El Atlético entra en coma
Los rojiblancos empataron ante un Leganés que llegaba colista y dominó gran parte del partido. Cuéllar expulsado por perder tiempo en un final que llenaron los nervios.
Patricia Cazón
As
Fueron los últimos minutos del partido irrespirables. Con una tensión altísima, llena de pitos, silbidos y un Atlético desquiciado e incapaz de ganarle a un equipo que llegó como colista de LaLiga. Esta transición está resultando un trago partido a partido. Encara todos el Atlético como si todos los problemas del mundo estuvieran sobre sus hombres y hombros. A veces, en el fútbol, ocurren cosas así. Cosas como que tu lateral derecho titular se lesiona (Trippier, pubalgia) y tu suplente también (Arias, tres semanas KO), así que debes mirar hacia el fondo de tu banquillo y soplarle el polvo a un fichaje de 2016, Vrsaljko, que ponía unos centros precisos, medios goles, pero que no funcionó, y se fue a Milán, Inter, y se rompió la rodilla, y regresó para recuperarse, sólo eso, pero que en una mañana fría de enero ahí está de nuevo, escuchando desde la hierba el Thundertrucks del Metropolitano para volver a jugar once meses después de la última vez y veinte de la rojiblanca. Por no tener, en la emisión de la tele no tenían ni su foto.
Es lo que tiene este Atleti y sus lesiones, este Atleti y sus plantillas tan cortas, que uno que no cuenta nada es de pronto titular en una mañana llena de obligaciones. Porque el Atleti las arrastraba todas tras Eibar, León. Y el pasado llamando a la puerta. El Vasco Aguirre, el primero que logró escapar a las Intertotos y los grises en los años previos al Cholo. Le ha dado garra a un Leganés que ayer nunca pareció colista. Su plan, perfecto: todo defensas.
Salió con nueve, una línea de cinco y otra por delante de cuatro, Braithwaite solo en punta, como llanero solitario. Del Leganés fue el primer córner del partido. Regalo rojiblanco tras una falta de entendimiento entre Felipe y Oblak. Los primeros diez minutos tendrían todos los ingredientes de la película de terror que vendría. Intenso el Leganés, tenía el control, la confianza, los pases por dentro y las oportunidades. Kevin desde la frontal, chut de Braithwaite. Pero a la portería rojiblanca había regresado Oblak y sus milagros son lo único que nunca está de tránsito en el Atleti. Y menos mal. Por delante, su equipo no hacía más que chocarse contra la muralla pepinera, incapaz de enlazar dos pases.
La grada, mientras, debatía. Si había tímidos pitos, más alto, mucho más alto, se escuchaba el grito de guerra de los últimos años. Ole, ole, ole. Sobre la hierba el Atlético tenía su primera ocasión, un centro de Lodi que peinó Awaziem y Correa, solo, envió por encima del larguero. El hombre de negro nunca ha sentido tan estrecho el traje. Todo lo que veía era un despropósito. Pérdidas de Thomas, pérdidas de Saúl y todo imprecisiones ante un Leganés que iba, venía y mandaba al antojo de Roque Mesa. Todo pudo cambiar cuando Morata y Correa se escaparon en una contra, el muro caído, pero el último ladrillo del Vasco, Cuéllar, despejó la volea mientras el Lega volvía a ocupar todos los metros. El descanso llegó con Correa cojo tras una entrada de Bustinza y Vitolo calentando fuerte en la banda.
El sacrificado del Cholo fue Llorente, su jugador menos malo ayer en el centro, sólo una pérdida en 45 minutos. Nada más pisar la hierba Vitolo, João le filtró un balón de gol que estropearon entre el canario y Correa, estorbándose. Era el portugués un vergel en un desierto. Pero nadie aprovecha sus pases. Seguía dominando el Leganés ante un Atlético como la M-30 en un día de lluvia, atasco infinito. Oblak enviaba a córner un disparo lejano de Recio mientras Cholo hacía tetris con sus jugadores. Del 4-3-3 al 4-4-2 con Saúl y Thomas en el doble pivote o un 4-2-3-1 con Saúl segundo delantero. Tanto mareo para nada, Braithwaite seguía amenazando cada vez que pisaba el área ante un Atlético empeñado en lanzar centros laterales hacia ningún lugar, perdido en la búsqueda de sí mismo. Le faltará gol, sí, pero sobre todo líderes, el coraje de hombres como Gabi o Godín. Los futbolistas de ahora van al choque como pidiendo perdón. Ay Koke. Cuánto falta cuando no está.
A la desesperada se lanzó el Atlético sobre los minutos finales. Con delanteros lo hizo Aguirre, Carrillo sumado a Ruibal y Braithwaite. Desapareció. Y eso que el segundo cambio del Cholo había sido Herrera, que todo lo empeoró. Era Vitolo ya el mejor otro día más, el único con intención, desborde y casi un Goya. Porque se dejó caer ante Recio con una gran actuación que a Mateu no engañó. Un Mateu que tampoco vio penalti en una caída de Felipe con Rosales. Enloqueció el brasileño, el partido. El desquicie llenó el final.
El Atlético lanzando córners ridículos, los decibelios altísimos, Cuéllar expulsado por buscar otro Goya, fingir la agresión de un recogepelotas, y perdiendo tiempo de camino a los vestuarios, que con el punto el Lega dejaba de ser colista. Cuatro minutos tardó. Sólo uno más duraría el partido, con Silva obligado portero y los rojiblancos sin aprovecharlo. Una opereta dantesca para cerrar otra, en lo que se ha convertido este equipo. De mal en peor.
