del lago Chad, Estado Islámico en África Occidental (ISWA), que se escindió de Boko Haram en 2016. Esta filial ha superado a la que comanda Abubakar Shekau, “tanto en capacidad como en número de combatientes”, con unos 5.000 en las filas de ISWA frente a los entre 500 y 2.000 con que contaría Boko Haram.
Esta ‘provincia’ del grupo terrorista “mantuvo un ritmo elevado de ataques y reunió un volumen considerable de armas, material y suministros gracias a sus incursiones contra las fuerzas de seguridad nigerianas y reforzó sus vínculos con Estado Islámico en Gran Sáhara (ISGS)”, la filial que tiene su “bastión” en la zona fronteriza entre Malí, Burkina Faso y Níger.
Así, añade el informe, ISGS está empleando ahora "tácticas que suelen estar asociadas a las operaciones" de la filial en el lago Chad como lo demuestran "ataques no solo contra pequeños puestos de avanzada sino también contra grandes campamentos militares, con objeto de apoderarse de un número considerable de armas, municiones, vehículos y gasolina". Además, "ya cuentan con facilitadores comunes y se considera que esto presagia una mejor conexión operacional entre el teatro del Sahel y el de la cuenca del lago Chad".
Fuera de estos tres escenarios, el informe se refiere a la presencia de Estado Islámico en países como Libia, donde el número de combatientes se ha reducido, o Somalia, donde también parece estar perdiendo cierto fuelle, mientras que la amenaza en África Central, donde se ha creado una nueva provincia que abarca principalmente Mozambique y República Democrática del Congo, "sigue evolucionando". Esta última filial contaría con 2.000 reclutas locales y combatientes extranjeros procedentes de distintos países africanos.
Sigue sin reconstituir su capacidad operacional externa
A pesar del éxito de algunas de sus provincias, la ONU resalta que Estado Islámico "todavía no ha conseguido reconstituir su capacidad operacional externa y sigue dependiendo de los ataques inspirados para demostrar su pertinencia fuera de las zonas de conflicto". No obstante, el grupo terrorista "está trabajando activamente para restablecer la capacidad de dirigir operaciones internacionales complejas".
En este sentido, el informe incide en que “la cuestión de los combatientes terroristas extranjeros sigue siendo acuciante”, puesto que se estima que “entre la mitad y dos terceras partes de los más de 40.000 combatientes que se unieron al ‘califato’ siguen vivos”, y reconoce que no todos los estados miembro de la ONU están a favor de la repatriación de sus nacionales.
No obstante, "a pesar de las debilidades de la estructura actual", el informe advierte de que sigue existiendo la amenaza de "un ataque complejo planificado en Europa, especialmente a manos de antiguos operativos con capacidad para operar de forma independiente" y deja claro que en el Viejo Continente "los terroristas autóctonos siguen representando la principal amenaza".
Por último, el documento indica que, según los cálculos del equipo de vigilancia de las acciones de Estado Islámico, el grupo terrorista cuenta con unas reservas financieras de entre los 50 y los 300 millones de dólares, si bien la cifra más acertada rondaría los 100 millones.
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Estado Islámico está comenzando a reconstituirse tanto en Irak como en Siria, su zona de actuación originaria, con un incremento considerable en el número de ataques y sin que por el momento se haya constatado un cambio en su orientación estratégica a raíz del cambio en su cúpula tras la muerte el pasado 26 de octubre de su líder, Abú Bakr al Baghdadi.
Esta es la principal conclusión del último informe remitido al Consejo de Seguridad de la ONU por el comité encargado de hacer seguimiento a las actividades de Estado Islámico y Al Qaeda. Pese a que el grupo terrorista perdió el pasado marzo el último reducto de su ‘califato’ en Siria, “ha empezado a reafirmarse” tanto en este país como en el vecino Irak.
Así, “está organizando ataques insurgentes cada vez más audaces, pidiendo y planificando la fuga de combatientes de Estado Islámico que se encuentran en centros de detención y explotando las deficiencias del entorno de seguridad de ambos países”, resalta el informe consultado por Europa Press.
Entre julio y septiembre pasados, "se aceleró el ritmo de reconstitución" de Estado Islámico "como red encubierta en Siria, de forma similar a lo que había sucedido en Irak en 2019", explica la ONU. "Liberados de la responsabilidad de defender el territorio, se produjo un aumento notable de los ataques en zonas de todo el país controladas por el Gobierno sirio que antes eran tranquilas", precisa.
La muerte de Al Baghdadi, que se inmoló al verse acorralado por las fuerzas especiales estadounidenses, y la del portavoz de Estado Islámico, Abú al Hasán al Muyahir, al día siguiente en otra operación de Estados Unidos supuso un golpe para la organización terrorista, si bien los estados miembro de la ONU “consideran poco probable que con el nuevo líder se produzca un cambio en la orientación estratégica”.
Sobre el nuevo líder, Abú Ibrahim al Hashimi al Qurashi, el informe señala que algunos países creen que en realidad es Mohamed Abdulrahman al Mauli al Salbi, “segundo de Al Baghdadi” y a quien expertos en yihadismo han identificado como el artífice de la campaña contra los yazidíes en Irak.
