Trump irrumpe con su polémico plan de paz en plena campaña electoral de Israel
Netanyahu y su rival Gantz son convocados en la Casa Blanca para presentarles el ‘acuerdo del siglo’
Juan Carlos Sanz
Jerusalén, El País
Cuando aún no se habían acabado en la noche del jueves los ecos del cónclave internacional celebrado en Jerusalén en memoria del Holocausto, Donald Trump volvió a irrumpir en la campaña electoral de Israel, la tercera en menos de un año. El presidente de Estados Unidos, que aplazó la presentación de su plan de paz entre israelíes y palestinos antes de las legislativas celebradas en abril y septiembre de 2019, se dispone a desvelar ahora el llamado acuerdo del siglo a cinco semanas de los nuevos comicios. Tanto el primer ministro Benjamín Netanyahu como su principal rival en las urnas, el centrista Benny Gantz, se ha apresurado a aceptar su invitación para asistir el martes en la Casa Blanca a la presentación de la propuesta estadounidense.
Trump parece haberle arrojado a Netanyahu una tabla de salvación en medio del naufragio, ya que ese mismo día está prevista una votación en la Kneset (Parlamento) sobre el proceso para levantar la inmunidad parlamentaria al jefe de Gobierno, imputado en tres casos de corrupción por el fiscal general de Israel y que no cuenta con mayoría en la Cámara. La presencia en Washington de los dos candidatos israelíes y el anuncio del polémico plan de paz —que es rechazado de plano por los palestinos por considerarlo escorado a favor de Israel— contribuirá previsiblemente también a distraer la atención pública sobre las sesiones del juicio del impeachment al presidente que se desarrollan en el Senado.
Informaciones no oficiales difundidas por la prensa hebrea apuntan a que el acuerdo del siglo, que será desvelado antes de la visita de Netanyahu y Gantz a Washington, concederá al Estado judío la capitalidad exclusiva sobre Jerusalén, en cuya parte oriental los palestinos aspiran a establecer la capital de su futuro país. También reconocerá la soberanía israelí en los asentamientos de colonos en Cisjordania, incluso en los más aislados, y sobre el estratégico valle del río Jordán, además de exigir a los palestinos el reconocimiento del Estado judío sin recibir a cambio un Estado propio.
Una anexión facto de cerca de la mitad del territorio palestino en la orilla derecha del Jordán arruinará todas las opciones de aplicar la solución de los dos Estados, defendida por la comunidad internacional con un consenso generalizado. El plan exigiría además la desmilitarización de Gaza y el desarme de Hamás, la organización islamista que controla el enclave mediterráneo desde 2007. Hasta ahora solo se ha hecho pública la vertiente económica, que implicaría una inversión internacional de 50.000 millones de dólares durante 10 años en los territorios palestinos y países vecinos.
“Para lo bueno y lo malo, el anuncio del acuerdo de paz, tanto por calendario como por ramificaciones políticas, representa un gran logro de Netanyahu”, sostiene el columnista Nahum Barnea en las páginas de Yedioth Ahronoth. “El tiempo dirá si se trata de un salvavidas o de un canto del cisne”. Responsables de la Autoridad Palestina citados por la emisora pública radio KAN también estiman que el acuerdo del siglo nace muerto y solo pretende salvar a Netanyahu de una inevitable defenestración política. Los dirigentes palestinos ya han anunciado que se negarán incluso a recibir una copia de la propuesta estadounidense. Sus relaciones con la Casa Blanca están rotas desde que Trump reconoció Jerusalén como capital de Israel en diciembre de 2017.
La presentación del plan de paz amenaza con desencadenar además un estallido de protestas palestinas, al golpear la más profunda fibra nacionalista de un pueblo sometido a ocupación militar y aislamiento del mundo desde 1967. Según la información manejada por Amos Harel, analista de Defensa de Haaretz, los mandos de la inteligencia del Ejército han advertido al Gobierno israelí del riesgo de una erupción de violencia en Cisjordania, un territorio relativamente en calma desde mediados de 2016, cuando se desvaneció la denominada Intifada de los cuchillos. La decisión unilateral de la Casa Blanca pondría en peligro también la tregua de larga duración que negocian Israel y Hamás en Gaza con la mediación de Egipto.
