Cristiano Ronaldo cumple 35 años: 5 historias que explican cómo se transformó en uno de los mejores futbolistas de la historia

La obsesión por la competencia y el físico nacieron casi al mismo tiempo que su pasión por el deporte. El gimnasio y la alimentación, sus grandes aliados. Y dónde afloró su amor por el espejo

Infobae
Cristiano Ronaldo cumple 35 años. Y el festejo lo encuentra totalmente vigente. Con una forma física envidiable, liderando a la Juventus que habita la cima de la Serie A de Italia (19 goles en 19 fechas) y sueña con seguir su camino en la Champions League (enfrentará en los octavos de final al Olympique de Lyon). El portugués logró potenciar su talento natural con una naturaleza competitiva salvaje y una disciplina de hierro que logró estirar el pico de su carrera.


¿Cómo se transformó en el temible delantero, desequilibrante y completo, capaz de romper redes, de gambetear, de arrollar rivales a pura potencia o de cabecear gracias a una capacidad de salto digna de un NBA? ¿Cómo mutó del “flaquito”, tal como se definía, a esta máquina a tracción a músculos que supo pelear mano a mano la corona de la década con Lionel Messi? Aquí, cinco historias que explican cómo se convirtió en uno de los mejores futbolistas de la historia.

COMPETITIVO DESDE LA CUNA

La historia familiar de la familia Ronaldo es dolorosa. Su mamá, Dolores Aveiro, conoció siendo adolescente a José Dinis, un chico del barrio fino, atento. Tuvieron dos hijos, Elma y Hugo antes de que José tuviera que ir a la guerra a defender a Portugal ante la rebelión independentista de Angola, Guinea Bissay y Mozambique. Al volver, nunca más fue el mismo. Aparecía ensimismado, se dio a la bebida y nació Katia, y cuando finalmente en febrero de 1985 nació Cristiano, quien no llegó en un buen momento familiar. Sin embargo, fue el encargado de alumbrar la esperanza. Si hasta el médico le comentó a su madre “con un peso como este, está para ser jugador de fútbol”.

A los diez años, Cristiano arrasaba en el Andoerinha. Y su obsesión por descollar y por anotar goles ya era marcada. Lo llamaban “llorón”, porque se deshacía en lágrimas cuando no le daban el balón, o cuando fallaba un gol. También recibió el apodo “Abejita”, porque no paraba de correr por el campo de juego.

GIMNASIO ABIERTO LAS 24 HORAS

Davide Gomes, uno de sus primeros entrenadores, avisó ya en sus orígenes como futbolista: “Un chico normal con una familia estable, que pasa mucho tiempo en casa y que no falta a la escuela, tiene hora y media o dos horas de entrenamiento. Ronaldo venía con 10 a 12 horas por día”. Cuando pasó al Sporting, con apenas 12 años, sus nuevos compañeros lo cargaban por su acento, típico de los habitantes de Madeira. Pero él redobló esfuerzos para destacarse dentro del campo de juego y enterrar las burlas. Entonces decía que quería “correr tan rápido como Thierry Henry". "Denme dos semanas y seré tan rápido como él”, decía. Y vaya si cumplió.

En el equipo había un brasileño, André Cruz, con una masa muscular enorme que levantaba pesas de 90 kilos, por lo que Cristiano dijo que levantaría 95. Practicó y lo consiguió. En su habitación hacía abdominales y brazos todos los días. Era un fenómeno. “Con catorce años, se levantaba a la noche en silencio para ir al gimnasio. Tenía que saltar una valla y entrar por la ventana. Hacía pesas y corría cuarenta minutos por la cinta. ¡Le tuvieron que poner candados al gimnasio! Una vez me llevó con él de vacaciones a Madeira y salía a correr con pesas en los tobillos, en calles empinadas, con 35 grados de calor. O jugaba con pelotas imaginarias para, según él, ganar en velocidad de piernas”, contó Cruz.

EL LOOK DEL CAMPEÓN

Cuando arribó al Manchester United (en la temporada 2003/2004), recibió los primeros foules de “bienvenida” y se hizo amigo del grupo que hablaba español (Quinton Fortune, Diego Forlán, el arquero Ricardo, el preparador físico Walter Di Salvo, Gerard Piqué y Gabriel Heinze). Vestía jeans apretados, anteojos de sol, camisetas transparentes. Su físico aún no había adquirido su dimensión actual, era “flaquito” y el vestuario se reía de él. Por eso empezó a arreglarse el cutis, se cambió la dentadura. Afloró su perfil narcisista. Wayne Rooney describía cómo se cambiaba en el vestuario: “Se viste, se pone los botines, después se mira en el espejo con concentración… No he visto a nadie hasta ahora con la autoconfianza de Ronaldo”.

EL FÍSICO DEFINITIVO

Mike Clegg se convirtió en el “entrenador del desarrollo de la potencia” en el Manchester United. Con su trabajo alargó la carrera de jugadores como Keane o Giggs hasta casi los 40 años. Y CR7 lo vio como una oportunidad: comenzó a trabajar con él en el gimnasio con la idea de “llegar a ser el mejor jugador del mundo”.

Clegg hizo que Ronaldo boxeara, nadara, hiciera estiramientos. Cuenta que tiene un cerebro privilegiado y que “ama el camino, la batalla, perdió varias batallas, pero eso es muy bueno. Lo importante es que lo tenía todo planeado en su cabeza. Lo que tenía que hacer y cómo lo tenía que hacer. Es un genio justamente por eso. Nunca antes me había encontrado un jugador como él”.

Hace poco más de un mes, reconoció que fue el entrenamiento y la dieta lo que lo llevó a sostener su rendimiento a lo largo del tiempo, incluso más allá del momento en el que la curva del futbolista se transforma en descendente. “El 90% de mi éxito es mantener mi cuerpo, entrenar bien, cuidarse. Si no te cuidas, nadie va a ayudarte. A veces como pizza con mi hijo, tampoco soy tan aburrido. Gimnasio no puedo hacer todo los días, si lo hiciera todos los días, estaría cansado en el partido. Lo más importante es el balance. Es entrenar inteligentemente y conocer tu cuerpo. No es lo mismo el trabajo que tengo que hacer hoy que cuando tenía 27, 28 años. Pero me siento bien, motivado, pero la clave es estar motivado. Estar bien de la cabeza”, señaló.

EL DÍA QUE GOLEÓ A CARLOS TEVEZ CON EL RELOJ

Carlos Tevez, quien lo tuvo como compañero en el Manchester United, reveló el nivel de obsesión de Cristiano por el trabajo. El actual delantero de boca se propuso vencerlo con el reloj en la mano. No pudo: “Yo iba al club temprano, nos entrenábamos a las 9 y llegaba 7.30. Bueno, Cristiano ya estaba en el gimnasio. Entonces, ¿qué decís? ‘Bueno, voy a llegar a las 7’. Al día siguiente, a las 7 de la mañana, él de nuevo en el gimnasio. ‘Voy a las 6.45’, me desafié. Llego y él ya estaba en el gimnasio, no lo podía cagar nunca, el tipo es un enfermo, siempre estaba antes que yo. “Yo aprendí de él a ser profesional en esas cosas”, concluyó.

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