Jair Bolsonaro acusó al Ministerio Público de Río de Janeiro de estar “cometiendo un abuso” contra él y su hijo Flavio
El presidente de Brasil negó las denuncias de lavado de dinero contra el senador
Eleonora Gosman
Infobae
Desde San Pablo.-Vestido con una camiseta del club carioca Flamengo, el equipo de su preferencia, el presidente Jair Bolsonaro mantuvo una conversación de más de dos horas con periodistas en su residencia oficial, la Alvorada. Con el idílico jardín de ese palacio como escenario, la prensa sin embargo no dejó de insistir con preguntas complicadas. Estaban referidas a su hijo, el senador Flavio, hoy acusado por la fiscalía de Río de Janeiro de incurrir en el delito de lavado de dinero (y anexos). El tema fue objeto de intensa cobertura mediática a lo largo de la semana, y puso al jefe de Estado en un profundo estado de tensión, al punto de enderezar su dedo contra el gobernador fluminense Wilson Witzel, como responsable de esas maniobras.
Tanto es así que, en la cita matutina de este sábado, contó: “Si yo no tuviera la cabeza en su lugar, iría a enloquecer”. Bolsonaro acusó directamente al Ministerio Público de Río de Janeiro de estar “cometiendo un abuso” contra él y el senador Flavio. “El proceso está bajo secreto judicial. Ahora ¿quién es el que juzga: los fiscales o el juez?”. Agregó de inmediato: “Los fiscales filtran el proceso (a la prensa). Paciencia, pues”. Para él, no es otra cosa que una “exposición absurda (de su hijo) a los medios”. Afirmó, entonces: “Alguien está feliz con ese ruido”.
Precisamente, una de las preguntas de los profesionales apuntó a saber si Bolsonaro sospechaba de alguna operación contra él. El presidente no dudó y apuntó en forma directa contra el gobernador fluminense Wilson Witzel. “Ese caso…el tipo estuvo todo el tiempo con Flavio (Bolsonaro). Lo único que no hubo entre ellos fueron besos de lengua. Acabó la elección y se le subió a la cabeza que quiere ser presidente (en 2022). En ese momento comenzó el infierno de mi vida”. Fue entonces que describió su estado anímico: “Si no tuviera la cabeza en su lugar, yo enloquezco”.
Según el mandatario, en esa misma dirección van las investigaciones del asesinato de Marielle Franco, concejal del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), que aportaron datos sobre una presunta conexión de los hijos presidenciales con los “milicianos” (banda parapolicial que actúa en las favelas). A Jair Bolsonaro le gustaría que el caso pase a la esfera de la justicia y la policía federal. Pero al mismo tiempo sabe de los inconvenientes que eso significaría: “Irán a decir que me quieren blindar”.
No dejó de atacar, aunque con una inédita suavidad, a los medios de prensa de su país y a los profesionales. Dijo que él se controla al hablar con ellos, pero que algunos lo “provocan” para tener títulos de tapa. “Es igual que en el fútbol”, dijo, para explicar luego que son situaciones coyunturales en que ambas partes juegan duro, pero al final van a compartir una copa en un bar.
En la visión presidencial, todos los Poderes del Estado precisan alguna forma de control sobre su accionar. “Es en el momento en que se pierde el control y se empieza a buscar el pelo en la sopa”. Confesó haber sufrido mucho de eso: “Soy reo en el Supremo Tribunal Federal (es decir, procesado). Ya sufrí mucho con eso”. El presidente brasileño negó sin embargo que haya una interferencia del Poder Ejecutivo sobre órganos públicos, como es el caso del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública que está bajo el comando de Serio Moro, ex juez del Lava Jato que condenó al ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Moro está, según afirman en el Palacio del Planalto, “bajo la atenta mirada presidencial”. Los “bolsonaristas” sospechan que el ex magistrado de Curitiba (capital de Paraná) “no hace todo lo posible para evitarle situaciones como la actual”. No dejan de relacionarlo con las aspiraciones políticas del ministro. Con todo, Bolsonaro dijo estar convencido que será la economía la que salvará su gobierno: “El carro jefe es la economía” diagnosticó: “Lo que nosotros queremos es facilitarle la vida a quienes quieran emprender (nuevos negocios). Vamos a lanzar el plan “Mi Primera Empresa” para quitar eso del discurso de la oposición”.