El exgeneral Gantz, el jefe del Ejército que dirigió la guerra de Gaza en 2014 y un recién llegado a la política, afronta una emboscada por parte del experimentado Netanyahu, el primer ministro que durante más tiempo ha ocupado el poder en la historia de Israel. El analista del diario Maariv Ben Caspit, subraya que “Gantz no ha tenido ninguna alternativa ante la invitación de Trump y solo le cabe elegir entre la opción menos mala”. El líder de la oposición ha ganado peso tras empatar con el hasta ahora imbatible Netanyahuen las dos anteriores elecciones, cuyos resultados no fueron concluyentes y bloquearon la formación de Gobierno. Los últimos sondeos le sitúan cerca de la mayoría en la Kneset, siempre que sumara para su investidura a los votos del bloque de centroizquierda el de los partidos que representan a la minoría árabe, una quinta parte de la población de Israel.
El antiguo general parecía estar sobre aviso de la celada que pretendía tenderle su taimado rival, ya que anunció esta misma semana que él también defendía la anexión del valle del Jordán, aunque con la condición de imposible cumplimiento de “contar con la aprobación de la comunidad internacional”. Este giro nacionalista en su campaña amenaza con privarle de apoyos entre la izquierda laborista y pacifista, y con acarrearle el veto de la Lista Conjunta árabe, tercera fuerza parlamentaria, sin reportarle apenas votos conservadores. La maniobra táctica, sin embargo, le permite viajar a la Casa Blanca con una posición negociadora más sólida frente a un plan de paz que solo parece reportar réditos electorales a Netanyahu. Como interpreta la corresponsal diplomática de Haaretz, Noa Landau, “el acuerdo del siglo es la paz entre Gantz y Netanyahu” para un Gobierno de gran coalición.
Juan Carlos Sanz
Jerusalén, El País
Cuando aún no se habían acabado en la noche del jueves los ecos del cónclave internacional celebrado en Jerusalén en memoria del Holocausto, Donald Trump volvió a irrumpir en la campaña electoral de Israel, la tercera en menos de un año. El presidente de Estados Unidos, que aplazó la presentación de su plan de paz entre israelíes y palestinos antes de las legislativas celebradas en abril y septiembre de 2019, se dispone a desvelar ahora el llamado acuerdo del siglo a cinco semanas de los nuevos comicios. Tanto el primer ministro Benjamín Netanyahu como su principal rival en las urnas, el centrista Benny Gantz, se ha apresurado a aceptar su invitación para asistir el martes en la Casa Blanca a la presentación de la propuesta estadounidense.
Trump parece haberle arrojado a Netanyahu una tabla de salvación en medio del naufragio, ya que ese mismo día está prevista una votación en la Kneset (Parlamento) sobre el proceso para levantar la inmunidad parlamentaria al jefe de Gobierno, imputado en tres casos de corrupción por el fiscal general de Israel y que no cuenta con mayoría en la Cámara. La presencia en Washington de los dos candidatos israelíes y el anuncio del polémico plan de paz —que es rechazado de plano por los palestinos por considerarlo escorado a favor de Israel— contribuirá previsiblemente también a distraer la atención pública sobre las sesiones del juicio del impeachment al presidente que se desarrollan en el Senado.
Informaciones no oficiales difundidas por la prensa hebrea apuntan a que el acuerdo del siglo, que será desvelado antes de la visita de Netanyahu y Gantz a Washington, concederá al Estado judío la capitalidad exclusiva sobre Jerusalén, en cuya parte oriental los palestinos aspiran a establecer la capital de su futuro país. También reconocerá la soberanía israelí en los asentamientos de colonos en Cisjordania, incluso en los más aislados, y sobre el estratégico valle del río Jordán, además de exigir a los palestinos el reconocimiento del Estado judío sin recibir a cambio un Estado propio.
