La misteriosa mujer que murió en el avión ucraniano derribado por Irán y que era investigada por traficar armas a Libia

Un reporte de la ONU reveló que Olena Malakhova presentó documentación con información falsa para justificar que sus compañías aéreas pudiesen viajar al país del norte africano

Infobae
Una importante mujer de negocios ucraniana fue una de las 176 víctimas mortales que viajaban en el avión de Ukraine Airlines derribado a las afueras de Teherán por un misil del régimen iraní. El nombre de Olena Malakhova aparece en un reporte de la ONU en el que se la relaciona con el tráfico de armas a Libia.


En el vuelo 752 había solo dos ciudadanos ucranianos, Malakhova, de 38 años, que estaba casada y tenía dos hijos, era uno de ellos. Durante el siniestro ocurrido el pasado ocho de enero, la mujer estaba sentada en la segunda fila de la aeronave.

La ucraniana era socia de la compañía Volaris Business, con sede Edimburgo, Escocia. Además dirigía SkyAviaTrans, con sede en Ucrania, reveló en una investigación de CNN.

Las compañías prestan servicios de transporte aéreo de pasajero y servicios de fletes o transporte de carga. Volaris Business tiene como slogan: “Más que una compañía de pasajeros y de bienes”. Y el de Volaris Business reza: “Cualquier cosa, en cualquier momento, donde sea, profesionalmente”.

Desde agosto de 2018 y de acuerdo con los registros oficiales de las empresas con sede en el Reino, la ucraniana aparece como una de las dueñas de Volaris.

Las dos compañías trabajan en conjunto. En agosto de 2019, el único avión que era propiedad de Volaris y que era operado por SkyAviaTrans fue destruido por un drone en Libia. La aeronave, una Ilyushin Il-76TD soviética de carga pesada, parecida al enorme Antonov, fue destruida por fuerzas leales al mariscal Jalifa Haftar, quien controla el este del país del norte africano.

El avión fue atacado luego de que aterrizó en la costa de Misurata, donde se encuentran los enemigos de Haftar. La tripulación de ocho personas sobrevivió.

Como excusa de por qué estaban en esa parte del mundo, las dos compañías dijeron que transportaban ayuda humanitaria proveniente de Ankara, capital de Turquía. Esta versión fue respaldada por el gobierno de Ucrania. Sin embargo, el ejército liderado por Haftar dijo que destruyó el avión porque transportaba cargamento militar para sus enemigos del Gobierno de Acuerdo Nacional de Libia, reconocido por las Naciones Unidas y con sede en Trípoli.

Más allá de que el avión fue derribado en una área reconocida por la ONU, la organización prohíbe el envío de armas a Libia. En unos de sus últimos reporte, las Naciones Unidas advirtió de que el embargo de armas ha sido violado sistemáticamente por países como Turquía y los Emiratos Árabes Unidos.

De acuerdo con el documento de la ONU, la mayoría del armamento que se trafica al país africano son partes de drones de guerra que son disfrazados como repuestos de automóvil.

Tras constatar que la carga que llevaba el avión era muy liviana para su tamaño, además de que la documentación presentaba algunas anomalías, los expertos concluyeron que el “avión transportaba equipamiento militar de gran volumen pero de poca masa, tales como fuselaje y alas de aeronaves de combate no tripuladas”.

Para la ONU era poco creíble que el gobierno libio necesitará en tan poco tiempo tal cantidad de autopartes. Además que haya sido transportada de una manera tan costosa como lo es el transporte aéreo, informó CNN.

Una empresa alemana que alquiló los aviones en nombre del gobierno libio fue acusada de violar el embargo de armas. Las Naciones Unidas no acusó formalmente a los dos empresas de la ucraniana. Sin embargo, notó que la documentación que presentaron SkyAviaTrans y Volaris decía que no llevaban armas ni municiones ni bienes peligrosos. A los expertos de la ONU les resultó sospechoso que las compañías hayan manifestado de manera tan explícita y con tanto énfasis que no llevaban armamento.

“Dicha información no se presenta de manera rutinaria, ni se requiere, a menos que esté diseñada para tratar de disfrazar la naturaleza militar de la carga”, dijo el panel de expertos en su informe para la ONU. Y añadió que los protocolos para diligenciar la carga fueron “totalmente inadecuados y no aptos para el propósito”.

En el reporte no hay pruebas certeras que demuestren que Malakhova tenía conocimiento de que en el avión de su propiedad se transportaba armamento que iba ser utilizado para la guerra en Libia. No obstante, sí constata que Volaris se hizo responsable por los permisos y la documentación que se presentó para el vuelo operado por SkyAviaTrans. Tales documentos, además de un contrato para realizar ese viaje, fueron firmados por Malakhova.

Ucrania tenía prohibido a sus aviones volar hacia Libia, alegando que la situación de seguridad del país africano era complicada. Pero una semana antes de que la aeronave fuese derribada, SkyAviaTrans y Volaris obtuvieron un permiso especial en el que decían que iban a trabajar para la Media Luna Roja libia, el equivalente en occidente a la Cruz Roja. La ONU dijo que dudaba de la veracidad de los documentos presentados por las dos compañías a las autoridades ucranianas.

Por su parte, un portavoz de la Media Luna Roja libia le dijo a CNN que no tenían ningún tipo de relación con SkyAviaTrans, Volaris ni Malakhova. “No tenemos ninguna relación con el tema de este informe ... la Media Luna Roja libia no tiene nada que ver con esto”.

Hasta el momento es un misterio lo que Malakhova hacía en la capital iraní. SkyAviaTrans declaró que no tiene negocios en Irán y que no sabía que su fallecida directora se encontraba en el país persa. Y añadió que la ucraniana intentaba encontrar capital para reemplazar el avión que fue destruido en Libia.

CNN constató que entre mayo y agosto de 2019, el avión propiedad de Malakhova realizó más de 30 viajes entre Ucrania, Turquía y Libia. Antes de esas fechas también realizó viajes a los Emiratos Árabes Unidos y a Yemen. También voló unas seis veces a Afganistán, donde el gobierno emiratí entrena a tropas afganas.

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