La aventura portuguesa de Íker Casillas y Sara Carbonero llega a su fin
La pareja prepara su regreso a Madrid, pues Casillas optará a la presidencia de la Real Federación Española de Fútbol
Madrid, ABC
La aventura de Íker Casillas y Sara Carbonero en tierras portuguesas está llegando a su fin. Ya se encuentran preparando la mudanza de Oporto a Madrid, aunque la ciudad lusa se ha instalado definitivamente en sus corazones gracias a su belleza y a la gran acogida que les ha brindado desde su traslado en agosto de 2015.
El portero ha de centrarse en perfilar su candidatura a la presidencia a la Real Federación Española de Fútbol, que él mismo proclamó a través de las redes sociales para competir con Luis Rubiales. Y todavía no se sabe la fecha en que se celebrarán las elecciones, pues falta que el Tribunal Administrativo del Deporte tome la decisión de si serán en abril o en noviembre.
Casillas continúa con su contrato vigente como guardameta del Oporto, que expira el próximo 30 de junio. Obviamente, no ha vuelto a jugar desde que sufrió un infarto el pasado 1 de mayo y es un secreto a voces que no lo hará nunca más. Pero él no ha anunciado oficialmente su retirada de los terrenos de juego.
Por su parte, Sara está en una fase de estabilización después de la quimioterapia y sus consecuencias, dirigida precisamente desde una conocida clínica de Madrid. Así que su retorno a la capital es lo que mejor les va a los dos, aunque dejan grandes amigos y vivencias en Oporto.
Acertaron desde el primer día al elegir la exclusiva zona de Foz para residir, justo enfrente del paseo marítimo y muy cerca de la playa de Matosinhos. Primero en un piso por el que pagaban 6.000 euros al mes de alquiler y posteriormente en un ático más grande, pero muy cerca, cuando la familia se amplió con el pequeño Lucas.
Su estilo de vida se encontraba completamente asentado y el mayor de sus dos hijos, Martín, sabe hablar portugués, no solo por la educación que recibe en la escuela sino porque su madre le solía leer libros en esa lengua.
Ahora que comienzan a pensar en su retorno a España, las maletas guardarán la esencia del encanto de Oporto, con sus recuerdos de las terrazas de la Ribeira, de la mágica librería Lello, de las cuestas que conducen al emblemático puente D. Luis I, de los comercios y las cafeterías ‘eco-chic’…
Sara Carbonero nunca fue ajena a la vida cultural de la ciudad a orillas del Océano Atlántico, de ahí que airease su pasión por los grafitis de Hazul, un misterioso artista urbano local del que nadie sabe su identidad (cual Banksy a la portuguesa), que se dejara seducir por la exquisitez de Claus Porto (la marca local de cuidado personal fundada en 1887) o por el fado de Ana Moura, Mariza y Carminho, así como por la poesía de Florbela Espanca.
Aún les restan unas semanas por delante en Oporto, pero el momento del adiós se acerca. Cuando se produzca la despedida, se habrán contabilizado cinco años que los marcarán para siempre.
Madrid, ABC
La aventura de Íker Casillas y Sara Carbonero en tierras portuguesas está llegando a su fin. Ya se encuentran preparando la mudanza de Oporto a Madrid, aunque la ciudad lusa se ha instalado definitivamente en sus corazones gracias a su belleza y a la gran acogida que les ha brindado desde su traslado en agosto de 2015.
El portero ha de centrarse en perfilar su candidatura a la presidencia a la Real Federación Española de Fútbol, que él mismo proclamó a través de las redes sociales para competir con Luis Rubiales. Y todavía no se sabe la fecha en que se celebrarán las elecciones, pues falta que el Tribunal Administrativo del Deporte tome la decisión de si serán en abril o en noviembre.
Casillas continúa con su contrato vigente como guardameta del Oporto, que expira el próximo 30 de junio. Obviamente, no ha vuelto a jugar desde que sufrió un infarto el pasado 1 de mayo y es un secreto a voces que no lo hará nunca más. Pero él no ha anunciado oficialmente su retirada de los terrenos de juego.
Por su parte, Sara está en una fase de estabilización después de la quimioterapia y sus consecuencias, dirigida precisamente desde una conocida clínica de Madrid. Así que su retorno a la capital es lo que mejor les va a los dos, aunque dejan grandes amigos y vivencias en Oporto.
Acertaron desde el primer día al elegir la exclusiva zona de Foz para residir, justo enfrente del paseo marítimo y muy cerca de la playa de Matosinhos. Primero en un piso por el que pagaban 6.000 euros al mes de alquiler y posteriormente en un ático más grande, pero muy cerca, cuando la familia se amplió con el pequeño Lucas.
Su estilo de vida se encontraba completamente asentado y el mayor de sus dos hijos, Martín, sabe hablar portugués, no solo por la educación que recibe en la escuela sino porque su madre le solía leer libros en esa lengua.
Ahora que comienzan a pensar en su retorno a España, las maletas guardarán la esencia del encanto de Oporto, con sus recuerdos de las terrazas de la Ribeira, de la mágica librería Lello, de las cuestas que conducen al emblemático puente D. Luis I, de los comercios y las cafeterías ‘eco-chic’…
Sara Carbonero nunca fue ajena a la vida cultural de la ciudad a orillas del Océano Atlántico, de ahí que airease su pasión por los grafitis de Hazul, un misterioso artista urbano local del que nadie sabe su identidad (cual Banksy a la portuguesa), que se dejara seducir por la exquisitez de Claus Porto (la marca local de cuidado personal fundada en 1887) o por el fado de Ana Moura, Mariza y Carminho, así como por la poesía de Florbela Espanca.
Aún les restan unas semanas por delante en Oporto, pero el momento del adiós se acerca. Cuando se produzca la despedida, se habrán contabilizado cinco años que los marcarán para siempre.