¿Por qué México no crece?
Viridiana Ríos
Infobae
México no crece. Si bien hay factores domésticos y globales que han afectado el desempeño de la economía mexicana, todo parece indicar que el elemento más determinante del estancamiento productivo es la falta de seguridad y la presencia abrumadora del crimen organizado.
El problema de la violencia brutal en México y el de su pobre crecimiento económico están íntimamente relacionados. Se trata de dos desafíos que el presidente Andrés Manuel López Obrador debe considerar prioritarios en su sexenio. De otro modo, tendrá en sus manos a un México sin estabilidad económica ni social. Hay mucho en juego.
Durante los primeros nueve meses de 2019, la economía mexicana ha crecido al 0 por ciento y ha creado tan solo 488.000 empleos formales. Esto representa solo el 63 por ciento de los empleos generados durante el mismo periodo de 2018 y la mitad de los necesarios para emplear a la población joven que entra a la fuerza productiva.
El gobierno mexicano ha argumentado que el problema se debe a un entorno económico global poco dinámico, a intereses privados que han interpuesto cientos de amparos que impiden iniciar las principales obras de infraestructura pública y a falta de inversión privada motivada por un disgusto con las políticas implementadas por López Obrador.
Por su parte, analistas de la iniciativa privada lo contradicen. Atribuyen el estancamiento mexicano a decisiones de López Obrador, que, a su juicio, han creado falta de confianza: la cancelación de inversiones públicas y la inexistencia de una política energética viable, así como a la preferencia del gobierno de AMLO por un Estado fuerte con “desprecio […] del gran potencial de la iniciativa de los individuos”.
Si México quiere crecer, empresarios y gobierno deberán dejar de echarse la culpa unos a otros de las causas del bajo crecimiento, pero, sobre todo, deberán trabajar juntos en crear un país más seguro.
Y es que la falta de seguridad pública parece ser un factor aún más determinante que los mencionados y posiblemente el lastre más evidente de la economía mexicana.
De acuerdo con la encuesta sobre las expectativas de especialistas en economía, hecha por el Banco de México, el motivo más señalado como obstáculo al crecimiento económico es la inseguridad. Según esa misma encuesta, los problemas de seguridad están muy por encima de los vaivenes de la economía mundial —que enfatiza el gobierno—, y de la incertidumbre política —que enfatiza la iniciativa privada—. El Foro Económico Mundial concuerda y ha identificado que el principal motivo por el que México no es competitivo en los mercados internacionales es la falta de seguridad pública, específicamente la presencia del crimen organizado y la falta de confianza en las policías.
El crimen es tóxico para el crecimiento económico porque limita el consumo al atemorizar a los individuos a salir de casa. El 62 por ciento de los mexicanos dicen sentirse inseguros en el mercado y 51 por ciento en el centro comercial. Algunos estudios han demostrado que los municipios que han registrado altos incrementos en homicidios reducen significativamente su consumo de energía. De hecho, se estima que por cada aumento de un punto porcentual en las tasas de homicidio, el ingreso del mexicano promedio disminuye en 1,2 por ciento en el trimestre actual y el siguiente.
La falta de seguridad también inhibe la capacidad de los negocios para crecer. Alrededor del 55 por ciento de los empresarios reportan haber sido víctimas de algún delito —desde robo de mercancía en tránsito a extorsión o cobro de piso— durante el último año, lo que causa pérdidas anuales de 8.300 millones de dólares.
La hipótesis de que México no crece por falta de confianza en el gobierno de López Obrador debe revisarse con mayor detalle. Si bien la confianza empresarial ha disminuido durante 2019, esta se ha mantenido en promedio en niveles considerados optimistas y por arriba de los experimentados en 2018, un año donde hubo mucho mejor crecimiento. Más aún, el gobierno de AMLO ha mantenido una disciplina fiscal férrea, pese al prejuicio usual de que las gestiones de izquierda no lo son.
Por el contrario, lo que claramente no va por el camino correcto en 2019 es la inseguridad. Como han evidenciado casos como el de Culiacán y la masacre de la familia LeBarón, durante los primeros nueve meses del gobierno de AMLO el homicidio doloso ha aumentado en 3,6 por ciento con respecto al año anterior, y todo parece indicar que 2019 será el año más violento del que se tiene registro en México.
Reducir la violencia en México es un primer paso crítico para hacer crecer la economía al aumentar la cantidad de consumo y la actividad empresarial.
Para lograrlo, será necesario que México busque colaborar con Estados Unidos, no en cuestiones bélicas —como sugirió Donald Trump—, sino en implementar una estrategia que permita controlar el flujo de armas ilegales, regular a farmacéuticas que han creado una dependencia en opiáceos en el mercado estadounidense y reconstruir el sistema de justicia mexicano. Mientras tanto, el gobierno de México debe reconocer que la estrategia de coordinación y seguridad que echó a andar —la creación de una fuerza de seguridad, la Guardia Nacional— no ha sido exitosa.
A la par de crear oportunidades económicas para todos los mexicanos, se debe crear una policía de proximidad que permita pacificar al país.
México tiene un gran potencial de crecimiento con fundamentales económicos sólidos, estabilidad macroeconómica, inflación controlada, una fuerza laboral relativamente joven y una economía geográficamente privilegiada. Urge encontrar una forma en la que la inseguridad no continúe inhibiendo estos factores positivos. Detonar el crecimiento económico es crítico para lograr reducir los niveles de desigualdad y pobreza que llevaron a López Obrador a la presidencia.
