Compost humano: cómo es la manera ecológica de disponer de los cadáveres que ya comienza a usarse en Estados Unidos
El estado de Washington fue el primero en lagalizarla. El año próximo una empresa de Seattle comenzará a brindar el servicio a un costo de USD 5.500 por persona
Infobae
Cuando una persona muere, existen dos maneras estándar de proceder con su cuerpo: el entierro o la cremación. Pero en los Estados Unidos se ha comenzado a legalizar una tercera: el compost de humanos. El estado de Washington, el primero en aprobar el método, abrirá su primera instalación, Recompose, en 2021, y en Colorado este año se discutirá la ley.
Recompose, que se encuentra en Seattle, ofrece un proceso de “reducción orgánica natural”. Katrina Spade concibió la idea mientras estudiaba arquitectura en la Universidad de Massachusetts en Amherst y la desarrolló con el Departamento de Ciencias de los Cultivos y del Suelo de la Universidad del Estado de Washington (WSU), donde la profesora Lynne Carpenter-Boggs, experta en microbiología, llevaba años estudiando el compost de ganado.
El modelo adapta el entierro verde, que deposita los cuerpos, sin intervención química de ninguna clase, directamente en la tierra, envueltos con fibras naturales o en un ataúd biodegradable; no se colocan losas sobre la tumba, que se integrará al paisaje. Pero eso requiere una gran cantidad de espacios verdes, que en las ciudades no hay. “Comencé a pensar en la clase de relación que tenemos con la muerte en esta sociedad, y si podríamos tener lugares en nuestras ciudades donde desarrollar una idea más consciente con la muerte y pensar más en nuestro lugar en los ciclos naturales”, dijo Spade al programa de radio Here & Now’.
En su sitio, la empresa que será la primera en ofrecer servicios de compost de humanos en el mundo, detalló: “La reducción orgánica se produce dentro de una cápsula, que es modular y reutilizable. Los cuerpos se cubren con astillas de madera y se airean, proporcionando el ambiente perfecto para los microbios naturales y las bacterias beneficiosas. En el transcurso de unos 30 días el cuerpo se transforma completamente y crea una tierra que se puede utilizar para que crezca vida nueva”.
La mezcla, además de astillas de madera, utiliza alfalfa y paja para crear un ambiente rico en carbono y nitrógeno; la aireación provee, junto con el oxígeno, una temperatura de hasta 65ºC, lo cual facilita la tarea de los microorganismos que destruyen el cuerpo humano, además de patógenos y fármacos. “Todo —incluidos los huesos y los dientes— se transforma”, detalló el sitio. “También removemos el material en distintos momentos durante el proceso para asegurar una descomposición completa”.
Al cabo de 30 días, al abrir el contenedor hexagonal de acero, donde se dejó el cuerpo, se separan —"y se reciclan, cuando esto es posible", agregó la explicación— elementos como marcapasos, caderas artificiales y cualquier otra prótesis o auxiliar artificial que la persona haya necesitado en vida. “El material que devolvemos a las familias se parece mucho al humus que se compra en los viveros”, completó el sitio. “Al final de nuestro proceso, todo lo que queda es una tierra suave y hermosa”.
“Una vez que el ciclo de compost se ha completado, se insta a los familiares y los amigos de los difuntos a que se lleven una parte, o toda, la yarda cúbica [765 centímetros cúbicos] de tierra que genera cada persona”, dijo Spade a Science Alert. “Es el equivalente a varias carretillas de tierra que se pueden utilizar para cultivar sus propios jardines”. Lo que queda se destina a conservación del medioambiente.
En comparación con el entierro convencional y la cremación, el compost de humanos ahorra una tonelada métrica de dióxido de carbono, gracias a la captura y el almacenamiento de CO2 que sucede en distintos puntos del proceso de descomposición natural. “Infundimos soluciones tóxicas en los cuerpos, los enterramos en ataúdes caros hechos de maderas preciosas y metales y luego los confinamos indefinidamente a una parcela de tierra", comparó el experto en comunicación ecológica Joshua Trey Barnett, de la Universidad de Minnesota en Duluth, a The Washington Post. “Aunque la incineración tiene una huella ecológica menor, las estimaciones sugieren que en promedio la cremación de un cuerpo emite unos 20 kilos de carbono y require unos 115 litros de combustible”.
