Violencia en Bogotá durante la huelga nacional: manifestantes atacaron el Capitolio, el Palacio de Justicia y la Alcaldía
Los organizadores calculan que más de un millón de personas participaron de las protestas contra el Gobierno de Iván Duque. Declararon el estado de sitio en Cali y la policía reprimió en la capital
Aunque no coincidieron en un cálculo definitivo, cuatro voceros de organizaciones que promovieron el paro aseguraron a la AFP que más de un millón de personas se manifiestan en todo el país. La ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez, por el contrario, las estimó en cerca de 200.000 hasta las 16:00, hora local.
Aunque no coincidieron en un cálculo definitivo, cuatro voceros de organizaciones que promovieron el paro aseguraron a la AFP que más de un millón de personas se manifiestan en todo el país. La ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez, por el contrario, las estimó en cerca de 200.000 hasta las 16:00, hora local.
Una batalla campal entre vándalos encapuchados y la Policía se desató en la Plaza de Bolívar de Bogotá al cierre de las manifestaciones. Los encapuchados atacaron a los uniformados y arrojaron objetos, entre ellos cócteles molotov, en un intento de ingresar al Capitolio Nacional y al Palacio Liévano, sede de la Alcaldía.
Los vándalos también rompieron las barreras que protegían la estatua del Libertador Simón Bolívar, ubicada en el centro de la Plaza, y las mallas que protegían las fachadas de edificios del sector.
En la ciudad de Cali, las autoridades impusieron un toque de queda en la ciudad de Cali desde las 19:00 hasta las 06:00 del viernes tras “hechos violentos” y “saqueos” que dejaron al menos siete policías y un estudiante heridos.
En la ciudad de Cali, las autoridades impusieron un toque de queda en la ciudad de Cali desde las 19:00 hasta las 06:00 del viernes tras “hechos violentos” y “saqueos” que dejaron al menos siete policías y un estudiante heridos.
Más temprano, la policía (Esmad) había dispersado a un grupo de estudiantes que intentaban llegar al Aeropuerto de El Dorado, en Bogotá. Según reportó el diario El Tiempo, jóvenes encapuchados se enfrentaron con la policía, arrojándoles piedras y objetos a los uniformados, cuando éstos les impidieron el paso hacia la estación aérea.
Con palos y piedras, encapuchados atacaron una tanqueta del Esmad que les disparaba chorros de agua. Los agentes antidisturbios lanzaron bombas aturdidoras, reportó Noticias Caracol.
Antes, una multitud había llegado a la plaza Bolívar, donde entonó el himno nacional.
“Este paro está programado por 24 horas, pero si el gobierno no hace un pronunciamiento respecto a las solicitudes de los manifestantes, muchos de nosotros nos mantendremos en el paro de manera indefinida”, dijo a AFP Óscar Romero, directivo de la Central Unitaria de Trabajadores, uno de los principales sindicatos.
Las manifestaciones acompañaron una jornada marcada por la interrupción casi completa de la actividad económica por el Gran Paro Nacional, convocado por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), la Confederación General del Trabajo (CGT) y la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC) para expresar su malestar y preocupaciones a Iván Duque.
En Medellín, uno de los lugares con más asistencia, el ex comandante máximo de la ex guerrilla FARC, Rodrigo Londoño (Timochenko), pidió al presidente que escuche las reivindicaciones. “Espero que escuchen al pueblo, tengo la esperanza de que razonen”.
En algunos pasos de la capital de Antioquia los marchantes cantaban “El baile de los que sobran” de Los Prisioneros, canción símbolo de las protestas en Chile.
También las organizaciones de estudiantes -quienes reclaman más recursos para la educación pública-, los indígenas -que exigen protección después del asesinato de 134 campesinos durante le mandato de Duque- y opositores de todo tipo respaldaron las convocatoria.
A principios de la semana el Ministerio del Interior había publicado un decreto que facultaba a todos los alcaldes del país a decretar el toque de queda, reducir movilidad en los espacios públicos y aplicar la ley seca en sus municipios con motivo de las marchas.
Duque, quien reconoció la legitimidad de algunos reclamos, seguía el desarrollo del paro en un puesto de mando unificado en Bogotá con las más altas jerarquías militares y policiales, y los ministros de Defensa e Interior.
“No se puede invocar derechos para pasar por encima de los derechos de los demás”, dijo temprano, en referencia a posibles actos vandálicos y afectación a la movilidad.
Antes de la protesta social, el gobierno cerró las fronteras y desplegó militares en algunas ciudades apelando a mantener el “orden público”. También expulsó a al menos 24 venezolanos acusados de querer infiltrar las marchas y la policía realizó controvertidos allanamientos contra centros culturales y medios de comunicación alternativos.
Desde la mañana del jueves, los manifestantes se concentraron en más de 400 puntos en todo el país, además de bloquear varios bloqueos al transporte público.
La jornada de protesta fue convocada originalmente en rechazo al anuncio de reformas laborales y de pensiones, pero a la que se han sumado diversas razones y promotores que en general expresan un marcado descontento por la administración del actual presidente.
El Gobierno tenía preparado un dispositivo policial y militar en todo el país para evitar disturbios. “Al tiempo que reconocemos el valor de la protesta pacífica, también garantizaremos el orden”, había advertido Duque el miércoles durante un discurso televisado.
Además, el espejo de las protestas sociales de países vecinos como Ecuador, Bolivia o Chile, sumado al creciente descontento contra un Gobierno que en poco más de un año de gestión ya alcanzó el porcentaje de rechazo más alto que haya registrado un mandatario en la última década (69% de desaprobación), han ampliado los motivos para que los colombianos salgan a las calles y han generado un fuerte clima de tensión por la respuesta que pueda tener el Gobierno frente a las protestas.
El reciente escándalo por el asesinato de por lo menos ocho niños en un bombardeo del Ejército a un presunto campamento de disidencias de las FARC, que ocasionó la renuncia del ministro de Defensa, Guillermo Botero, y el mal manejo que le dio Duque a la crisis, terminaron de caldear los ánimos ciudadanos y de sumar más razones para movilizarse.