Oblak se sienta a la mesa de Messi
El esloveno encadenó otro partido decisivo con tres superparadas, esta vez ante el jugador más peligroso del mundo. Realizó hasta ocho intervenciones, su récord esta campaña.
Jorge García
As
Tan determinante como un nueve. O más, a tenor de lo visto. Oblak recibió ayer en herencia el brazalete de capitán de un Koke que estaba renqueante y el esloveno demostró que no le viene grande ese encargo del vallecano. El abrazo en las entrañas del King Abdullah con Simeone fue elocuente. Casi tanto como las felicitaciones que recibió de los jugadores del Barcelona, Messi, entre ellos. Y es que el portero esloveno fue la boya a la que se abrazó el Atlético para después protagonizar un acto de fe marca registrada del equipo de Simeone.
Pero primero fue Oblak quien miró a los ojos a Messi y compañía. Encajó, sí, pero su antológico agigantamiento no solo mantuvo al Atlético en la carrera por la semifinal sino que también colaboró para desquiciar al Barcelona. Las dos manos a Bardhi de hace unos días estaban todavía frescas antes de que el esloveno comenzara su recital. Y eso que Suárez le dejó un recadito con la cadera al cuarto de hora de partido. Tuvo que ser atendido. En el 22’ se lució ante Messi, que remató a bocajarro. Sacó la pierna para evitar el primero.
Solvente, como siempre, descolgando centros, en el 39’ hizo gala de su conocimiento de Griezmann. Le negó el gol en una salida rapidísima para dejarle sin tiempo ni espacios para localizar el disparo ni para intentar el dribbling. A renglón seguido, tapó acertadamente un remate de primeras de Suárez. En el segundo tiempo mantuvo el tipo, después del empate de Messi. Para entonces el Barcelona era ya un vendaval. El argentino le probó en el 55’, con un remate centrado y Oblak ni se inmuto. Tiró de colocación. Después le volvió a cerrar la puerta Griezmann adivinándole la vaselina que intentaba. Eran minutos de sufrimiento y las embestidas de una de las delanteras más goleadoras del mundo se veía frenada en las manos del esloveno.
Hasta encajando transmitió voluntad de pelea al Barcelona. Griezmann consiguió superarle en el 62’, al recoger el rechace en el área pequeña después del póster que Oblak le hizo a Suárez en un cabezazo potentísimo. En el 66’ repitió ante el uruguayo con una mano buenísima abajo. El charrúa pareció identificar el último foco de resistencia y mantuvo otros dos encontronazos más con el portero, llegando a temerse por su estado físico. Algo que soliviantó al propio Simeone que reclamaba protección para su portero. Oblak y el Atlético venían de ceder ante el Barcelona en el Metrolitano por una genialidad de Messi, pero esta vez fue el meta el que se sentó a su mesa para inclinar el duelo a favor rojiblanco. Por si hay dudas, fue su partido con más paradas en la temporada actual.
En el Atlético ya se celebran como cualquier gol de Morata o de Correa. Y mantiene su estatus de jugador más regular del equipo durante las últimas temporadas. Además, pocas dudas hay de que será el fichaje más rentable de la historia del club. Apenas costó 16 millones y su valor de mercado está ya en 100 millones. Unido a los partidos y a los puntos que ha permitido ganar. Como en Arabia. Griezmann se bajó de un Atlético que Oblak viene defendiendo a fuego sin darse importancia. Casi prefiere hablar de la confianza que tiene en un jugador que no ha participado todavía como Saponjic y que llegó como él sin hacer ruido, que de las quinielas de los premios que se le niegan. Eso sí, dejando tras de sí un recital de paradas patrimonio ya de la humanidad.
Jorge García
As
Tan determinante como un nueve. O más, a tenor de lo visto. Oblak recibió ayer en herencia el brazalete de capitán de un Koke que estaba renqueante y el esloveno demostró que no le viene grande ese encargo del vallecano. El abrazo en las entrañas del King Abdullah con Simeone fue elocuente. Casi tanto como las felicitaciones que recibió de los jugadores del Barcelona, Messi, entre ellos. Y es que el portero esloveno fue la boya a la que se abrazó el Atlético para después protagonizar un acto de fe marca registrada del equipo de Simeone.
Pero primero fue Oblak quien miró a los ojos a Messi y compañía. Encajó, sí, pero su antológico agigantamiento no solo mantuvo al Atlético en la carrera por la semifinal sino que también colaboró para desquiciar al Barcelona. Las dos manos a Bardhi de hace unos días estaban todavía frescas antes de que el esloveno comenzara su recital. Y eso que Suárez le dejó un recadito con la cadera al cuarto de hora de partido. Tuvo que ser atendido. En el 22’ se lució ante Messi, que remató a bocajarro. Sacó la pierna para evitar el primero.
Solvente, como siempre, descolgando centros, en el 39’ hizo gala de su conocimiento de Griezmann. Le negó el gol en una salida rapidísima para dejarle sin tiempo ni espacios para localizar el disparo ni para intentar el dribbling. A renglón seguido, tapó acertadamente un remate de primeras de Suárez. En el segundo tiempo mantuvo el tipo, después del empate de Messi. Para entonces el Barcelona era ya un vendaval. El argentino le probó en el 55’, con un remate centrado y Oblak ni se inmuto. Tiró de colocación. Después le volvió a cerrar la puerta Griezmann adivinándole la vaselina que intentaba. Eran minutos de sufrimiento y las embestidas de una de las delanteras más goleadoras del mundo se veía frenada en las manos del esloveno.
Hasta encajando transmitió voluntad de pelea al Barcelona. Griezmann consiguió superarle en el 62’, al recoger el rechace en el área pequeña después del póster que Oblak le hizo a Suárez en un cabezazo potentísimo. En el 66’ repitió ante el uruguayo con una mano buenísima abajo. El charrúa pareció identificar el último foco de resistencia y mantuvo otros dos encontronazos más con el portero, llegando a temerse por su estado físico. Algo que soliviantó al propio Simeone que reclamaba protección para su portero. Oblak y el Atlético venían de ceder ante el Barcelona en el Metrolitano por una genialidad de Messi, pero esta vez fue el meta el que se sentó a su mesa para inclinar el duelo a favor rojiblanco. Por si hay dudas, fue su partido con más paradas en la temporada actual.
En el Atlético ya se celebran como cualquier gol de Morata o de Correa. Y mantiene su estatus de jugador más regular del equipo durante las últimas temporadas. Además, pocas dudas hay de que será el fichaje más rentable de la historia del club. Apenas costó 16 millones y su valor de mercado está ya en 100 millones. Unido a los partidos y a los puntos que ha permitido ganar. Como en Arabia. Griezmann se bajó de un Atlético que Oblak viene defendiendo a fuego sin darse importancia. Casi prefiere hablar de la confianza que tiene en un jugador que no ha participado todavía como Saponjic y que llegó como él sin hacer ruido, que de las quinielas de los premios que se le niegan. Eso sí, dejando tras de sí un recital de paradas patrimonio ya de la humanidad.