Eleonora Gosman
Infobae
Desde San Pablo.-Vestido con una camiseta del club carioca Flamengo, el equipo de su preferencia, el presidente Jair Bolsonaro mantuvo una conversación de más de dos horas con periodistas en su residencia oficial, la Alvorada. Con el idílico jardín de ese palacio como escenario, la prensa sin embargo no dejó de insistir con preguntas complicadas. Estaban referidas a su hijo, el senador Flavio, hoy acusado por la fiscalía de Río de Janeiro de incurrir en el delito de lavado de dinero (y anexos). El tema fue objeto de intensa cobertura mediática a lo largo de la semana, y puso al jefe de Estado en un profundo estado de tensión, al punto de enderezar su dedo contra el gobernador fluminense Wilson Witzel, como responsable de esas maniobras.
Tanto es así que, en la cita matutina de este sábado, contó: “Si yo no tuviera la cabeza en su lugar, iría a enloquecer”. Bolsonaro acusó directamente al Ministerio Público de Río de Janeiro de estar “cometiendo un abuso” contra él y el senador Flavio. “El proceso está bajo secreto judicial. Ahora ¿quién es el que juzga: los fiscales o el juez?”. Agregó de inmediato: “Los fiscales filtran el proceso (a la prensa). Paciencia, pues”. Para él, no es otra cosa que una “exposición absurda (de su hijo) a los medios”. Afirmó, entonces: “Alguien está feliz con ese ruido”.
Precisamente, una de las preguntas de los profesionales apuntó a saber si Bolsonaro sospechaba de alguna operación contra él. El presidente no dudó y apuntó en forma directa contra el gobernador fluminense Wilson Witzel. “Ese caso…el tipo estuvo todo el tiempo con Flavio (Bolsonaro). Lo único que no hubo entre ellos fueron besos de lengua. Acabó la elección y se le subió a la cabeza que quiere ser presidente (en 2022). En ese momento comenzó el infierno de mi vida”. Fue entonces que describió su estado anímico: “Si no tuviera la cabeza en su lugar, yo enloquezco”.
Según el mandatario, en esa misma dirección van las investigaciones del asesinato de Marielle Franco, concejal del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), que aportaron datos sobre una presunta conexión de los hijos presidenciales con los “milicianos” (banda parapolicial que actúa en las favelas). A Jair Bolsonaro le gustaría que el caso pase a la esfera de la justicia y la policía federal. Pero al mismo tiempo sabe de los inconvenientes que eso significaría: “Irán a decir que me quieren blindar”.
No dejó de atacar, aunque con una inédita suavidad, a los medios de prensa de su país y a los profesionales. Dijo que él se controla al hablar con ellos, pero que algunos lo “provocan” para tener títulos de tapa. “Es igual que en el fútbol”, dijo, para explicar luego que son situaciones coyunturales en que ambas partes juegan duro, pero al final van a compartir una copa en un bar.
En la visión presidencial, todos los Poderes del Estado precisan alguna forma de control sobre su accionar. “Es en el momento en que se pierde el control y se empieza a buscar el pelo en la sopa”. Confesó haber sufrido mucho de eso: “Soy reo en el Supremo Tribunal Federal (es decir, procesado). Ya sufrí mucho con eso”. El presidente brasileño negó sin embargo que haya una interferencia del Poder Ejecutivo sobre órganos públicos, como es el caso del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública que está bajo el comando de Serio Moro, ex juez del Lava Jato que condenó al ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Moro está, según afirman en el Palacio del Planalto, “bajo la atenta mirada presidencial”. Los “bolsonaristas” sospechan que el ex magistrado de Curitiba (capital de Paraná) “no hace todo lo posible para evitarle situaciones como la actual”. No dejan de relacionarlo con las aspiraciones políticas del ministro. Con todo, Bolsonaro dijo estar convencido que será la economía la que salvará su gobierno: “El carro jefe es la economía” diagnosticó: “Lo que nosotros queremos es facilitarle la vida a quienes quieran emprender (nuevos negocios). Vamos a lanzar el plan “Mi Primera Empresa” para quitar eso del discurso de la oposición”.