Carpenter-Boggs argumentó en una conferencia científica que citó The Guardian: “Si bien es cierto que la muerte no es el mayor impacto ambiental que tenemos en nuestro ciclo de vida, podemos de todos modos buscar nuevas alternativas".
El procedimiento de compost de humanos se ofrecerá a personas de otros estados y otros países. La única excepción serán las personas que hayan muerto de una enfermedad de priones, como el equivalente humano del síndrome de la vaca loca, la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, ya que no hay prueba concluyente de que la descomposición destruya los agentes infecciosos que forman las proteínas priónicas. “Del mismo modo, alguien que ha muerto de una enfermedad altamente contagiosa como el ebola no sería candidato para la reducción orgánica”, advirtió Recompose.
La “revolución en la atención de la muerte” que pregona la arquitecta de Seattle tendrá un costo de aproximadamente USD 5.500: “A modo de referencia —señaló el sitio— un entierro verde en el estado de Washington cuesta alrededor de USD 6.000; una cremación puede oscilar entre USD 1.000 y USD 7.000 y un entierro convencional sale más de USD 8.000”.
Desde el año 2016 la incineración se convirtió en el método más popular en los Estados Unidos, al superar el 50% de las elecciones de las personas. Pero con una proyección, según la Oficina del Censo, de un millón más de muertes por año hacia 2037, los defensores del compost de humanos dicen que su propuesta ecológica ofrece una solución duradera y viable.
La Conferencia Católica del estado de Washington se quejó de la promulgación de la ley, que el gobernador Jay Inslee hizo sin considerar vetarla. “La iglesia católica recomienda enfáticamente que los cuerpos de los difuntos se entierren en cementerios y otros lugares sagrados”, dijo en un comunicado. “Aunque la cremación no está prohibida a los católicos, sólo se puede elegir por razones consistentes con la doctrina cristiana”, agregó el texto que rechazó tanto el compost de humanos como la hidrólisis alcalina (la disolución de un cuerpo como líquido, con una base química de hidróxido de potasio), que también se autorizó en la misma ley.
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Cuando una persona muere, existen dos maneras estándar de proceder con su cuerpo: el entierro o la cremación. Pero en los Estados Unidos se ha comenzado a legalizar una tercera: el compost de humanos. El estado de Washington, el primero en aprobar el método, abrirá su primera instalación, Recompose, en 2021, y en Colorado este año se discutirá la ley.
Recompose, que se encuentra en Seattle, ofrece un proceso de “reducción orgánica natural”. Katrina Spade concibió la idea mientras estudiaba arquitectura en la Universidad de Massachusetts en Amherst y la desarrolló con el Departamento de Ciencias de los Cultivos y del Suelo de la Universidad del Estado de Washington (WSU), donde la profesora Lynne Carpenter-Boggs, experta en microbiología, llevaba años estudiando el compost de ganado.
El modelo adapta el entierro verde, que deposita los cuerpos, sin intervención química de ninguna clase, directamente en la tierra, envueltos con fibras naturales o en un ataúd biodegradable; no se colocan losas sobre la tumba, que se integrará al paisaje. Pero eso requiere una gran cantidad de espacios verdes, que en las ciudades no hay. “Comencé a pensar en la clase de relación que tenemos con la muerte en esta sociedad, y si podríamos tener lugares en nuestras ciudades donde desarrollar una idea más consciente con la muerte y pensar más en nuestro lugar en los ciclos naturales”, dijo Spade al programa de radio Here & Now’.
En su sitio, la empresa que será la primera en ofrecer servicios de compost de humanos en el mundo, detalló: “La reducción orgánica se produce dentro de una cápsula, que es modular y reutilizable. Los cuerpos se cubren con astillas de madera y se airean, proporcionando el ambiente perfecto para los microbios naturales y las bacterias beneficiosas. En el transcurso de unos 30 días el cuerpo se transforma completamente y crea una tierra que se puede utilizar para que crezca vida nueva”.
