Quiénes estuvieron detrás del asalto a la unidad militar en Venezuela y cuáles eran sus verdaderas motivaciones

El hecho que tuvo lugar esta semana en el Batallón de Infantería Selva Simón Bolivar no fue una rebelión ni una sublevación. La razón por la que el ministro chavista Jorge Rodríguez cree que Colombia, Brasil y Perú estuvieron involucrados

Sebastiana Barráez
desde Caracas, Venezuela
No fue un alzamiento militar y tampoco una intentona golpista lo ocurrido esta semana en el 513 Batallón de Infantería Selva Mariano Montilla, ubicado en el sector Luepa, en el municipio Gran Sabana del estado Bolívar. Lo que ocurrió es que un oficial retirado, junto con un sargento y un pequeño grupo de pemones, tomaron el parque de armas y sacaron 112 fusiles AK 103 y municiones. Acto seguido, intentaron tomar el Comando 5102, Escuadrón de Caballería de Santa Elena, y se llevaron de rehenes al comandante y a dos subalternos. El grupo del teniente Josué Abraham Hidalgo Azuaje y el Sargento Mayor 3 (SM3) Darwin Balaguera Rivas salieron en una camioneta Hilux y un camión 350.


En la huída se dividieron. El teniente Hidalgo se fue en la camioneta, cargado con 30 fusiles. Llevó como rehén al comandante y a otros funcionarios, entre ellos una soldado a quien se le oyó describir la sucesión de eventos que la que fue partícipe: “Yo pude escapar en San Francisco de Asís. Pude recuperar un fusil y no pude hacer más nada. Mi comandante logró escapar más adelante, antes de llegar a San Ignacio. Recuperaron allá el armamento a la altura de la Guardia. Pero la mala noticia es que el teniente que estaba metido es Hernández Castillo, quien tuvo la osadía de entrar junto a un teniente de aquí que vendió el Batallón”.

Balaguera, por su parte, abordó el camión 350 con 82 fusiles; en la vía se topó con el punto de control del destacamento 623 San Ignacio de la tercera compañía. El sargento se bajó a hablar con los guardias -supuestamente ya tenía hablado el paso- pero los hechos no se desarrollaron acorde a su plan: una discusión con un soldado devino en un tiroteo entre ambos.

Ante esa situación, el chofer y cuatro guardias nacionales huyeron en el camión. Balaguera quedó en el camino y solo, lo que facilitó su captura. Aquellos que restaban continuaron hacia las trochas y, en la entrada a la población de Paraitepuy de Roraima, abandonaron el camión. Dentro quedaron 82 fusiles AK 103, 60 granadas 40 MM, 1 RPG, 1 Afag, 6 Carl Gustav y 6 cajas de municiones 7.76.

La recolección de los hechos ilustra que no existió el enfrentamiento descripto en el reporte del Comando de Zona GNB62 del estado Bolívar. Ese documento se dice que “el Teniente Coronel Rengifo Armas del Destacamento 623 sostuvo enfrentamiento en trochas vías sector Roraima, con resultado de un detenido”.

Balaguera

El sargento mayor de tercera de la Guardia Nacional Bolivariana, Darwin Balaguera Rivas, estuvo adscrito al destacamento de ese componente de las fuerzas armadas en San Antonio del Táchira hasta el 23 de febrero 2019. Ese día pasó a territorio colombiano para reconocer, junto con gran cantidad de militares, a Juan Guaidó como su comandante en Jefe de la Fuerza Armada.

Allí permaneció en uno de los hoteles de Cúcuta junto con otros militares que habían desertado o estaban retirados desde hacía tiempo.

Con el tiempo, y luego de la desastrosa actuación de la pareja que Guaidó nombró para encargarse de los militares, Balaguera empezó a desesperarse ante la falta de avances hacia la solución de la situación del país. Se fue para Cali, de donde desapareció hace unas semanas luego de ser reclutado por el primer teniente del Ejército, Josué Abraham Hidalgo Azuaje. Fue él quien le propuso la aventura de apropiarse de unas armas en ese comando del estado Bolívar.

