¿Un Mundial femenino cada dos años?: la propuesta del presidente de la FIFA que enciende el debate
Gianni Infantino se refirió al éxito que tuvo la Copa del Mundo de Francia 2019 y esbozó la posibilidad de que estos certámenes se realicen con más frecuencia. La propuesta genera interrogantes: ¿es esto lo que necesita la disciplina para desarrollarse?
Daniela Lichinizer
dlichinizer@infobae.com
El mundial femenino de fútbol de Francia 2019 significó una revolución y los números lo dejaron en claro: se batieron récords de asistencia a los estadios, se logró una cobertura mediática inédita para un deporte de mujeres y se alcanzó una audiencia global que superó los 1000 millones de televidentes. También dieron resultados positivos las cifras relacionadas a las ganancias provenientes de los derechos de comercialización y de los sponsors.
La FIFA ha tomado nota del creciente interés que existe en torno a la disciplina y, en las últimas horas, el presidente del organismo, Gianni Infantino, reveló que existe una propuesta para empezar a disputar los Mundiales femeninos cada dos años (actualmente son cada cuatro, como los de los varones). El debate que se plantea a partir de esta posibilidad es: ¿necesita el fútbol femenino que se aumente la frecuencia de estos mega-eventos que generan visibilidad o el acento debería estar puesto en reforzar las bases para fundamentar el crecimiento?
“En Francia 2019 tuvimos más de mil millones de espectadores en todo el mundo y cifras increíbles en países en los que normalmente el fútbol femenino ni se acerca al masculino, como Italia, Brasil o Inglaterra”, señaló Infantino desde Doha (Qatar), a donde concurrió para presenciar el Mundial de Clubes masculino que finalmente quedó en manos del Liverpool.
El directivo reveló que este “tremendo éxito” derivó en “algunas propuestas” en las que la FIFA “ya se encuentra trabajando”. Uno de estos proyectos -que según el propio mandatario “pasó algo inadvertido”- es el que le acercó Noël Le Graët, presidente de la Federación de Fútbol Francesa, para organizar el Mundial femenino cada dos años.
“Esto generaría beneficios y daría el impulso justo que necesita la disciplina de mujeres en este mujeres en este momento. Es algo que pondremos a discusión”, el ítalo-suizo
De esta manera, la FIFA extendió la lista de proyectos en torno al fútbol femenino, siempre refiriendo al que se disputa en el máximo nivel de competición. Ya al finalizar la cita de Francia 2019 se había anunciado un paquete de cinco medidas a desarrollar en un breve lapso:
-La creación de un Mundial de Clubes femenino (a realizarse lo antes posible).
-La creación de una Liga Mundial femenina (que se jugaría con torneos en todo el planeta)
-Aumentar la cantidad de equipos en Mundiales de 24 a 32 de cara a la próxima edición, que será en el 2023 (Australia/Nueva Zelanda -en conjunto-, Japón, Brasil y Colombia son las posibles sedes).
-Duplicar los premios económicos en el próximo Mundial.
-Duplicar la inversión comprometida para el fútbol femenino en el próximo ciclo de cuatro años, que pasaría así de USD 500 millones a 1000 millones (direccionando la inyección de dinero hacia aquellos mercados más desfavorecidos, con la meta de reducir la brecha de desarrollo, sobre todo entre Europa y el resto de los continentes).
Si se piensa al fútbol femenino como una pirámide, se podría decir que estas iniciativas se centran fundamentalmente en reforzar la punta de la misma. Organizar un Mundial cada dos años sin dudas que coopera en la difusión y que genera enormes movimientos de dinero -como todo evento deportivo de gran escala-, pero no significa que eso redunde directamente en apuntalar las bases, que es la gran necesidad que tiene la disciplina en la actualidad.
Las Copas del Mundo reúnen a los seleccionados más poderosos y a muchas jugadoras que ya son profesionales (o que perciben algún tipo de remuneración por su actividad) en las ligas más importantes del planeta. Sin ir más lejos, en Francia 2019 se evidenciaron, una vez más, las enormes diferencias que existen entre aquellos países que han apostado al desarrollo de la rama femenina y los que aún la tienen relegada.
El gran desafío para el fútbol femenino es derribar barreras culturales y estereotipos expulsivos para que las mujeres se acerquen al deporte, para que este se vuelva atractivo y para que las niñas que se suman puedan tener perspectivas de desarrollar una carrera como jugadoras. Un escalón más arriba, se presenta la necesidad de profesionalizar las ligas locales y garantizar las condiciones de trabajo en los clubes para sus protagonistas. Eso requiere de un fortalecimiento desde las raíces y de políticas activas -con las federaciones de los distintos países como principales aliadas- para construir desde abajo hacia arriba. Tarde o temprano, eso redundará en un mejoramiento del nivel de juego y de las cualidades técnicas de las protagonistas.
También es necesario reforzar los calendarios a nivel regional en lo que a selecciones se refiere. En Sudamérica, por ejemplo, la clasificación al Mundial la da una Copa América que también se juega cada cuatro años. En el medio, la competición oficial es escasa (o prácticamente nula). Una alternativa sería generar nuevos certámenes o formatos de torneos que fomenten la actividad y el roce internacional con mayor asiduidad.
En la actualidad, en la rama masculina, los Mundiales que ocurren cada dos años son los juveniles (Sub 17 y Sub 20). Cabe preguntarse por qué la Copa del Mundo femenina de Mayores debería equipararse a estos. ¿Podría pensarse como una especie de degradación?
La enorme difusión para la disciplina y el éxito comercial juegan a favor de la posible decisión de organizar un Mundial femenino cada dos años. La necesidad de fortalecer las bases de la actividad y de direccionar los apoyos hacia otras áreas menos favorecidas podrían ser argumentos en contra de esa propuesta. Lo que es cierto es que la lupa está puesta sobre el fútbol femenino y en pensar alternativas para desarrollarlo. Y eso siempre es para celebrar.
