¿A Scocco lo ven en el futuro?
Nacho se tomará hasta mayo para definir si renueva. En su entorno dicen que su prioridad es sentirse feliz. Si eso se lo garantiza tener minutos en Newells se sabrá con el tiempo...
Martín Blotto
Olé
Aunque para los hinchas su continuidad sería un golazo semejante al que él le convirtió a Central Córdoba, en Ñúñez tendrán que esperar 90 días para saber si pueden festejar o si van a quedar tirados, descolocados y a los tumbos como el ex volante de Boca.
Por lo atípico, el de Nacho es un caso que llama la atención en el mundo River: cuando todos pretenden jugar en este equipo de autor, hay uno que se tomará todo el tiempo que crea necesario (en principio sus allegados habían asegurado que durante este mes iba a tener una definición) para decidir algo que, cerca de cumplir los 35, le resulta extremadamente relevante: la firma de su “último contrato”.
Ni bajar el nivel de presión como se propuso Barovero ni evitar más desgaste físico como eligió Maidana ni explorar un mercado floreciente como el Pity: Scocco está más allá de eso. “Nacho tiene que sentirse feliz en el lugar en el que esté. Para él eso es lo más importante”, le dijo a Olé una de las personas que más conoce al delantero en su intimidad. ¿Eso significa que en River no lo es? En absoluto. Sólo que entiende que le está faltando algo que lo complete: minutos en cancha que el nivel de Suárez y Borré le impiden tener.
A esta altura no se trata de una cuestión económica (sus pasos por México, Brasil, Emiratos e Inglaterra le dieron el suficiente respaldo) ni de ambición futbolística: en Madrid -pese a no jugar la final vs. Boca- se dio el gusto de vivir lo que de chico, cuando imitaba al Francescoli que tenía en el poster, había soñado en familia.
Gallardo, Enzo y D’Onofrio ya saben que la “disyuntiva” que tiene Scocco pasa por Núñez o Rosario, aunque sus allegados aseguren que podría existir una tercera opción en la búsqueda de la plenitud que busca para el final de su carrera. A Newell’s, de hecho, ya volvió pese a ganar cinco veces menos que en un Sunderland en el que apenas jugó ocho partidos “para reencontrarme con mis afectos”. Su mujer y sus hijos consensuarán el próximo destino. Y el apego a su pueblo y al Hughes Fútbol Club que preside, no se modificará si está acá o allá: los 307 kilómetros que separan a Baires de su lugar en el mundo no representan una cuestión significativa por más que Rosario quede justo a la mitad.
Lo esencial para él es sentirse a tope. En River tiene a un DT del cual es debilidad, a un grupo que lo cobija y a hinchas que lo adoran. En Newell’s, además de eso, podría tener acción. Afuera, como adentro, intenta definir sin precipitarse. Y que lo que siga también sea un golazo.
Martín Blotto
Olé
Aunque para los hinchas su continuidad sería un golazo semejante al que él le convirtió a Central Córdoba, en Ñúñez tendrán que esperar 90 días para saber si pueden festejar o si van a quedar tirados, descolocados y a los tumbos como el ex volante de Boca.
Por lo atípico, el de Nacho es un caso que llama la atención en el mundo River: cuando todos pretenden jugar en este equipo de autor, hay uno que se tomará todo el tiempo que crea necesario (en principio sus allegados habían asegurado que durante este mes iba a tener una definición) para decidir algo que, cerca de cumplir los 35, le resulta extremadamente relevante: la firma de su “último contrato”.
Ni bajar el nivel de presión como se propuso Barovero ni evitar más desgaste físico como eligió Maidana ni explorar un mercado floreciente como el Pity: Scocco está más allá de eso. “Nacho tiene que sentirse feliz en el lugar en el que esté. Para él eso es lo más importante”, le dijo a Olé una de las personas que más conoce al delantero en su intimidad. ¿Eso significa que en River no lo es? En absoluto. Sólo que entiende que le está faltando algo que lo complete: minutos en cancha que el nivel de Suárez y Borré le impiden tener.
A esta altura no se trata de una cuestión económica (sus pasos por México, Brasil, Emiratos e Inglaterra le dieron el suficiente respaldo) ni de ambición futbolística: en Madrid -pese a no jugar la final vs. Boca- se dio el gusto de vivir lo que de chico, cuando imitaba al Francescoli que tenía en el poster, había soñado en familia.
Gallardo, Enzo y D’Onofrio ya saben que la “disyuntiva” que tiene Scocco pasa por Núñez o Rosario, aunque sus allegados aseguren que podría existir una tercera opción en la búsqueda de la plenitud que busca para el final de su carrera. A Newell’s, de hecho, ya volvió pese a ganar cinco veces menos que en un Sunderland en el que apenas jugó ocho partidos “para reencontrarme con mis afectos”. Su mujer y sus hijos consensuarán el próximo destino. Y el apego a su pueblo y al Hughes Fútbol Club que preside, no se modificará si está acá o allá: los 307 kilómetros que separan a Baires de su lugar en el mundo no representan una cuestión significativa por más que Rosario quede justo a la mitad.
Lo esencial para él es sentirse a tope. En River tiene a un DT del cual es debilidad, a un grupo que lo cobija y a hinchas que lo adoran. En Newell’s, además de eso, podría tener acción. Afuera, como adentro, intenta definir sin precipitarse. Y que lo que siga también sea un golazo.