Qasem Soleimani, el general que lideraba la proyección de Irán en la región
El alto mando fue puesto a finales de los noventa al frente de la fuerza Al Quds, una unidad especial de la Guardia Revolucionaria
Ana Soage
El País
Nacido en 1957, en el seno de una familia de campesinos pobres en una pequeña aldea de la provincia de Kermán, en el sureste de Irán, Qasem Soleimani dejó la escuela tras completar tan solo su educación primaria. Viajó después a la capital de la provincia, del mismo nombre, para trabajar como albañil y pagar así las deudas de su padre. Según recordaría más tarde, su politización tuvo lugar en la segunda mitad de la década de los setenta, cuando Irán se encontraba en plena efervescencia prerrevolucionaria contra el sha Reza Pahlevi.
Soleimani se convirtió en miembro de la Guardia Revolucionaria en mayo de 1979, apenas semanas después de que la organización militar fuese establecida por el ayatolá Jomeini con el fin de proteger la recién proclamada República Islámica. Tras un breve periodo de instrucción, su unidad fue desplegada en Mahabad, en el Kurdistán iraní, para reprimir una rebelión kurda contra el nuevo Estado.
Tras la invasión de Irán por parte de Irak en septiembre de 1980, Soleimani combatió en algunas de las campañas más significativas del conflicto, distinguiéndose por su valor. Cuando la guerra terminó en 1988, fue enviado a la conflictiva provincia de Sistán-Baluchistán, en el sureste de Irán, donde dirigió una exitosa campaña contra el tráfico de opio desde el vecino Afganistán.
A finales de los noventa, Soleimani fue puesto al frente de la fuerza al-Quds
A finales de los noventa, Soleimani fue puesto al frente de la fuerza Al Quds, una unidad especial de la Guardia Revolucionaria creada durante la guerra Irán-Irak con el fin de llevar a cabo operaciones clandestinas y extraterritoriales. En los años ochenta, unidades de dicha fuerza habían sido expedidas a Líbano, donde fueron determinantes en la creación de la milicia chií Hezbolá; y a Afganistán, en apoyo de grupos contrarios a la invasión soviética.
Tras asumir el mando, Soleimani reorganizó la fuerza Al Quds para enfrentarse a la amenaza de los talibanes, fieramente antichiíes y patrocinados por los dos principales rivales regionales de Irán, Arabia Saudí y Pakistán. Tras los ataques del 11 de septiembre de 2001, la República Islámica proporcionó información que ayudó a los Estados Unidos a planear sus operaciones en Afganistán. Y la coalición militar a la que respaldaba, la Alianza del Norte, fue clave en la derrota del régimen talibán. Sin embargo, su inclusión en el Eje del Mal por parte de George W. Bush puso fin a este breve periodo de colaboración con el país al que Jomeini había bautizado como “el Gran Satán”.
Cercano al líder supremo Ali Jamenei, Soleimani se contaba entre los halcones del régimen iraní. Así, en julio de 1999, fue uno de los oficiales de la Guardia Revolucionaria que firmó una carta-ultimátum dirigida al presidente Mohamad Jatamí exigiendo que reprimiese la rebelión estudiantil provocada por el cierre de un diario reformista por parte de las autoridades judiciales, controladas por conservadores opuestos al reformista Jatamí.
Cercano al líder supremo Alí Jamenei, Soleimani se contaba entre los halcones del régimen iraní
Por otra parte, como líder de la fuerza Al Quds, Soleimani era considerado el máximo responsable de la estrategia de la República Islámica para proyectar su poder sobre la región. En Líbano, el general ejerció su influencia a través de Hezbolá, y en el verano de 2006 estaba en el país durante el conflicto con Israel. En Irak, negoció el trato entre los líderes chiíes y kurdos que permitió la ascensión de Nuri al Maliki a la presidencia y apoyó a varias milicias chiíes radicales denunciadas por su violencia sectaria.
Más recientemente, la fuerza Al Quds y Hezbolá han jugado un papel fundamental en la defensa del régimen del dictador sirio Bachar el Asad y en la derrota del autodenominado Estado Islámico en Siria e Irak. En este último país, Soleimani participó activamente en la movilización popular contra el grupo terrorista, en particular a través de milicias proiraníes como las Brigadas de Hezbolá de Yamal Yaafar Ibrahim, conocido como Abu Mahdi al Mohandes El Ingeniero, que también resultó muerto en el ataque que puso fin a la vida del general.
