Inversores y acreedores aplauden el plan económico de Alberto Fernández
La Bolsa de Buenos Aires y los mercados de bonos registran fuertes subidas
Enric González
Buenos Aires, El País
Alberto Fernández ha conseguido el aplauso de quienes más le temían. Inversores y acreedores se muestran satisfechos con el arranque del nuevo presidente argentino, cuyo duro ajuste fiscal parece demostrar la voluntad de evitar una suspensión de pagos, el temido "default", y renegociar la deuda de forma ordenada. La Bolsa y los mercados de bonos registran importantes subidas desde que se aprobó el plan de emergencia económica.
La situación es paradójica. Cuando la amplísima victoria de Fernández en las primarias de agosto demostró que iba a alcanzar la presidencia, los inversores entraron en pánico: la Bolsa cayó un 38% y el peso se devaluó un 25% en una sola jornada. Pero tras el acceso de Fernández a la Casa Rosada, el 10 de diciembre, las cosas cambiaron de forma radical. La Bolsa de Buenos Aires ha subido un 20%, el peso permanece estable y, lo más revelador, el bono Bonar 2020 (el primer gran pago de deuda que debe afrontar la nueva administración) ha ganado un 28%.
Alberto Fernández ha hecho lo que no se atrevió a hacer Mauricio Macri: un ajuste severo en el inicio del mandato. Las prisas han provocado frecuentes descoordinaciones (se anunció un aumento del 5% en los combustibles y luego se canceló, nadie entiende todavía la letra pequeña del impuesto del 30% sobre la compra y uso de dólares, se prometió que las tarifas eléctricas no serían congeladas y al día siguiente sí lo fueron), pero, en comparación con la inestabilidad y los temores que caracterizaron el final de la presidencia de Macri, el clima económico se ha sosegado.
A inversores y acreedores les ha satisfecho la congelación de las pensiones (uno de los mayores renglones de gasto público) por seis meses y la prudencia del joven ministro de Hacienda, Martín Guzmán (37 años), de quien su mentor, el premio Nobel Joseph Stiglitz, dice que es "la persona indicada en el momento oportuno". La consultora argentina EcoGo, muy pesimista hace unos meses ante la perspectiva de un gobierno peronista, dice ahora que el programa de Fernández y Guzmán "arranca con una señal muy fuerte a los tenedores de bonos respecto a la decisión de recomponer el equilibrio fiscal".
Hace una semana, el inversor Hans Humes, uno de los protagonistas de la futura renegociación de la deuda, definió a Alberto Fernández como "pragmático" y a Martín Guzmán como "muy inteligente", se declaró "contento" con el programa económico y auguró que el diálogo no sería tan áspero como el de 2005. Humes fue copresidente del comité internacional de acreedores en bonos tras la suspensión de pagos argentina de 2002 y participó en la reestructuración de la deuda griega. En declaraciones a Infobae, señaló que había "lugar para el optimismo".
Fernández no deja de enviar mensajes tranquilizadores a los mercados. Ha autorizado una transferencia desde el Banco Central al Tesoro por importe de 4.500 millones de dólares, una suma que permitirá pagar los vencimientos de deuda del primer trimestre y afrontar con calma una renegociación que debería comenzar en las próximas semanas. La momentánea estabilidad del peso y la congelación de numerosas tarifas hacen prever una ligera baja de la inflación (ahora en el 55% interanual) en los próximos meses y hace más creíble el compromiso de Guzmán de "estabilizar la economía" sin que el ajuste dañe demasiado a un país que inicia su tercer año de recesión.
El nuevo presidente ya anunció, antes de tomar posesión, que despejar la crisis de la deuda y conseguir un calendario de pagos más asequible (en especial con los vencimientos del préstamo del FMI en 2021 y 2022) constituía su máxima prioridad. Queda pendiente su otra prioridad, la de "poner plata en el bolsillo de los argentinos".
Las pagas extraordinarias concedidas a las pensiones más bajas y a los funcionarios alivian, pero no resuelven. La reducción de los tipos de interés bancario hasta terreno negativo (una imposición a plazo fijo renta un máximo del 40%, frente a una inflación estimada en 45% para 2020) intenta desestimular el ahorro e incentivar el consumo; aún es pronto, sin embargo, para saber si la medida funcionará. Alberto Fernández quiere que los argentinos dejen de ahorrar en dólares, pero el alza de la divisa estadounidense no afectada por el cepo (el cambio oficial está en 63 pesos y el dólar libre ronda los 80) indica que el hábito, y la desconfianza hacia la divisa argentina, se mantienen.
