La lección de Hong Kong marca a los jóvenes de Taiwán

El voto de quienes participan por primera vez en las elecciones puede decantar el resultado

Macarena Vidal Liy
Taipéi, El País
“¡No queremos ser Hong Kong! Es muy importante que defendamos nuestra democracia y nuestra libertad”. Jimmy Tsang, estudiante de 24 años en la Universidad Nacional de Taiwán, enfatiza cada una de sus palabras agitando una bandera verde, el color del Partido Demócrata Progresista (DPP) de la presidenta Tsai Ing-Wen. Mientras esperan a que la líder taiwanesa comparezca en su multitudinario mitin de cierre de campaña antes de las elecciones de este sábado en la isla, otros jóvenes que le escuchan asienten con la cabeza y más ondeo de banderas.


En estos comicios presidenciales y legislativos está en juego qué rumbo político seguirá la isla, una pieza clave en el tablero geopolítico asiático que China considera parte inalienable de su territorio y que tiene en Washington a su mayor aliado militar. Y un grupo clave para decidirlo pueden resultar los jóvenes como Tsang: los menores de 30 años representan una sexta parte del censo electoral, 3,1 millones de los 19,3 millones de votantes. De ellos, están llamados a votar por primera vez 1,8 millones, los comprendidos entre los 20 y los 23 años. Un número suficiente como para inclinar la balanza hacia un candidato u otro, o para decidir qué partido obtiene los 57 escaños necesarios para convertirse en mayoría. Según las encuestas, hasta dos tercios de los votantes más jóvenes, como Tsang, respaldan a Tsai frente a su principal rival, Han Kuo-yu, del conservador Kuomintang.

El programa progresista del DPP y de la presidenta, que hace valer medidas como la aprobación del matrimonio homosexual, resulta más atractivo entre los jóvenes. Y el mensaje de campaña de Tsai, la defensa de la democracia y las libertades frente a una China en auge, se ha visto reforzado por las protestas desde este verano en Hong Kong contra Pekín y en favor de la democracia.

A su lado, las propuestas de Han y el Kuomintang de un acercamiento a Pekín que sirva para mejorar la economía parecen caer en saco roto: “aumentar la riqueza no es la prioridad de los jóvenes. Les preocupan los derechos humanos, la igualdad, el medio ambiente. Quienes apoyan a Han son, sobre todo, personas de mediana edad”, apunta el profesor Chen Kuang-Hui, de la Universidad Nacional Chung Chen.

Los jóvenes de la isla han seguido con avidez los acontecimientos en Hong Kong. Como sus pares del territorio autónomo, son cada vez menos proclives a identificarse con sus ancestros chinos y tienden a considerarse exclusivamente taiwaneses, a diferencia de la generación de sus padres y sus abuelos.

“En Hong Kong la Policía dispara a la gente porque la gente no quiere obedecer lo que dice China”, resume Emily Lee, que a sus 20 años se estrenará este sábado en las urnas y ha acudido al mitin de Tsai vestida de verde, junto a varias compañeras de clase. “Nosotros no queremos ser los siguientes. Tenemos la suerte de tener democracia y libertad, algo que todo el mundo quiere, y tenemos que protegerlas. Nosotros no somos China. Somos un país aparte, distinto de China”.

Es un mensaje que la propia Tsai ha reiterado en su campaña y repetía en su mitin, donde cada mensaje de apoyo a la antigua colonia se recibía con aplausos y ondeaban algunas banderas en favor de la independencia de Hong Kong. “Los jóvenes de Hong Kong nos han demostrado con su sangre y sus lágrimas que el ‘un país, dos sistemas’ (el principio que garantiza a la antigua colonia británica libertades que no existen en la China continental, y que Pekín ofrece a Taiwán) no es posible. Mañana sábado es el turno de nuestros jóvenes en Taiwán, y de demostrar que el valor de las libertades democráticas supera todos los obstáculos”, arengaba desde el escenario, entre el entusiasmo de las decenas de miles de personas presentes.

La presidenta, que a lo largo de la campaña ha recurrido a memes y vídeos para cultivar a los nuevos votantes, compareció en el mitin rodeada de jóvenes, en un nuevo guiño a ese segmento de la población que le resulta imprescindible.

Su rival, Han Kuo-yu, también ha intentado apelar al voto juvenil mediante promesas de facilitar créditos a las start-ups y de promover programas estudiantiles de intercambio. Aunque entre el numeroso -y muy entusiasta- público que acudió a su mitin final en Taipei, 24 horas antes del de Tsai y en el mismo lugar, lo que abundaban eran los simpatizantes de mediana edad para arriba.

“Ambas partes han puesto mucho interés en movilizar a sus votantes… especialmente el DPP, que está preocupado por sus votantes más jóvenes. Si no salen a votar, es posible que Han obtenga una proporción mayor en los resultados definitivos”, señala el profesor Chen.

El riesgo de la abstención está siempre presente en Taiwán, donde la participación ha tendido a la baja desde que lograra un máximo del 82% en la convocatoria electoral del año 2000 y que en 2016 rondó el 66%. Un factor que contribuye es la inexistencia del voto por correo, que obliga a los interesados a regresar a sus lugares de origen para poder depositar su papeleta.

Chen señala otro factor que puede dificultar al DPP su objetivo de movilizar el voto juvenil: “no les gusta Han, pero Tsai tampoco les vuelve locos. Para ellos el DPP es un partido antiguo, tradicional, no muy diferente del Kuomintang. Prefieren partidos más nuevos, como el Partido del Pueblo Taiwanés o el Partido del Nuevo Poder”. Uno de sus políticos preferidos es Freddy Lim, de 43 años y antiguo cantante en un grupo de death metal cuyo partido, el Nuevo Poder, se ha aliado con el DPP frente a Pekín.

El profesor Pao Cheng-Hao, de la Universidad Tamkang, se muestra de acuerdo. Aunque en estas elecciones, opina, es probable que el voto joven se incline hacia Tsai, eso no querrá decir que esas papeletas vayan a parar al DPP en las elecciones del futuro. “Los jóvenes están esperando a alguien que consideren mejor”, sostiene.

Aunque eso queda para citas electorales futuras. Las de ahora, sostiene Jimmy Tsang, “son más importantes que nunca. No queremos a China demasiado cerca”.

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