Ana Soage
El País
Nacido en 1957, en el seno de una familia de campesinos pobres en una pequeña aldea de la provincia de Kermán, en el sureste de Irán, Qasem Soleimani dejó la escuela tras completar tan solo su educación primaria. Viajó después a la capital de la provincia, del mismo nombre, para trabajar como albañil y pagar así las deudas de su padre. Según recordaría más tarde, su politización tuvo lugar en la segunda mitad de la década de los setenta, cuando Irán se encontraba en plena efervescencia prerrevolucionaria contra el sha Reza Pahlevi.
Soleimani se convirtió en miembro de la Guardia Revolucionaria en mayo de 1979, apenas semanas después de que la organización militar fuese establecida por el ayatolá Jomeini con el fin de proteger la recién proclamada República Islámica. Tras un breve periodo de instrucción, su unidad fue desplegada en Mahabad, en el Kurdistán iraní, para reprimir una rebelión kurda contra el nuevo Estado.
Tras la invasión de Irán por parte de Irak en septiembre de 1980, Soleimani combatió en algunas de las campañas más significativas del conflicto, distinguiéndose por su valor. Cuando la guerra terminó en 1988, fue enviado a la conflictiva provincia de Sistán-Baluchistán, en el sureste de Irán, donde dirigió una exitosa campaña contra el tráfico de opio desde el vecino Afganistán.
A finales de los noventa, Soleimani fue puesto al frente de la fuerza al-Quds
A finales de los noventa, Soleimani fue puesto al frente de la fuerza Al Quds, una unidad especial de la Guardia Revolucionaria creada durante la guerra Irán-Irak con el fin de llevar a cabo operaciones clandestinas y extraterritoriales. En los años ochenta, unidades de dicha fuerza habían sido expedidas a Líbano, donde fueron determinantes en la creación de la milicia chií Hezbolá; y a Afganistán, en apoyo de grupos contrarios a la invasión soviética.
Tras asumir el mando, Soleimani reorganizó la fuerza Al Quds para enfrentarse a la amenaza de los talibanes, fieramente antichiíes y patrocinados por los dos principales rivales regionales de Irán, Arabia Saudí y Pakistán. Tras los ataques del 11 de septiembre de 2001, la República Islámica proporcionó información que ayudó a los Estados Unidos a planear sus operaciones en Afganistán. Y la coalición militar a la que respaldaba, la Alianza del Norte, fue clave en la derrota del régimen talibán. Sin embargo, su inclusión en el Eje del Mal por parte de George W. Bush puso fin a este breve periodo de colaboración con el país al que Jomeini había bautizado como “el Gran Satán”.
Cercano al líder supremo Ali Jamenei, Soleimani se contaba entre los halcones del régimen iraní. Así, en julio de 1999, fue uno de los oficiales de la Guardia Revolucionaria que firmó una carta-ultimátum dirigida al presidente Mohamad Jatamí exigiendo que reprimiese la rebelión estudiantil provocada por el cierre de un diario reformista por parte de las autoridades judiciales, controladas por conservadores opuestos al reformista Jatamí.
Cercano al líder supremo Alí Jamenei, Soleimani se contaba entre los halcones del régimen iraní
Por otra parte, como líder de la fuerza Al Quds, Soleimani era considerado el máximo responsable de la estrategia de la República Islámica para proyectar su poder sobre la región. En Líbano, el general ejerció su influencia a través de Hezbolá, y en el verano de 2006 estaba en el país durante el conflicto con Israel. En Irak, negoció el trato entre los líderes chiíes y kurdos que permitió la ascensión de Nuri al Maliki a la presidencia y apoyó a varias milicias chiíes radicales denunciadas por su violencia sectaria.
Más recientemente, la fuerza Al Quds y Hezbolá han jugado un papel fundamental en la defensa del régimen del dictador sirio Bachar el Asad y en la derrota del autodenominado Estado Islámico en Siria e Irak. En este último país, Soleimani participó activamente en la movilización popular contra el grupo terrorista, en particular a través de milicias proiraníes como las Brigadas de Hezbolá de Yamal Yaafar Ibrahim, conocido como Abu Mahdi al Mohandes El Ingeniero, que también resultó muerto en el ataque que puso fin a la vida del general.