El Madrid se da un respiro
El equipo de Zidane despachó sin brillo al Espanyol con goles de Varane y Benzema. Gran primera parte de Vinicius, al que Jaime Latre perdonó la segunda amarilla. Mendy, expulsado, no jugará en Valencia.
Luis Nieto
As
Al Madrid le quedó un partido escala, de transición que diría Simeone, y lo aprovechó para repostar ante la que se avecina con una alineación más alegre que su juego. Se tomaron la mañana medio libre algunos de sus jugadores más fiables (Benzema y Kroos, especialmente) y le salvaron las bases: Valverde, Casemiro y especialmente Varane y Vinicius. El central estuvo estupendo en las dos áreas. El brasileño dejó una primera mitad de los tiempos de Solari, pletórico en velocidad y desborde. En remate anduvo como siempre. El Espanyol se protegió mucho y respondió poco. La solución de sus problemas no estaba en el Bernabéu.
Después de varias semanas de viaje en calabaza, Vinicius volvió a la carroza, engalanadísimo aunque con zapato de madera en lugar del de cristal reglamentario. Fue en un partido de representación ecológica, con el Madrid de verde menta y el Espanyol sin ánimo de contaminar la gran racha de los de Zidane. Una mañana de carnaval, con Rodrygo y Vinicius de escoltas de Benzema. Energía claramente renovable: 37 años entre ambos apuntando a Diego López, 38 él solo. Y de acción rápida. Antes del primer cuarto de hora el ex de Flamengo esquió sobre la izquierda durante cuarenta metros para soltar un disparo potente rechazado por Diego López. Y poco después fue Rodrygo quien probó desde más lejos y con igual suerte.
Ese Brasil al cuadrado llevó a Zidane de vuelta al 4-3-3, su uniforme clásico caído en desuso para los partidos de la verdad. Un sistema que desabriga el centro del campo. De ahí que volvieran a coincidir Valverde y Casemiro. Este último es una especie tan protegida que ni siquiera la amenaza de suspensión le saca del equipo. Un once con seis cambios respecto a Vitoria, política de empresa de Zidane, empeñado en ampliar la superficie útil de la plantilla para cuando el calendario y las lesiones aprieten aún más.
El Madrid se lo tomó con calma ante un Espanyol serio, presionante, sacudido por el desfibrilador de Machín en la rueda de prensa posterior a su derrota ante Osasuna. Un equipo que hace bueno el casticismo de Antonio Gamero de que como fuera de casa en ningún sitio. Y cuanto más lejos, mejor, vista su impecable trayectoria en Europa.
El gol de Varane
Su buena organización hizo que el equipo de Zidane quedara reducido durante la primera mitad a Vinicius, regateador en tiempos en que los de su especie son sospechosos habituales. Jugadores que pierden balones pero rompen líneas, abren espacios que no existen, descolocan defensas tan bien armadas como la del Espanyol. El Bernabéu tuvo su crisis de fe con él, pero va saliendo de ella. Creó tres grandes ocasiones antes de librarse de la expulsión. Fue injusta la amarilla que recibió, pero más que merecida una posterior que le perdonó Jaime Latre. En cualquier caso, de su capacidad de agitación vivió el Madrid, que llegó al descanso en ventaja con un gol insólito, de remate de zurda de Varane en el territorio de Vinicius. Ahí le había llevado un postcórner. Benzema, portador de la dinamita, anduvo casi desaparecido hasta la asistencia de ese 1-0.
La segunda mitad resultó aún más desapacible. Vinicius se vino arriba en la filigrana y abajo en la profundidad. Benzema perdió una ocasión tremenda en un mano a mano con tiempo y espacio por delante y otra menos clara en buena jugada del propio Vinicius, pero acabó sentenciando el partido en una jugada que él mismo inicio y mejoró notablemente Valverde, definitivamente jugador para las dos áreas. Ese el nuevo Benzema, pichichi desde que se levanta hasta que se acuesta, juegue con excelencia o como esta vez. Luego se autoexpulsó Mendy, percance considerable para un equipo que tiene casi tantas bajas como puntos y que no podrá contar con Marcelo en un mes, y Zidane retiró a Vinicius para que tuviese la prima de la ovación del público. Para eso pagan al entrenador, para pensar en lo que da puntos y en lo que da moral.
