Líbano: un gobierno diseñado por Hezbollah puede ser el camino directo a un estado fallido
George Chaya
Infobae
Mayoritariamente la sociedad civil libanesa sabe en su fuero íntimo que la formación del nuevo gobierno diseñado por Hezbollah confirma que el nuevo gabinete actuará cómica y trágicamente representando los mismos intereses políticos de siempre.
La conformación del nuevo gobierno demuestra que la autoridad continúa empleando el mismo sistema tradicional del poder irani para burlar a la comunidad local e internacional y mantener la corrupción vigente.
El engaño se ha vuelto obvio para todos, excepto para el presidente, los seguidores de Hezbollah y el eje iraní-sirio que se niegan a renunciar a sus superpoderes para continuar con la manipulación politica del pais y socavar las libertades y los derechos de sus ciudadanos.
Lo concreto es que el nuevo gobierno, tendrá un color político demasiado “luminoso” para esconderse de nadie. Sera un gobierno que habla inequívocamente el idioma del eje Irán-Siria.
En consecuencia, los interrogantes que surgen deben ser evaluados profunda y seriamente en virtud del curso que la clase dirigente ha escogido en su camino al precipicio. A saber:
¿Podrá considerarse independiente un gobierno elegido por eje iraní-sirio? ¿Sera un gobierno de salvación, cuando usa el ropaje del partido que levanta banderas de guerra abierta contra el mundo árabe, Israel y Occidente?
¿Cómo podrá tener éxito después de que el secretario general de Hezbollah anunció que su próxima batalla es eliminar la presencia estadounidense de la región?
En realidad, por graves que sean, si dejamos de lado los problemas internos del Líbano, veríamos que lo que el país enfrenta a nivel regional e internacional y lo que el nuevo gobierno tendrá que abordar al respecto es aún más grave.
A nivel regional, la primera prueba para el nuevo gobierno sera gestionar las relaciones libanesas-sirias, mientras Siria todavía está enredada en su destructiva guerra civil. ¿Que hará el nuevo gobierno si el régimen sirio queda atrapado entre el yunque ruso y el martillo iraní? ¿Cuál es la política que adoptará hacia Siria dada la presencia militar de Hezbollah allí? Incluso si el grupo terrorista saliera de Siria, el pueblo sirio no olvidará su solidaridad con ese régimen opresor y los crímenes cometidos por los hombres de Nasrallah contra civiles sirios.
¿Cómo lidiara el nuevo gobierno con el problema de Hezbollah que abrió y controla la frontera entre los ambos países con todas las implicancias de seguridad, políticas y económicas de eso? ¿Cuál será su posición sobre la crisis de refugiados sirios con el régimen aún insistiendo en no permitir el regreso de 1.000.000 de personas, excepto bajo sus propios términos, lo que obligaría al Líbano a confrontar a una comunidad internacional que insiste en su retorno voluntario y seguro?
Todas estas preguntas se pueden resumir en una sola: normalizara el nuevo gobierno las relaciones con el régimen sirio? La respuesta más probable es que sí, lo hará.
Por otra parte, los partidos que se oponen al régimen de Assad y que habían sido parte del gobierno anterior no impidieron que Hezbollah y sus aliados normalizaran las relaciones con el régimen, tampoco impidieron que el canciller libanes fuera en contra del consenso árabe de que Siria debía ser expulsada de la Liga Árabe. ¿Qué los detendrá hoy cuando el gobierno y las agendas de sus patrocinadores van más allá de sus fronteras e intereses nacionales?
La segunda prueba es cómo el gobierno libanés abordara las relaciones con los países del Golfo liderados por Arabia Saudita. No es necesario afirmar la importancia de estas relaciones, ya sea por la gran cantidad de trabajadores libaneses que viven alli o por la ayuda y solidaridad que estos países han brindado al Líbano durante todas sus crisis.
Tampoco es necesario mencionar que las tensiones en las relaciones entre el Golfo y el Líbano se deben al dominio oficial de Hezbollah sobre el Líbano como al éxito del grupo terrorista chiita en arrastrar al país a la órbita del sistema khomeinista-iraní vociferando a diario un estado latente de guerra con Israel. ¿Qué cambiará con el nuevo gobierno? Nada.
La tercera prueba sera sobre las relaciones con Irak y la posición sobre los desarrollos allí después de que se convirtiera en un campo de batalla abierto entre Irán y Estados Unidos.
Controlar Irak es un objetivo estratégico para la política expansionista iraní en la región, ya sea para amenazar la estabilidad de los países del Golfo o considerando la ruta principal de suministros y contrabando de sistemas de armas y misiles para sus fuerzas en Siria y para Hezbollah en Líbano.