El primer teniente Hidalgo Azuaje es un oficial del Ejército perteneciente a la promoción del año 2012. Fue dado de baja de la Fuerza Armada el 24 de febrero 2018, siete meses después de haber ascendido. La gran mayoría de esa promoción fue sometida a investigaciones después de que la Dirección de Contrainteligencia Militar (DGCIM) hubiese detectado que, a través de un chat, estaban manifestando su molestia e inconformidad con lo que sucedía en la rama de las Fuerzas Armadas y que incluso integraban un grupo rebelde que se hacía llamar La Espada de Dios.

La idea de la llamada Operación Aurora no fue inspirada por el primer teniente Hidalgo. Quien estuvo detrás fue un hombre llamado Andrés Antonio Fernández Soto, aunque conocido mayormente por su alias: “Toñito”. Él fue el financista de esa operación y busca apoderarse del control de unas minas de oro en la zona. Balaguera dice que lo conoció en Paracaima y lo describe como “un catire, canoso, de aproximadamente cuarenta y dos (años)".

“Toñito” manejaba una mina, junto con un grupo de pemones, que le fue quitada por el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Es muy conocido en la zona porque maneja muchos comercios en Santa Elena de Uairén y estuvo muy relacionado con el alcalde pemón Emilio González, a quien el Gobierno Nacional -en una maniobra fraudulenta- lo destituyó de la alcaldía que ganó en la Gran Sabana, pero también de la mina.

Informes de Inteligencia reportan que “Toñito” fue un elemento importante para el financiamiento de la llamada Guardia Territorial Pemón. Se cree que estaría relacionado con el mayor Carlos Alberto Marcano Vásquez, quien fue comandante del Destacamento Nr. 623 de Santa Elena de Uairén y a quien a los pocos días de haberlo ascendido le fue revocado el ascenso por estar incurso en la Operación Manos de Metal.

Balaguera indicó que para llegar de Cali a Bolívar pasó por Perú y luego Brasil, una travesía que le llevó 12 días. Es de ahí de dónde el ministro de comunicación Jorge Rodríguez saca como conclusión que los gobiernos de Perú y Brasil estarían involucrados en el hecho.

“Los verdaderos culpables”

El Capitán técnico del Ejército Denis Arellano Romero es uno de los detenidos por el asalto al Comando militar. Él es del sector La Colonia de Rubio, estado Táchira y fue Jefe de Comunicaciones del Batallón Ricaurte o Fuerte Kinimarí de esa población del municipio Junín. Es parte de los militares que estaban en Cúcuta en apoyo a Guaidó.

Su familia y amigos no sabían que se había desplazado al estado Bolívar. “Todos creíamos que él seguía en Cúcuta, donde estaba pasando necesidades, porque ahí estaba hace tres semanas”, relata uno de sus compañeros, quien se pregunta si no sería que lo capturaron en Cúcuta. No obstante, el video desmiente esa presunción.

Su familia está muy angustiada. En un mensaje publicado por el ministro, puede verse a Arellano diciendo: “Mi mensaje para mis compañeros de armas activos, piensen muy bien las cosas antes de hacerlo. Recuerden que tienen a sus familiares, amigos”.

Pide que se vean en su espejo. “Diecisiete años de servicio prácticamente a la nada, por confiar en la palabra de un político que nos mintió descaradamente y así como yo está la gran mayoría, por no decir todos, los que estuvimos en Cúcuta”.

Resulta extraño oírlo llamar “presidente” a Nicolás Maduro y pedirle que “sean investigados los verdaderos culpables de tan nefasta situación por la que están pasando cientos de familias de militares exitosos, que hemos sido engañados por los diputados Freddy Superlano, Gaby Arellano, Lester Toledo y José Manuel Olivares dirigidos por Juan Guaidó”, se le oye decir como si leyera un libreto.

Familia y amigos dicen, en relación con esa grabación: “No sabemos si está amenazado o lo drogaron, pero el tono en el que habla y en la mirada parece otra persona. Él no es así, ni habla así. La forma como mueve la boca y la mirada es totalmente diferente. Lo conozco desde que éramos niños”.

La tesis de la amenaza la sostienen partiendo de que él tiene una hija de siete años, además de que su familia, sus padres y una hermana que es especial, viven en Rubio, que es un territorio plagado de guerrilla.

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