Una anexión facto de cerca de la mitad del territorio palestino en la orilla derecha del Jordán arruinará todas las opciones de aplicar la solución de los dos Estados, defendida por la comunidad internacional con un consenso generalizado. El plan exigiría además la desmilitarización de Gaza y el desarme de Hamás, la organización islamista que controla el enclave mediterráneo desde 2007. Hasta ahora solo se ha hecho pública la vertiente económica, que implicaría una inversión internacional de 50.000 millones de dólares durante 10 años en los territorios palestinos y países vecinos.
“Para lo bueno y lo malo, el anuncio del acuerdo de paz, tanto por calendario como por ramificaciones políticas, representa un gran logro de Netanyahu”, sostiene el columnista Nahum Barnea en las páginas de Yedioth Ahronoth. “El tiempo dirá si se trata de un salvavidas o de un canto del cisne”. Responsables de la Autoridad Palestina citados por la emisora pública radio KAN también estiman que el acuerdo del siglo nace muerto y solo pretende salvar a Netanyahu de una inevitable defenestración política. Los dirigentes palestinos ya han anunciado que se negarán incluso a recibir una copia de la propuesta estadounidense. Sus relaciones con la Casa Blanca están rotas desde que Trump reconoció Jerusalén como capital de Israel en diciembre de 2017.
La presentación del plan de paz amenaza con desencadenar además un estallido de protestas palestinas, al golpear la más profunda fibra nacionalista de un pueblo sometido a ocupación militar y aislamiento del mundo desde 1967. Según la información manejada por Amos Harel, analista de Defensa de Haaretz, los mandos de la inteligencia del Ejército han advertido al Gobierno israelí del riesgo de una erupción de violencia en Cisjordania, un territorio relativamente en calma desde mediados de 2016, cuando se desvaneció la denominada Intifada de los cuchillos. La decisión unilateral de la Casa Blanca pondría en peligro también la tregua de larga duración que negocian Israel y Hamás en Gaza con la mediación de Egipto.
El exgeneral Gantz, el jefe del Ejército que dirigió la guerra de Gaza en 2014 y un recién llegado a la política, afronta una emboscada por parte del experimentado Netanyahu, el primer ministro que durante más tiempo ha ocupado el poder en la historia de Israel. El analista del diario Maariv Ben Caspit, subraya que “Gantz no ha tenido ninguna alternativa ante la invitación de Trump y solo le cabe elegir entre la opción menos mala”. El líder de la oposición ha ganado peso tras empatar con el hasta ahora imbatible Netanyahuen las dos anteriores elecciones, cuyos resultados no fueron concluyentes y bloquearon la formación de Gobierno. Los últimos sondeos le sitúan cerca de la mayoría en la Kneset, siempre que sumara para su investidura a los votos del bloque de centroizquierda el de los partidos que representan a la minoría árabe, una quinta parte de la población de Israel.
El antiguo general parecía estar sobre aviso de la celada que pretendía tenderle su taimado rival, ya que anunció esta misma semana que él también defendía la anexión del valle del Jordán, aunque con la condición de imposible cumplimiento de “contar con la aprobación de la comunidad internacional”. Este giro nacionalista en su campaña amenaza con privarle de apoyos entre la izquierda laborista y pacifista, y con acarrearle el veto de la Lista Conjunta árabe, tercera fuerza parlamentaria, sin reportarle apenas votos conservadores. La maniobra táctica, sin embargo, le permite viajar a la Casa Blanca con una posición negociadora más sólida frente a un plan de paz que solo parece reportar réditos electorales a Netanyahu. Como interpreta la corresponsal diplomática de Haaretz, Noa Landau, “el acuerdo del siglo es la paz entre Gantz y Netanyahu” para un Gobierno de gran coalición.