Internacionalmente ¿Cómo lidiara entonces con el anuncio de guerra de Hassan Nasrallah contra la presencia de Estados Unidos en la región? ¿Cómo abordara la reciente clasificación británica para Hezbollah y todas sus alas como organización terrorista, y lo mismo con la propuesta del parlamento alemán de sancionar todas las actividades del grupo pro-iraní en su país?
¿Cómo tratara con Gran Bretaña, Francia y Alemania, los tres países casi en línea con la posición estadounidense sobre la disputa en materia del conflicto nuclear con Irán?
Quedan muchos otros problemas, como las armas de Hezbollah y la decisión sobre la guerra o la paz que se arroga Hassan Nasrallah.
Todas las preguntas planteadas se enmarcan en la política exterior, pero responderlas es esencial para abordar los problemas internos comenzando por la crisis económica y financiera que el Líbano no puede resolver mientras es hostil a todos los sectores regionales e internacionales capaces de ayudarlo.
En consecuencia, a la luz del control de Hezbollah sobre la toma de decisiones internas y extranjeras, ¿tendrá la nueva diplomacia libanesa el coraje suficiente para sacar al país de la política de los ejes terroristas y formular una diplomacia que lo devuelva a su neutralidad histórica lejos de la farsa de la "auto-disociación"? ¿Cesará el Líbano sus posturas provocativas y volverá a su enfoque equilibrado y tradicional? ¿Podrá su presidente proteger al pais del aislamiento internacional después de la escalada de la crisis de Irán con Estados Unidos?
¿Volverá el enfoque de los grandes diplomáticos como Khayreddin al-Ahdab, Hamid Frangieh, Youssef Salem, Philippe Takla, Khalil Abu Hamad, Fuad Boutros, Fouad Ammoun y Ghassan Tueni?
Con tal cantidad de interrogantes abiertos y de difícil respuesta para la clase politica libanesa, parece extremadamente difícil, sino imposible, evitar la desintegración politica, económica y social de un pais que, cincuenta años atrás fue ejemplo de sociedad plural y una democracia parlamentaria inédita en el mundo árabe hasta que el terrorismo islamista lo devoró para llevarlo al limite de convertirlo en un estado fallido, lo cual parece ser su amargo destino.
Infobae
Mayoritariamente la sociedad civil libanesa sabe en su fuero íntimo que la formación del nuevo gobierno diseñado por Hezbollah confirma que el nuevo gabinete actuará cómica y trágicamente representando los mismos intereses políticos de siempre.
La conformación del nuevo gobierno demuestra que la autoridad continúa empleando el mismo sistema tradicional del poder irani para burlar a la comunidad local e internacional y mantener la corrupción vigente.
El engaño se ha vuelto obvio para todos, excepto para el presidente, los seguidores de Hezbollah y el eje iraní-sirio que se niegan a renunciar a sus superpoderes para continuar con la manipulación politica del pais y socavar las libertades y los derechos de sus ciudadanos.
Lo concreto es que el nuevo gobierno, tendrá un color político demasiado “luminoso” para esconderse de nadie. Sera un gobierno que habla inequívocamente el idioma del eje Irán-Siria.
En consecuencia, los interrogantes que surgen deben ser evaluados profunda y seriamente en virtud del curso que la clase dirigente ha escogido en su camino al precipicio. A saber:
¿Podrá considerarse independiente un gobierno elegido por eje iraní-sirio? ¿Sera un gobierno de salvación, cuando usa el ropaje del partido que levanta banderas de guerra abierta contra el mundo árabe, Israel y Occidente?
¿Cómo podrá tener éxito después de que el secretario general de Hezbollah anunció que su próxima batalla es eliminar la presencia estadounidense de la región?
En realidad, por graves que sean, si dejamos de lado los problemas internos del Líbano, veríamos que lo que el país enfrenta a nivel regional e internacional y lo que el nuevo gobierno tendrá que abordar al respecto es aún más grave.
A nivel regional, la primera prueba para el nuevo gobierno sera gestionar las relaciones libanesas-sirias, mientras Siria todavía está enredada en su destructiva guerra civil. ¿Que hará el nuevo gobierno si el régimen sirio queda atrapado entre el yunque ruso y el martillo iraní? ¿Cuál es la política que adoptará hacia Siria dada la presencia militar de Hezbollah allí? Incluso si el grupo terrorista saliera de Siria, el pueblo sirio no olvidará su solidaridad con ese régimen opresor y los crímenes cometidos por los hombres de Nasrallah contra civiles sirios.
