La Barba se afeita

El escolta está en crisis y vive uno de sus peores momentos desde que llegó a los Rockets. Ha pasado de promediar casi 40 puntos a 22... con un 15% en triples.

Alberto Clemente
As
Los Rockets se tambalean. No están muertos, ni heridos de gravedad, pero han entrado en una fase de irregularidad que, si bien es muy común a estas alturas de temporada, no deja de ser una de las peores desde que Mike D'Antoni llegó al equipo. Más que por el récord, la racha en la que se encuentran sumergidos o el juego que practican en pista, por el nivel que está mostrando James Harden. Esa estrella que no siempre brilla para el aficionado pero que pertenece a una constelación de grandes jugadores, quizá los mejores de siempre, por mucho que los críticos se empeñen en resaltar la parte negativa de un estilo zafio, raro, en ocasiones aburrido, pero que es el resultado de un talento ofensivo pocas veces visto en la NBA.


Poco le pareció a Harden promediar 36,1 puntos el año pasado, la mayor marca desde que Jordan anotara 37,1 en la 1986-87. Es difícil compararse con un jugador de esa dimensión, que antes de ganar 6 anillos se fue a los 35+8+8 solo un año después de esa gesta anotadora y juntó el premio a MVP y el de Mejor Defensor en la misma temporada. Que La Barba puede ganar el segundo de esos premios es tan probable como que los Knicks consigan hacer algo bien en un futuro próximo, pero sí es extraño que en una de las mayores exhibiciones individuales de la historia, el escolta no se llevara el premio al Jugador Más Valioso. Fue para Giannis Antetokounmpo en esa regla no escrita en la que la NBA premia al mejor jugador del mejor equipo. O, en casi de debate, ante la franquicia con el mejor récord. Tampoco Kobe se llevó el galardón en la 2005-06, cuando realizó un curso semejante al de su compañero de posición. Ese año quedó cuarto en la votación... y sus Lakers séptimos en el Oeste en una temporada en la que, por cierto, Bryant anotó más puntos que Harden (2.832 por 2.818) a pesar de que el promedio fue menor (35,4 por 36,1).

Harden empezó la temporada dispuesto a hacer historia de nuevo. En los primeros 20 partidos se fue a los 39,5 puntos de promedio, con 9 encuentros igualando o superando la cifra de los 40, incluidos 3 de 50 o más y uno de 60. Las hipótesis sobre la posibilidad de que superara los 40 por primera vez desde (atención) Wilt Chamberlain en (atención) la 1961-62 se disparaban y muchos empezaban a considerarle de otra galaxia mientras las críticas por el juego del escolta y de los Rockets se seguían disparando. Los haters nunca mueren.

Sin embargo, en los últimos partidos los detractores de Harden han tenido de donde alimentarse. Ese estilo de juego instaurado en 2012 (cuando llegó a la franquicia) por McHale e increíblemente potenciado por D'Antoni, en el que el escolta asume una cantidad ingente de balón y lanza muchos (muchísimos) triples, no gusta a todo el mundo y su disfuncionalidad en playoffs ha sido muy comentada, al igual que la eterna ausencia de ese plab que que los Rockets han necesitado pero no han tenido en los tres últimos años, ya sea contra los Spurs (en 2017) o contra los Warriors (2018 y 2019).

Tras estar en números estratosféricos y mostrar versiones sobrehumanas que siempre han contado con excusas por parte del aficionado medio, Harden ha dado un bajón tremendo que le ha desmadejado en los últimos partidos, donde, sin rumbo ni orientación, parece haber perdido el norte y un toque de muñeca que, si bien en ocasiones ha sido responsable de unos porcentajes bochornosos, acabab haciendo grandes números, aunque fuera desde la línea de tiros libres.

El pasado 9 de enero Harden llegaba a Oklahoma con unos promedio sde 38,5 puntos por partido. En los dos anteriores duelos había conseguido superar los 40 puntos y hacer triple-doble, aunque en el último firmó un 4 de 20 en triples que, como siempre que ocurren ese tipo de actuaciones, fue muy criticado. Ante los Thunder se quedó en 17. Pareció recuperarse en los dos siguientes compromisos (32 y 41), pero luego se hundió hasta los 13 y siguió bajando su nivel hasta el 1 de 17 en triples firmado de nuevo ante OKC. En los tres encuentros, interrumpidos por sus dos primeras ausencias consecutivas de la temporada (fue baja ante los Pelicans), ha conseguido 27, 12 (cifra más baja del curso) y 18 puntos, siendo la primera vez desde la 2016-17 que hace dos partidos seguidos de menos de 20 tantos.

Harden ha colapsado en esta racha. Estaba en 38,5 puntos por partido antes del duelo ante los Thunder, con un 45% en tiros de campo y uin nada desdeñable (a pesar de las críticas) 38% en triples. Tras este compromiso, el escolta ha disputado 8 más: 24,8 tantos por noche, 34% en tiros de campo y 23% en triples. Números que empeoran todavía más si acotamos los 6 últimos duelos, en los que La Barba se ha quedado en 22, con un 32 y un 15% respectivamente. Y un bochornoso 21 de 91 en triples, con 2 de 10 por noche de promedio. Una negativa barbaridad.

Ni antes Harden era el mejor jugador de la historia ni ahora es el peor. De hecho, sigue siendo de los mejores de la competición, y su pequeña crisis no hace más darle valor a lo conseguido anteriormente. Los promedios conseguidos en las dos últimas campañas pertenecen al grupo de mejores exhibiciones individuales de toda la historia y la capacidad para anotar de Harden no deja de ser digna de elogio. El bajón en estos momentos no deja de entrar dentro de lo normal. De hecho, lo extraño era lo anterior. La regular season es muy larga y cuando la acumulación de partidos hace mella, las piernas flaquean y la fatiga llega.

Quizá esto no sea de todo malo para los Rockets. El proyecto ha tenido un común denominador: siempre naufragaba en playoffs. Las temporadas regulares de escándalo quedaban sepultadas en las eliminatorias en las que se juega el título, donde la fatiga de Harden muchas veces provocaba que el equipo se hundiera en los momentos clave. Eso, y la ausencia de un plan b. Quizá, solo quizá, que el escolta se afeite y deje que la barba vuelva a aparecer en abril viene bien a unos Rockets que son menos favoritos que nunca (si es que alguna vez lo han sido) al anillo. De hecho, la funcionalidad con Westbrook está puesta en duda y nadie cuenta con ellos a un campeonato al que optan los Lakers y Clippers (con permiso de los Bucks). No parece probable que vayan a rascar mucho contra esos equipos en una serie a siete partidos, pero si quieren tener alguna opción, necesitan que Harden esté a su mejor nivel. De momento, se está dando un respiro. Y, todo hay que decirlo, se lo ha ganado.

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