Argentinos, uruguayos y brasileños en el centro del escándalo por los “bebés cascos azules” en Haití

Son los hijos de los integrantes de la fuerza internacional que envió la ONU para ayudar a pacificar esa isla del Caribe. Hay numerosas denuncias por abuso sexual y violación

Gustavo Sierra
Especial para Infobae America
En Haití los conocen como los “bébés casques bleus” (bebés cascos azules) o “Petit Minustah” (por el nombre de la misión de paz de las Naciones Unidas). Son cientos. Fueron concebidos por mujeres y niñas haitianas con soldados de la fuerza internacional provenientes de 13 países, la mayoría uruguayos y brasileños. También varios argentinos. Se registraron decenas de casos de abusos, violaciones y explotación sexual. Casi todos los niños fueron abandonados en la miseria.


“Niñas de apenas 11 años fueron abusadas y embarazadas” por soldados y civiles que estuvieron estacionados en Haití entre 2004 y 2017, y las niñas y mujeres fueron luego “dejadas en la más abyecta pobreza” para criar a sus hijos solas. “Pusieron algunas monedas en mis manos para dejarme un bebé adentro”, fue uno de los testimonios de lo sucedido. Las historias fueron recopiladas por un equipo de asistentes sociales que entrevistaron a 2.500 personas en los alrededores de diez bases de los cascos azules. El estudio estuvo dirigido por la profesora de Historia Moderna de la Universidad de Birmingham Sabine Lee y la científica clínica Susan Bartels de la Queen´s University de Ontario.

Entre muchas historias recopiladas, cuentan la de Marie (un nombre supuesto). Tenía 14 años y estudiaba en una escuela cristiana cuando conoció a Miguel, un soldado brasileño que formaba parte de las fuerzas de mantenimiento de la paz de la ONU. Comenzaron a salir. Se veían en la playa, donde tenían sexo. Algunas veces iban a un hotel. Cuando ella le dijo que estaba embarazada de su bebé, Miguel le aseguró que la ayudaría con el niño. Pero al poco tiempo fue trasladado de regresó a Brasil y nunca más supo de él. Marie le escribió mensajes a través de Facebook. Miguel nunca respondió.

Después de enterarse de que estaba embarazada, el padre de Marie la obligó a abandonar la casa familiar y se tuvo que ir a vivir con una hermana. Su hijo ahora tiene cuatro años y Marie aún sigue sin recibir ningún apoyo del ejército brasileño, la ONU o el estado haitiano. Marie trabaja todo el día limpiando en una tienda donde le pagan 25 gourde por hora (alrededor de 26 centavos de dólar). Le alcanza apenas para comer ella y su hijo, pero no puede pagar la escuela o comprarle ropa.

La Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití, más conocida como Minustah por su acrónimo en francés, comenzó a funcionar en 2004 para dar apoyo a las fuerzas armadas y policiales haitianas sobrepasadas por la violencia de las bandas que controlan zonas como la del asentamiento de Cité Soleil, uno de los más grandes del mundo. La anarquía se había generado tras la renuncia del presidente Jean-Bertrand Aristide y la asunción de Boniface Alexandre. La fuerza estuvo a cargo del ejército de Brasil con 2.366 soldados y 2.533 policías, además de unos mil empleados civiles, de 19 países, distribuidos en 10 bases alrededor del país. Su trabajo terminó en octubre de 2017 y desde entonces se convirtió en la Misión de Naciones Unidas para el Apoyo de la Justicia de Haití (Minujusth) con 1.300 componentes. En el medio, se sucedieron las denuncias de violaciones y explotación sexual de menores por parte de los miembros de la misión.

En 2011, cuatro marinos uruguayos fueron acusados ​​de violar a un muchacho haitiano de 19 años en Port Salut. El asalto fue grabado con un teléfono celular por los mismos efectivos y se filtró a Internet. El adolescente y su familia se tuvieron que ir de la ciudad después de que el video se volviera viral. En noviembre de 2007, 114 miembros del contingente de Sri Lanka fueron acusados ​​de conducta sexual inapropiada y abuso de al menos nueve niños. Los apartaron de la fuerza, pero no recibieron sentencia. Fue la primera vez en que las autoridades en Nueva York reconocieron la gravedad del problema. La portavoz de la ONU, Michele Montas, dijo en un comunicado que “la ONU y el gobierno de Sri Lanka lamentan profundamente cualquier explotación y abuso sexual que haya ocurrido”. Después de investigar el caso, la Oficina de Servicios de Supervisión Interna de la ONU (OIOS) concluyó que “los actos de explotación y abuso sexual (contra niños) eran frecuentes y ocurrían generalmente de noche, y en prácticamente todos los lugares donde se desplegó el personal contingente”. En marzo de 2012, tres oficiales paquistaníes fueron declarados culpables de violar a un niño de 14 años con problemas mentales en Gonaïves. En 2015, se lanzó una nueva investigación sobre las fuerzas de paz de Minustah por abusar de cientos de haitianos. El estudio de las profesoras Lee y Bartels pone, por primera vez, en perspectiva y retrata la magnitud de lo sucedido.

El Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz de las Naciones Unidas dijo en un comunicado que tomaba en serio las cuestiones planteadas en el estudio y que combatir el abuso y la explotación sexual cometidos por los cascos azules es una de las principales prioridades del Secretario General, António Guterres. “Lamentablemente, hemos visto casos relacionados con el personal de Minustah en los últimos años, aunque las acusaciones generalmente han disminuido desde 2013”, dice el comunicado conocido esta semana. Estos casos se registraron en varias otras misiones de paz alrededor del mundo y desde siempre cuando un ejército conquista un territorio. Las violaciones generalizadas se usaron para castigar al derrotado y también para destruir la “pureza” de alguna etnia o raza.

El Bureau des Avocats Internationaux, un grupo de abogados haitianos de Puerto Príncipe, presentó demandas de paternidad en nombre de 10 niños que, según los testimonios, fueron engendrados por el personal de mantenimiento de la paz. Sienna Merope-Synge del Instituto para la Justicia y la Democracia en Haití, dijo al New York Times que desde 2016 se registraron varias reuniones con funcionarios de la ONU para que el organismo internacional se haga cargo de manutención de los hijos de los soldados pero que no obtuvieron ninguna respuesta en concreto. “Esta investigación confirma que la práctica estándar de la ONU es explotar a las mujeres, desde las que viven en tiendas de campaña hasta las que se presentan en las conferencias, y luego aplastarlas como insectos si se atreven a quejarse del abuso sexual, y amenazan la cultura de derecho de 75 años del patriarcado de la ONU e impunidad”, dijo en un comunicado Paula Donovan, cofundadora de AIDS-Free World, un grupo que frecuentemente critica a la ONU por el abuso sexual y las cuestiones de género.

El estudio describe varios casos en los que las mujeres se sometieron a los abusos a cambio de unos pocos dólares para paliar el hambre de ellas y sus familias. Las autoras aclararon que a las testigos que residen en comunidades de alrededor de las bases de las Naciones Unidas se les preguntó “cómo es ser una mujer o una niña viviendo en una comunidad que alberga una misión de mantenimiento de la paz”. No se les preguntó específicamente sobre posibles abusos o relaciones sexuales con personal de la misión de paz. Las testigos plantearon el tema ellas mismas.

Otro tema que surgió en las entrevistas es el de los soldados internacionales que trajeron, sin saberlo, el cólera a Haití después del terremoto de 2010. Hubo 800.000 contagiados y 10.000 muertos. Uniformados nepaleses, entre ellos los famosos gurkas, llegaron infectados y la bacteria se propagó por el manejo indebido de los desechos en las bases. El ex secretario general, Ban Ki Moon pidió disculpas por lo sucedido y entregó un subsidio de 400 millones de dólares para atender las necesidades de las víctimas. También hubo contagios masivos de HIV.

El estudio destaca que también hubo relaciones sexuales consensuadas entre los miembros de la Minustah y las mujeres locales. En algunos casos, estas fueron relaciones casuales de citas que resultaron en un embarazo, como fue el caso en esta historia, compartida por una chica de Port Salut: “Tenía una hermana que estaba saliendo con un soldado. Toda mi familia lo sabía, mi madre y otras personas. Quedó embarazada...Él se fue y nunca más supimos nada. Desde entonces, la vida de mi hermana es un desastre”. Otra mujer de Cité Soleil dijo que “los soldados enamoraban a chicas muy jóvenes, de no más de 15 años, algunas de apenas 12 o 13, las iniciaban sexualmente y después de un tiempo las dejaban. Muchas quedaron embarazadas y se las puede ver cargando unos niños mestizos”. Algunos hablan de conductas recurrentes obligadas por la necesidad: “La dejó en la miseria. Le daba unos pocos dólares. Y como todos, cuando los trasladaron se desentendió de todo. La chica tuvo el bebé y no podía mantenerlo. Así que comenzó todo el proceso de nuevo con otro soldado.”

Otras relaciones se describieron como más comprometidas y amorosas: “Vivía en Cité Soleil y tenía una relación de amor con un Minustah. Quedé embarazada de él y los dos estábamos muy contentos. Cuando se fue, me siguió mandando algo de dinero cada tanto. No soy la primera chica enamorada que la dejaron cuando quedó embarazada”. Otros testimonios incluso hablan de chicas de Leogane que habrían buscado quedar embarazadas por los soldados porque “querían que estos niños fueran hermosos”. Pero lo paradójico es que estos niños mestizos también son señalados y discriminados en sus comunidades, precisamente, por tener rasgos diferentes.

“Lo que hicieron estos oficiales y soldados es muy grave. Tiene y tendrá consecuencias por mucho tiempo. Y no es un problema exclusivo de la ONU, es un problema militar brasileño y uruguayo y de todas las fuerzas que contribuyeron a la Ministah y cometieron los abusos y violaciones”, comenta la profesora Lee en las recomendaciones del informe. “Sin embargo, la ONU todavía no encontró una manera de pedir cuentas a las tropas de los estados miembros. Y si esto no se detiene, va a seguir sucediendo en cualquier otra misión de paz que se emprenda”.

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