Daniela Lichinizer
dlichinizer@infobae.com
El mundial femenino de fútbol de Francia 2019 significó una revolución y los números lo dejaron en claro: se batieron récords de asistencia a los estadios, se logró una cobertura mediática inédita para un deporte de mujeres y se alcanzó una audiencia global que superó los 1000 millones de televidentes. También dieron resultados positivos las cifras relacionadas a las ganancias provenientes de los derechos de comercialización y de los sponsors.
La FIFA ha tomado nota del creciente interés que existe en torno a la disciplina y, en las últimas horas, el presidente del organismo, Gianni Infantino, reveló que existe una propuesta para empezar a disputar los Mundiales femeninos cada dos años (actualmente son cada cuatro, como los de los varones). El debate que se plantea a partir de esta posibilidad es: ¿necesita el fútbol femenino que se aumente la frecuencia de estos mega-eventos que generan visibilidad o el acento debería estar puesto en reforzar las bases para fundamentar el crecimiento?
“En Francia 2019 tuvimos más de mil millones de espectadores en todo el mundo y cifras increíbles en países en los que normalmente el fútbol femenino ni se acerca al masculino, como Italia, Brasil o Inglaterra”, señaló Infantino desde Doha (Qatar), a donde concurrió para presenciar el Mundial de Clubes masculino que finalmente quedó en manos del Liverpool.
El directivo reveló que este “tremendo éxito” derivó en “algunas propuestas” en las que la FIFA “ya se encuentra trabajando”. Uno de estos proyectos -que según el propio mandatario “pasó algo inadvertido”- es el que le acercó Noël Le Graët, presidente de la Federación de Fútbol Francesa, para organizar el Mundial femenino cada dos años.
“Esto generaría beneficios y daría el impulso justo que necesita la disciplina de mujeres en este mujeres en este momento. Es algo que pondremos a discusión”, el ítalo-suizo
De esta manera, la FIFA extendió la lista de proyectos en torno al fútbol femenino, siempre refiriendo al que se disputa en el máximo nivel de competición. Ya al finalizar la cita de Francia 2019 se había anunciado un paquete de cinco medidas a desarrollar en un breve lapso:
-La creación de un Mundial de Clubes femenino (a realizarse lo antes posible).
-La creación de una Liga Mundial femenina (que se jugaría con torneos en todo el planeta)
-Aumentar la cantidad de equipos en Mundiales de 24 a 32 de cara a la próxima edición, que será en el 2023 (Australia/Nueva Zelanda -en conjunto-, Japón, Brasil y Colombia son las posibles sedes).
-Duplicar los premios económicos en el próximo Mundial.
-Duplicar la inversión comprometida para el fútbol femenino en el próximo ciclo de cuatro años, que pasaría así de USD 500 millones a 1000 millones (direccionando la inyección de dinero hacia aquellos mercados más desfavorecidos, con la meta de reducir la brecha de desarrollo, sobre todo entre Europa y el resto de los continentes).
Si se piensa al fútbol femenino como una pirámide, se podría decir que estas iniciativas se centran fundamentalmente en reforzar la punta de la misma. Organizar un Mundial cada dos años sin dudas que coopera en la difusión y que genera enormes movimientos de dinero -como todo evento deportivo de gran escala-, pero no significa que eso redunde directamente en apuntalar las bases, que es la gran necesidad que tiene la disciplina en la actualidad.
Las Copas del Mundo reúnen a los seleccionados más poderosos y a muchas jugadoras que ya son profesionales (o que perciben algún tipo de remuneración por su actividad) en las ligas más importantes del planeta. Sin ir más lejos, en Francia 2019 se evidenciaron, una vez más, las enormes diferencias que existen entre aquellos países que han apostado al desarrollo de la rama femenina y los que aún la tienen relegada.
El gran desafío para el fútbol femenino es derribar barreras culturales y estereotipos expulsivos para que las mujeres se acerquen al deporte, para que este se vuelva atractivo y para que las niñas que se suman puedan tener perspectivas de desarrollar una carrera como jugadoras. Un escalón más arriba, se presenta la necesidad de profesionalizar las ligas locales y garantizar las condiciones de trabajo en los clubes para sus protagonistas. Eso requiere de un fortalecimiento desde las raíces y de políticas activas -con las federaciones de los distintos países como principales aliadas- para construir desde abajo hacia arriba. Tarde o temprano, eso redundará en un mejoramiento del nivel de juego y de las cualidades técnicas de las protagonistas.
También es necesario reforzar los calendarios a nivel regional en lo que a selecciones se refiere. En Sudamérica, por ejemplo, la clasificación al Mundial la da una Copa América que también se juega cada cuatro años. En el medio, la competición oficial es escasa (o prácticamente nula). Una alternativa sería generar nuevos certámenes o formatos de torneos que fomenten la actividad y el roce internacional con mayor asiduidad.
En la actualidad, en la rama masculina, los Mundiales que ocurren cada dos años son los juveniles (Sub 17 y Sub 20). Cabe preguntarse por qué la Copa del Mundo femenina de Mayores debería equipararse a estos. ¿Podría pensarse como una especie de degradación?
La enorme difusión para la disciplina y el éxito comercial juegan a favor de la posible decisión de organizar un Mundial femenino cada dos años. La necesidad de fortalecer las bases de la actividad y de direccionar los apoyos hacia otras áreas menos favorecidas podrían ser argumentos en contra de esa propuesta. Lo que es cierto es que la lupa está puesta sobre el fútbol femenino y en pensar alternativas para desarrollarlo. Y eso siempre es para celebrar.