Las milicias proiraníes le ordenaron a sus milicianos levantar el asedio a la embajada de EEUU en Bagdad, pero Hezbollah se niega

Los líderes de las Fuerzas de Movilización Popular dijeron a sus seguidores que el mensaje a Washington “ya ha sido enviado”, pero un comandante del grupo terrorista advirtió que su grupo no levantará el acoso a la sede diplomática. Donald Trump apuntó contra Irán, pero dijo que su prioridad es la paz

Infobae
Los líderes de las fuerzas paramilitares proiraníes cuyos milicianos rodearon este martes y miércoles la embajada de Estados Unidos en Bagdad e incendiaron la oficina de recepción dentro del predio ordenaron que se levante el asedio y el campamento que fue montado durante la noche en la Zona Verde de la capital de Irak.


“Ustedes han enviado su mensaje”, dice el comunicado de las Fuerzas Iraquíes de Movilización Popular, organización a la que pertenecen entre otras las milicias del grupo terrorista de origen libanés Hezbollah de Irak (conocidas como Kataeb o Brigadas de Hezbollah).

Sin embargo, no está claro si todos los milicianos están dispuestos a aceptar la orden: un comandante de Hezbollah que se encontraba frente a la embajada declaró poco después que “no nos retiraremos ni siquiera si otros lo hacen”.

La orden de los líderes de las Fuerzas de Movilización Popular llama a los seguidores a mudar su campamento fuera de los límites de la llamada “Zona Verde”, donde se encuentran diversas embajadas y edificios púbicos del gobierno de Irak.

La protesta derivó en un ataque directo a la embajada con todo tipo de armas caseras, lo que forzó un repliegue de las fuerzas de seguridad que custodiaban el predio hacia el interior del edificio principal.

Esto dio lugar a que los milicianos forzaran puertas y ventanas e incendiaran la oficina de recepción de la sede diplomática.

Los grupos de seguidores de Hezbollah y otras milicias, que están integradas al ejército de Irak, reaccionaron ante una serie de bombardeos de Estados Unidos contra bases paramilitares que provocaron al menos 25 muertos y un número mucho mayor de heridos. El ataque fue una respuesta a uno previo de las milicias proiraníes, que provocó la muerte de un contratista estadounidense.

Después del anuncio de los líderes paramilitares, y a pesar de la aparente oposición de Hezbollah, las adyacencias de la sede diplomática han sido retomadas por las fuerzas se seguridad regulares y ya no se ven las banderas amarillas y blancas con lo símbolos de las milicias. En el mismo sitio, hasta pocas horas antes este era el panorama:

Las fuerzas de seguridad de la embajada estadounidense en Bagdad lanzaron este miércoles por la mañana, de forma breve, granadas lacrimógenas para dispersar a cientos de milicianos proiraníes que estaban quemando una bandera de Estados Unidos.

El martes, tras haber atacado durante horas la embajada estadounidense, cientos de personas anunciaron una sentada ilimitada en las inmediaciones de la legación para reclamar la retirada de las tropas estadounidenses de Irak, tras unos bombardeos ordenados por Washington que dejaron 25 combatientes proiraníes de la organización Hezbollah en Irak muertos.

Para garantizar la seguridad, Washington envió al menos tres helicópteros con refuerzos que aterrizaron durante la noche en el predio de la embajada.

Este miércoles, los guardias locales se posicionaron en los puestos de control de la Zona Verde -donde se encuentra la embajada y varias instituciones iraquíes-, pero aparentemente sin intenciones de desalojar a los manifestantes allí presentes, que por la noche levantaron unas cincuenta carpas y equipos sanitarios de campaña.

El presidente estadounidense Donald Trump responsabilizó a Irán por el asedio y ha advertido que espera que las fuerzas iraquíes garanticen la seguridad del personal norteamericano que está en la sede diplomática, mientras que el gobierno de Bagdad hizo una declaración pidiendo a los manifestantes que liberen la zona, pero sin efectuar ningún tipo de acción concretar para forzarlos a hacerlo.

Los participantes en la sentada intentaron acercarse de nuevo a la embajada de Estados Unidos, quemando banderas estadounidenses y gritando “Estados Unidos, gran Satán”, un lema muy utilizado en Irán durante la revolución islámica de 1979.

Sin embargo, desde el interior del gigantesco complejo diplomático, se lanzaron numerosas granadas lacrimógenas contra los manifestantes.

Las ambulancias trasladaron a los manifestantes, mientras que la policía envió refuerzos para formar un cordón en torno a la legación diplomática.

Desde que los aviones estadounidenses bombardearan el domingo unas bases de las Kataeb Hezbollah (brigadas de Hezbollah), una facción de las Fuerzas de Movilización Popular, paramilitares dominados por milicianos proiraníes e integrados en el ejército, el sentimiento antiestadounidense fue creciendo en Irak antes de culminar, el martes, con el ataque a la embajada.

Trump amenazó a Teherán con represalias, aunque pero aseguró también que no esperaba entrar en guerra con Irán.

Aún así, Washington desplegó 750 soldados suplementarios en Oriente Medio, “muy probablemente” para enviarlos a Irak.

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