La mezcla, además de astillas de madera, utiliza alfalfa y paja para crear un ambiente rico en carbono y nitrógeno; la aireación provee, junto con el oxígeno, una temperatura de hasta 65ºC, lo cual facilita la tarea de los microorganismos que destruyen el cuerpo humano, además de patógenos y fármacos. “Todo —incluidos los huesos y los dientes— se transforma”, detalló el sitio. “También removemos el material en distintos momentos durante el proceso para asegurar una descomposición completa”.
Al cabo de 30 días, al abrir el contenedor hexagonal de acero, donde se dejó el cuerpo, se separan —"y se reciclan, cuando esto es posible", agregó la explicación— elementos como marcapasos, caderas artificiales y cualquier otra prótesis o auxiliar artificial que la persona haya necesitado en vida. “El material que devolvemos a las familias se parece mucho al humus que se compra en los viveros”, completó el sitio. “Al final de nuestro proceso, todo lo que queda es una tierra suave y hermosa”.
“Una vez que el ciclo de compost se ha completado, se insta a los familiares y los amigos de los difuntos a que se lleven una parte, o toda, la yarda cúbica [765 centímetros cúbicos] de tierra que genera cada persona”, dijo Spade a Science Alert. “Es el equivalente a varias carretillas de tierra que se pueden utilizar para cultivar sus propios jardines”. Lo que queda se destina a conservación del medioambiente.
En comparación con el entierro convencional y la cremación, el compost de humanos ahorra una tonelada métrica de dióxido de carbono, gracias a la captura y el almacenamiento de CO2 que sucede en distintos puntos del proceso de descomposición natural. “Infundimos soluciones tóxicas en los cuerpos, los enterramos en ataúdes caros hechos de maderas preciosas y metales y luego los confinamos indefinidamente a una parcela de tierra", comparó el experto en comunicación ecológica Joshua Trey Barnett, de la Universidad de Minnesota en Duluth, a The Washington Post. “Aunque la incineración tiene una huella ecológica menor, las estimaciones sugieren que en promedio la cremación de un cuerpo emite unos 20 kilos de carbono y require unos 115 litros de combustible”.
Carpenter-Boggs argumentó en una conferencia científica que citó The Guardian: “Si bien es cierto que la muerte no es el mayor impacto ambiental que tenemos en nuestro ciclo de vida, podemos de todos modos buscar nuevas alternativas".
El procedimiento de compost de humanos se ofrecerá a personas de otros estados y otros países. La única excepción serán las personas que hayan muerto de una enfermedad de priones, como el equivalente humano del síndrome de la vaca loca, la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, ya que no hay prueba concluyente de que la descomposición destruya los agentes infecciosos que forman las proteínas priónicas. “Del mismo modo, alguien que ha muerto de una enfermedad altamente contagiosa como el ebola no sería candidato para la reducción orgánica”, advirtió Recompose.
La “revolución en la atención de la muerte” que pregona la arquitecta de Seattle tendrá un costo de aproximadamente USD 5.500: “A modo de referencia —señaló el sitio— un entierro verde en el estado de Washington cuesta alrededor de USD 6.000; una cremación puede oscilar entre USD 1.000 y USD 7.000 y un entierro convencional sale más de USD 8.000”.
Desde el año 2016 la incineración se convirtió en el método más popular en los Estados Unidos, al superar el 50% de las elecciones de las personas. Pero con una proyección, según la Oficina del Censo, de un millón más de muertes por año hacia 2037, los defensores del compost de humanos dicen que su propuesta ecológica ofrece una solución duradera y viable.
La Conferencia Católica del estado de Washington se quejó de la promulgación de la ley, que el gobernador Jay Inslee hizo sin considerar vetarla. “La iglesia católica recomienda enfáticamente que los cuerpos de los difuntos se entierren en cementerios y otros lugares sagrados”, dijo en un comunicado. “Aunque la cremación no está prohibida a los católicos, sólo se puede elegir por razones consistentes con la doctrina cristiana”, agregó el texto que rechazó tanto el compost de humanos como la hidrólisis alcalina (la disolución de un cuerpo como líquido, con una base química de hidróxido de potasio), que también se autorizó en la misma ley.