La orientación estratégica no cambiará
Según el informe, no está claro si Abú Ibrahim “se erigirá en una fuerza organizadora eficaz, capaz de dirigir lo que hoy es un grupo disperso y heterogéneo de partidarios y afiliados”. “La valoración actual es que la orientación estratégica en lo que respecta a la administración, la propaganda y el reclutamiento no ha cambiado y que el mando y control entre el núcleo de Estado Islámico en la zona de conflicto y sus afiliados en el extranjero se mantendrá”, añade el documento.
En lo que se refiere al teatro de operaciones de Irak y Siria, alerta de los "desafíos de seguridad y humanitarios" que supone el campo de desplazados de Al Hol, en el norte de Siria, donde residen miles de antiguos milicianos y sus familias, así como otros centros de detención en la zona.
En este sentido, se ha constatado la presencia de milicianos de Estado Islámico en Idlib, una provincia del norte de Siria controlada por grupos próximos a Al Qaeda, mientras que en Irak los combatientes del grupo terrorista se encuentran principalmente en la provincia de Anbar, fronteriza con Siria.
A fecha de julio de 2019, se estima que había unos 1.000 combatientes en el oeste de Irak y las zonas fronterizas. Según la ONU, la frontera entre los dos países “sigue sin ser suficientemente segura, lo que permite cierto movimiento de combatientes” y ha provocado un aumento de la actividad de Estado Islámico en las provincias de Deir Ezzor y Hasaka y “un repunte de los ataques contra la coalición encabezada por Estados Unidos y contra grupos armados locales”.
De acuerdo con el documento, “Afganistán sigue siendo la zona de conflicto que más preocupa” fuera de Irak y Siria. Aunque Estado Islámico ha sufrido “pérdidas importantes” en este país y en noviembre pasado fue expulsado en gran medida por las fuerzas afganas y los talibán de la provincia de Nangarhar, su principal bastión, el informe resalta que el grupo “ha demostrado ser resiliente y todavía se considera que representa una amenaza grave”. El grupo tendría unos 2.500 combatientes en la actualidad en Afganistán, 2.100 de los cuales están en la provincia de Kunar.
Éxito de las filiales en el lago Chad y el Sahel
Pero sin duda, la filial que “más éxito” obtuvo en el periodo analizado por el informe es la que opera en la cuenca del lago Chad, Estado Islámico en África Occidental (ISWA), que se escindió de Boko Haram en 2016. Esta filial ha superado a la que comanda Abubakar Shekau, “tanto en capacidad como en número de combatientes”, con unos 5.000 en las filas de ISWA frente a los entre 500 y 2.000 con que contaría Boko Haram.
Esta ‘provincia’ del grupo terrorista “mantuvo un ritmo elevado de ataques y reunió un volumen considerable de armas, material y suministros gracias a sus incursiones contra las fuerzas de seguridad nigerianas y reforzó sus vínculos con Estado Islámico en Gran Sáhara (ISGS)”, la filial que tiene su “bastión” en la zona fronteriza entre Malí, Burkina Faso y Níger.
Así, añade el informe, ISGS está empleando ahora "tácticas que suelen estar asociadas a las operaciones" de la filial en el lago Chad como lo demuestran "ataques no solo contra pequeños puestos de avanzada sino también contra grandes campamentos militares, con objeto de apoderarse de un número considerable de armas, municiones, vehículos y gasolina". Además, "ya cuentan con facilitadores comunes y se considera que esto presagia una mejor conexión operacional entre el teatro del Sahel y el de la cuenca del lago Chad".
Fuera de estos tres escenarios, el informe se refiere a la presencia de Estado Islámico en países como Libia, donde el número de combatientes se ha reducido, o Somalia, donde también parece estar perdiendo cierto fuelle, mientras que la amenaza en África Central, donde se ha creado una nueva provincia que abarca principalmente Mozambique y República Democrática del Congo, "sigue evolucionando". Esta última filial contaría con 2.000 reclutas locales y combatientes extranjeros procedentes de distintos países africanos.
Sigue sin reconstituir su capacidad operacional externa
A pesar del éxito de algunas de sus provincias, la ONU resalta que Estado Islámico "todavía no ha conseguido reconstituir su capacidad operacional externa y sigue dependiendo de los ataques inspirados para demostrar su pertinencia fuera de las zonas de conflicto". No obstante, el grupo terrorista "está trabajando activamente para restablecer la capacidad de dirigir operaciones internacionales complejas".
En este sentido, el informe incide en que “la cuestión de los combatientes terroristas extranjeros sigue siendo acuciante”, puesto que se estima que “entre la mitad y dos terceras partes de los más de 40.000 combatientes que se unieron al ‘califato’ siguen vivos”, y reconoce que no todos los estados miembro de la ONU están a favor de la repatriación de sus nacionales.
No obstante, "a pesar de las debilidades de la estructura actual", el informe advierte de que sigue existiendo la amenaza de "un ataque complejo planificado en Europa, especialmente a manos de antiguos operativos con capacidad para operar de forma independiente" y deja claro que en el Viejo Continente "los terroristas autóctonos siguen representando la principal amenaza".
Por último, el documento indica que, según los cálculos del equipo de vigilancia de las acciones de Estado Islámico, el grupo terrorista cuenta con unas reservas financieras de entre los 50 y los 300 millones de dólares, si bien la cifra más acertada rondaría los 100 millones.