Enric González
Buenos Aires, El País
Alberto Fernández ha conseguido el aplauso de quienes más le temían. Inversores y acreedores se muestran satisfechos con el arranque del nuevo presidente argentino, cuyo duro ajuste fiscal parece demostrar la voluntad de evitar una suspensión de pagos, el temido "default", y renegociar la deuda de forma ordenada. La Bolsa y los mercados de bonos registran importantes subidas desde que se aprobó el plan de emergencia económica.
La situación es paradójica. Cuando la amplísima victoria de Fernández en las primarias de agosto demostró que iba a alcanzar la presidencia, los inversores entraron en pánico: la Bolsa cayó un 38% y el peso se devaluó un 25% en una sola jornada. Pero tras el acceso de Fernández a la Casa Rosada, el 10 de diciembre, las cosas cambiaron de forma radical. La Bolsa de Buenos Aires ha subido un 20%, el peso permanece estable y, lo más revelador, el bono Bonar 2020 (el primer gran pago de deuda que debe afrontar la nueva administración) ha ganado un 28%.
Alberto Fernández ha hecho lo que no se atrevió a hacer Mauricio Macri: un ajuste severo en el inicio del mandato. Las prisas han provocado frecuentes descoordinaciones (se anunció un aumento del 5% en los combustibles y luego se canceló, nadie entiende todavía la letra pequeña del impuesto del 30% sobre la compra y uso de dólares, se prometió que las tarifas eléctricas no serían congeladas y al día siguiente sí lo fueron), pero, en comparación con la inestabilidad y los temores que caracterizaron el final de la presidencia de Macri, el clima económico se ha sosegado.
A inversores y acreedores les ha satisfecho la congelación de las pensiones (uno de los mayores renglones de gasto público) por seis meses y la prudencia del joven ministro de Hacienda, Martín Guzmán (37 años), de quien su mentor, el premio Nobel Joseph Stiglitz, dice que es "la persona indicada en el momento oportuno". La consultora argentina EcoGo, muy pesimista hace unos meses ante la perspectiva de un gobierno peronista, dice ahora que el programa de Fernández y Guzmán "arranca con una señal muy fuerte a los tenedores de bonos respecto a la decisión de recomponer el equilibrio fiscal".
Hace una semana, el inversor Hans Humes, uno de los protagonistas de la futura renegociación de la deuda, definió a Alberto Fernández como "pragmático" y a Martín Guzmán como "muy inteligente", se declaró "contento" con el programa económico y auguró que el diálogo no sería tan áspero como el de 2005. Humes fue copresidente del comité internacional de acreedores en bonos tras la suspensión de pagos argentina de 2002 y participó en la reestructuración de la deuda griega. En declaraciones a Infobae, señaló que había "lugar para el optimismo".
Fernández no deja de enviar mensajes tranquilizadores a los mercados. Ha autorizado una transferencia desde el Banco Central al Tesoro por importe de 4.500 millones de dólares, una suma que permitirá pagar los vencimientos de deuda del primer trimestre y afrontar con calma una renegociación que debería comenzar en las próximas semanas. La momentánea estabilidad del peso y la congelación de numerosas tarifas hacen prever una ligera baja de la inflación (ahora en el 55% interanual) en los próximos meses y hace más creíble el compromiso de Guzmán de "estabilizar la economía" sin que el ajuste dañe demasiado a un país que inicia su tercer año de recesión.
El nuevo presidente ya anunció, antes de tomar posesión, que despejar la crisis de la deuda y conseguir un calendario de pagos más asequible (en especial con los vencimientos del préstamo del FMI en 2021 y 2022) constituía su máxima prioridad. Queda pendiente su otra prioridad, la de "poner plata en el bolsillo de los argentinos".
Las pagas extraordinarias concedidas a las pensiones más bajas y a los funcionarios alivian, pero no resuelven. La reducción de los tipos de interés bancario hasta terreno negativo (una imposición a plazo fijo renta un máximo del 40%, frente a una inflación estimada en 45% para 2020) intenta desestimular el ahorro e incentivar el consumo; aún es pronto, sin embargo, para saber si la medida funcionará. Alberto Fernández quiere que los argentinos dejen de ahorrar en dólares, pero el alza de la divisa estadounidense no afectada por el cepo (el cambio oficial está en 63 pesos y el dólar libre ronda los 80) indica que el hábito, y la desconfianza hacia la divisa argentina, se mantienen.