Patricia Cazón
As
Fueron los últimos minutos del partido irrespirables. Con una tensión altísima, llena de pitos, silbidos y un Atlético desquiciado e incapaz de ganarle a un equipo que llegó como colista de LaLiga. Esta transición está resultando un trago partido a partido. Encara todos el Atlético como si todos los problemas del mundo estuvieran sobre sus hombres y hombros. A veces, en el fútbol, ocurren cosas así. Cosas como que tu lateral derecho titular se lesiona (Trippier, pubalgia) y tu suplente también (Arias, tres semanas KO), así que debes mirar hacia el fondo de tu banquillo y soplarle el polvo a un fichaje de 2016, Vrsaljko, que ponía unos centros precisos, medios goles, pero que no funcionó, y se fue a Milán, Inter, y se rompió la rodilla, y regresó para recuperarse, sólo eso, pero que en una mañana fría de enero ahí está de nuevo, escuchando desde la hierba el Thundertrucks del Metropolitano para volver a jugar once meses después de la última vez y veinte de la rojiblanca. Por no tener, en la emisión de la tele no tenían ni su foto.
Es lo que tiene este Atleti y sus lesiones, este Atleti y sus plantillas tan cortas, que uno que no cuenta nada es de pronto titular en una mañana llena de obligaciones. Porque el Atleti las arrastraba todas tras Eibar, León. Y el pasado llamando a la puerta. El Vasco Aguirre, el primero que logró escapar a las Intertotos y los grises en los años previos al Cholo. Le ha dado garra a un Leganés que ayer nunca pareció colista. Su plan, perfecto: todo defensas.
Salió con nueve, una línea de cinco y otra por delante de cuatro, Braithwaite solo en punta, como llanero solitario. Del Leganés fue el primer córner del partido. Regalo rojiblanco tras una falta de entendimiento entre Felipe y Oblak. Los primeros diez minutos tendrían todos los ingredientes de la película de terror que vendría. Intenso el Leganés, tenía el control, la confianza, los pases por dentro y las oportunidades. Kevin desde la frontal, chut de Braithwaite. Pero a la portería rojiblanca había regresado Oblak y sus milagros son lo único que nunca está de tránsito en el Atleti. Y menos mal. Por delante, su equipo no hacía más que chocarse contra la muralla pepinera, incapaz de enlazar dos pases.
La grada, mientras, debatía. Si había tímidos pitos, más alto, mucho más alto, se escuchaba el grito de guerra de los últimos años. Ole, ole, ole. Sobre la hierba el Atlético tenía su primera ocasión, un centro de Lodi que peinó Awaziem y Correa, solo, envió por encima del larguero. El hombre de negro nunca ha sentido tan estrecho el traje. Todo lo que veía era un despropósito. Pérdidas de Thomas, pérdidas de Saúl y todo imprecisiones ante un Leganés que iba, venía y mandaba al antojo de Roque Mesa. Todo pudo cambiar cuando Morata y Correa se escaparon en una contra, el muro caído, pero el último ladrillo del Vasco, Cuéllar, despejó la volea mientras el Lega volvía a ocupar todos los metros. El descanso llegó con Correa cojo tras una entrada de Bustinza y Vitolo calentando fuerte en la banda.
El sacrificado del Cholo fue Llorente, su jugador menos malo ayer en el centro, sólo una pérdida en 45 minutos. Nada más pisar la hierba Vitolo, João le filtró un balón de gol que estropearon entre el canario y Correa, estorbándose. Era el portugués un vergel en un desierto. Pero nadie aprovecha sus pases. Seguía dominando el Leganés ante un Atlético como la M-30 en un día de lluvia, atasco infinito. Oblak enviaba a córner un disparo lejano de Recio mientras Cholo hacía tetris con sus jugadores. Del 4-3-3 al 4-4-2 con Saúl y Thomas en el doble pivote o un 4-2-3-1 con Saúl segundo delantero. Tanto mareo para nada, Braithwaite seguía amenazando cada vez que pisaba el área ante un Atlético empeñado en lanzar centros laterales hacia ningún lugar, perdido en la búsqueda de sí mismo. Le faltará gol, sí, pero sobre todo líderes, el coraje de hombres como Gabi o Godín. Los futbolistas de ahora van al choque como pidiendo perdón. Ay Koke. Cuánto falta cuando no está.
A la desesperada se lanzó el Atlético sobre los minutos finales. Con delanteros lo hizo Aguirre, Carrillo sumado a Ruibal y Braithwaite. Desapareció. Y eso que el segundo cambio del Cholo había sido Herrera, que todo lo empeoró. Era Vitolo ya el mejor otro día más, el único con intención, desborde y casi un Goya. Porque se dejó caer ante Recio con una gran actuación que a Mateu no engañó. Un Mateu que tampoco vio penalti en una caída de Felipe con Rosales. Enloqueció el brasileño, el partido. El desquicie llenó el final.
El Atlético lanzando córners ridículos, los decibelios altísimos, Cuéllar expulsado por buscar otro Goya, fingir la agresión de un recogepelotas, y perdiendo tiempo de camino a los vestuarios, que con el punto el Lega dejaba de ser colista. Cuatro minutos tardó. Sólo uno más duraría el partido, con Silva obligado portero y los rojiblancos sin aprovecharlo. Una opereta dantesca para cerrar otra, en lo que se ha convertido este equipo. De mal en peor.