¿Cómo lidiara el nuevo gobierno con el problema de Hezbollah que abrió y controla la frontera entre los ambos países con todas las implicancias de seguridad, políticas y económicas de eso? ¿Cuál será su posición sobre la crisis de refugiados sirios con el régimen aún insistiendo en no permitir el regreso de 1.000.000 de personas, excepto bajo sus propios términos, lo que obligaría al Líbano a confrontar a una comunidad internacional que insiste en su retorno voluntario y seguro?
Todas estas preguntas se pueden resumir en una sola: normalizara el nuevo gobierno las relaciones con el régimen sirio? La respuesta más probable es que sí, lo hará.
Por otra parte, los partidos que se oponen al régimen de Assad y que habían sido parte del gobierno anterior no impidieron que Hezbollah y sus aliados normalizaran las relaciones con el régimen, tampoco impidieron que el canciller libanes fuera en contra del consenso árabe de que Siria debía ser expulsada de la Liga Árabe. ¿Qué los detendrá hoy cuando el gobierno y las agendas de sus patrocinadores van más allá de sus fronteras e intereses nacionales?
La segunda prueba es cómo el gobierno libanés abordara las relaciones con los países del Golfo liderados por Arabia Saudita. No es necesario afirmar la importancia de estas relaciones, ya sea por la gran cantidad de trabajadores libaneses que viven alli o por la ayuda y solidaridad que estos países han brindado al Líbano durante todas sus crisis.
Tampoco es necesario mencionar que las tensiones en las relaciones entre el Golfo y el Líbano se deben al dominio oficial de Hezbollah sobre el Líbano como al éxito del grupo terrorista chiita en arrastrar al país a la órbita del sistema khomeinista-iraní vociferando a diario un estado latente de guerra con Israel. ¿Qué cambiará con el nuevo gobierno? Nada.
La tercera prueba sera sobre las relaciones con Irak y la posición sobre los desarrollos allí después de que se convirtiera en un campo de batalla abierto entre Irán y Estados Unidos.
Controlar Irak es un objetivo estratégico para la política expansionista iraní en la región, ya sea para amenazar la estabilidad de los países del Golfo o considerando la ruta principal de suministros y contrabando de sistemas de armas y misiles para sus fuerzas en Siria y para Hezbollah en Líbano.
Internacionalmente ¿Cómo lidiara entonces con el anuncio de guerra de Hassan Nasrallah contra la presencia de Estados Unidos en la región? ¿Cómo abordara la reciente clasificación británica para Hezbollah y todas sus alas como organización terrorista, y lo mismo con la propuesta del parlamento alemán de sancionar todas las actividades del grupo pro-iraní en su país?
¿Cómo tratara con Gran Bretaña, Francia y Alemania, los tres países casi en línea con la posición estadounidense sobre la disputa en materia del conflicto nuclear con Irán?
Quedan muchos otros problemas, como las armas de Hezbollah y la decisión sobre la guerra o la paz que se arroga Hassan Nasrallah.
Todas las preguntas planteadas se enmarcan en la política exterior, pero responderlas es esencial para abordar los problemas internos comenzando por la crisis económica y financiera que el Líbano no puede resolver mientras es hostil a todos los sectores regionales e internacionales capaces de ayudarlo.
En consecuencia, a la luz del control de Hezbollah sobre la toma de decisiones internas y extranjeras, ¿tendrá la nueva diplomacia libanesa el coraje suficiente para sacar al país de la política de los ejes terroristas y formular una diplomacia que lo devuelva a su neutralidad histórica lejos de la farsa de la "auto-disociación"? ¿Cesará el Líbano sus posturas provocativas y volverá a su enfoque equilibrado y tradicional? ¿Podrá su presidente proteger al pais del aislamiento internacional después de la escalada de la crisis de Irán con Estados Unidos?
¿Volverá el enfoque de los grandes diplomáticos como Khayreddin al-Ahdab, Hamid Frangieh, Youssef Salem, Philippe Takla, Khalil Abu Hamad, Fuad Boutros, Fouad Ammoun y Ghassan Tueni?
Con tal cantidad de interrogantes abiertos y de difícil respuesta para la clase politica libanesa, parece extremadamente difícil, sino imposible, evitar la desintegración politica, económica y social de un pais que, cincuenta años atrás fue ejemplo de sociedad plural y una democracia parlamentaria inédita en el mundo árabe hasta que el terrorismo islamista lo devoró para llevarlo al limite de convertirlo en un estado fallido, lo cual parece ser su amargo destino.