Luis Nieto
As
Al Madrid le quedó un partido escala, de transición que diría Simeone, y lo aprovechó para repostar ante la que se avecina con una alineación más alegre que su juego. Se tomaron la mañana medio libre algunos de sus jugadores más fiables (Benzema y Kroos, especialmente) y le salvaron las bases: Valverde, Casemiro y especialmente Varane y Vinicius. El central estuvo estupendo en las dos áreas. El brasileño dejó una primera mitad de los tiempos de Solari, pletórico en velocidad y desborde. En remate anduvo como siempre. El Espanyol se protegió mucho y respondió poco. La solución de sus problemas no estaba en el Bernabéu.
Después de varias semanas de viaje en calabaza, Vinicius volvió a la carroza, engalanadísimo aunque con zapato de madera en lugar del de cristal reglamentario. Fue en un partido de representación ecológica, con el Madrid de verde menta y el Espanyol sin ánimo de contaminar la gran racha de los de Zidane. Una mañana de carnaval, con Rodrygo y Vinicius de escoltas de Benzema. Energía claramente renovable: 37 años entre ambos apuntando a Diego López, 38 él solo. Y de acción rápida. Antes del primer cuarto de hora el ex de Flamengo esquió sobre la izquierda durante cuarenta metros para soltar un disparo potente rechazado por Diego López. Y poco después fue Rodrygo quien probó desde más lejos y con igual suerte.
Ese Brasil al cuadrado llevó a Zidane de vuelta al 4-3-3, su uniforme clásico caído en desuso para los partidos de la verdad. Un sistema que desabriga el centro del campo. De ahí que volvieran a coincidir Valverde y Casemiro. Este último es una especie tan protegida que ni siquiera la amenaza de suspensión le saca del equipo. Un once con seis cambios respecto a Vitoria, política de empresa de Zidane, empeñado en ampliar la superficie útil de la plantilla para cuando el calendario y las lesiones aprieten aún más.
El Madrid se lo tomó con calma ante un Espanyol serio, presionante, sacudido por el desfibrilador de Machín en la rueda de prensa posterior a su derrota ante Osasuna. Un equipo que hace bueno el casticismo de Antonio Gamero de que como fuera de casa en ningún sitio. Y cuanto más lejos, mejor, vista su impecable trayectoria en Europa.
El gol de Varane
Su buena organización hizo que el equipo de Zidane quedara reducido durante la primera mitad a Vinicius, regateador en tiempos en que los de su especie son sospechosos habituales. Jugadores que pierden balones pero rompen líneas, abren espacios que no existen, descolocan defensas tan bien armadas como la del Espanyol. El Bernabéu tuvo su crisis de fe con él, pero va saliendo de ella. Creó tres grandes ocasiones antes de librarse de la expulsión. Fue injusta la amarilla que recibió, pero más que merecida una posterior que le perdonó Jaime Latre. En cualquier caso, de su capacidad de agitación vivió el Madrid, que llegó al descanso en ventaja con un gol insólito, de remate de zurda de Varane en el territorio de Vinicius. Ahí le había llevado un postcórner. Benzema, portador de la dinamita, anduvo casi desaparecido hasta la asistencia de ese 1-0.
La segunda mitad resultó aún más desapacible. Vinicius se vino arriba en la filigrana y abajo en la profundidad. Benzema perdió una ocasión tremenda en un mano a mano con tiempo y espacio por delante y otra menos clara en buena jugada del propio Vinicius, pero acabó sentenciando el partido en una jugada que él mismo inicio y mejoró notablemente Valverde, definitivamente jugador para las dos áreas. Ese el nuevo Benzema, pichichi desde que se levanta hasta que se acuesta, juegue con excelencia o como esta vez. Luego se autoexpulsó Mendy, percance considerable para un equipo que tiene casi tantas bajas como puntos y que no podrá contar con Marcelo en un mes, y Zidane retiró a Vinicius para que tuviese la prima de la ovación del público. Para eso pagan al entrenador, para pensar en lo que da puntos y en lo que da moral.