Zidane ya no es 'el alineador'

Ha desterrado el mito de que no tenía recursos tácticos. Contra el Valencia ofreció su tercera mutación de dibujo de la temporada.

Carlos Forjanes
As
Ha sido una cantinela maliciosa y habitual con Zidane, la de que es un entrenador alineador. Un mero gestor de jugadores, con planes esquematizados y casi robóticos. Pero si algo está demostrando este Zizou posterior a sus tres Champions, es que quizá aquel glamour tapó las virtudes tácticas del marsellés. En Yeda y en el 1-3 coral el Valencia, terminó de redondear su paleta de colores: modificó su 4-4-2 con el que se venía sintiendo tan cómodo para tirar de un 4-5-1 que minimizase la ausencia de Benzema. Un recurso de entrenador.


"¿Cómo los colocará en el campo?", preguntaba un periodista saudí cuando fue anunciado el once blanco para la semifinal de la Supercopa. Tanto centrocampista pilló por sorpresa. Pero se basa en parte, en lo aprendido. Zidane tomó prestado el Árbol de Navidad de Ancelotti, el esquema que llevó a Carletto a ganar su segunda Champions, en 2007. Un sistema que es más bien un 4-3-2-1 (dibujado sobre el papel tiene forma de abeto, de ahí el nombre de 'Árbol de Navidad' que se le ocurrió al italiano).

Zidane llegó al Madrid con un corsé evidente: la BBC. "Es intocable", decía (o tenía que decir) cada conferencia de Prensa. Benzema era y es inamovible, Cristiano era el cañón y en cuanto Bale flaqueó se le abrieron resquicios para su idea de un fútbol de más empaque. Ahí están las finales de Cardiff y Kiev.

Ese plan, el del 4-4-2 con un Isco recuperado, sorprendió a Tuchel en el baile futbolístico al PSG en el Bernabéu en el 2-2 y esta evolución hacia la superpoblación de centrocampistas vista en Arabia Saudí también parece que pilló desprevenido a Celades, por mucho que el técnico che dijera que no tras el partido: "Era una posibilidad que contemplábamos".

Ante el Valencia, la a veces engañosa estadística de posesión sí fue delatora. El Madrid tuvo la pelota el 61,6% del tiempo. También hubo hambre de balón. Robó 21 más que los valencianistas. Zizou desactivó a Parejo de una manera simple pero efectiva: haciéndole correr detrás de Kroos, Modric e Isco. El croata y el malagueño, casi segundos puntas. Ni siquiera un inofensivo Jovic torpedeó el plan.

Un Madrid sinfónico donde Zidane, al que aún hay quien le supone poco libreto táctico y que se ha sobrepuesto al revés de no tener a su deseado Pogba, escribió una partitura que le puede llevar a ganar esta nueva Supercopa. Y quién sabe qué más.

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