Viridiana Ríos es analista política y profesora asistente visitante del Departamento de Gobierno de la Universidad de Harvard.
*Copyright: c. 2019 The New York Times Company
Infobae
México no crece. Si bien hay factores domésticos y globales que han afectado el desempeño de la economía mexicana, todo parece indicar que el elemento más determinante del estancamiento productivo es la falta de seguridad y la presencia abrumadora del crimen organizado.
El problema de la violencia brutal en México y el de su pobre crecimiento económico están íntimamente relacionados. Se trata de dos desafíos que el presidente Andrés Manuel López Obrador debe considerar prioritarios en su sexenio. De otro modo, tendrá en sus manos a un México sin estabilidad económica ni social. Hay mucho en juego.
Durante los primeros nueve meses de 2019, la economía mexicana ha crecido al 0 por ciento y ha creado tan solo 488.000 empleos formales. Esto representa solo el 63 por ciento de los empleos generados durante el mismo periodo de 2018 y la mitad de los necesarios para emplear a la población joven que entra a la fuerza productiva.
El gobierno mexicano ha argumentado que el problema se debe a un entorno económico global poco dinámico, a intereses privados que han interpuesto cientos de amparos que impiden iniciar las principales obras de infraestructura pública y a falta de inversión privada motivada por un disgusto con las políticas implementadas por López Obrador.
Por su parte, analistas de la iniciativa privada lo contradicen. Atribuyen el estancamiento mexicano a decisiones de López Obrador, que, a su juicio, han creado falta de confianza: la cancelación de inversiones públicas y la inexistencia de una política energética viable, así como a la preferencia del gobierno de AMLO por un Estado fuerte con “desprecio […] del gran potencial de la iniciativa de los individuos”.
Si México quiere crecer, empresarios y gobierno deberán dejar de echarse la culpa unos a otros de las causas del bajo crecimiento, pero, sobre todo, deberán trabajar juntos en crear un país más seguro.
Y es que la falta de seguridad pública parece ser un factor aún más determinante que los mencionados y posiblemente el lastre más evidente de la economía mexicana.
De acuerdo con la encuesta sobre las expectativas de especialistas en economía, hecha por el Banco de México, el motivo más señalado como obstáculo al crecimiento económico es la inseguridad. Según esa misma encuesta, los problemas de seguridad están muy por encima de los vaivenes de la economía mundial —que enfatiza el gobierno—, y de la incertidumbre política —que enfatiza la iniciativa privada—. El Foro Económico Mundial concuerda y ha identificado que el principal motivo por el que México no es competitivo en los mercados internacionales es la falta de seguridad pública, específicamente la presencia del crimen organizado y la falta de confianza en las policías.
El crimen es tóxico para el crecimiento económico porque limita el consumo al atemorizar a los individuos a salir de casa. El 62 por ciento de los mexicanos dicen sentirse inseguros en el mercado y 51 por ciento en el centro comercial. Algunos estudios han demostrado que los municipios que han registrado altos incrementos en homicidios reducen significativamente su consumo de energía. De hecho, se estima que por cada aumento de un punto porcentual en las tasas de homicidio, el ingreso del mexicano promedio disminuye en 1,2 por ciento en el trimestre actual y el siguiente.
La falta de seguridad también inhibe la capacidad de los negocios para crecer. Alrededor del 55 por ciento de los empresarios reportan haber sido víctimas de algún delito —desde robo de mercancía en tránsito a extorsión o cobro de piso— durante el último año, lo que causa pérdidas anuales de 8.300 millones de dólares.
La hipótesis de que México no crece por falta de confianza en el gobierno de López Obrador debe revisarse con mayor detalle. Si bien la confianza empresarial ha disminuido durante 2019, esta se ha mantenido en promedio en niveles considerados optimistas y por arriba de los experimentados en 2018, un año donde hubo mucho mejor crecimiento. Más aún, el gobierno de AMLO ha mantenido una disciplina fiscal férrea, pese al prejuicio usual de que las gestiones de izquierda no lo son.
Por el contrario, lo que claramente no va por el camino correcto en 2019 es la inseguridad. Como han evidenciado casos como el de Culiacán y la masacre de la familia LeBarón, durante los primeros nueve meses del gobierno de AMLO el homicidio doloso ha aumentado en 3,6 por ciento con respecto al año anterior, y todo parece indicar que 2019 será el año más violento del que se tiene registro en México.
Reducir la violencia en México es un primer paso crítico para hacer crecer la economía al aumentar la cantidad de consumo y la actividad empresarial.
Para lograrlo, será necesario que México busque colaborar con Estados Unidos, no en cuestiones bélicas —como sugirió Donald Trump—, sino en implementar una estrategia que permita controlar el flujo de armas ilegales, regular a farmacéuticas que han creado una dependencia en opiáceos en el mercado estadounidense y reconstruir el sistema de justicia mexicano. Mientras tanto, el gobierno de México debe reconocer que la estrategia de coordinación y seguridad que echó a andar —la creación de una fuerza de seguridad, la Guardia Nacional— no ha sido exitosa.
A la par de crear oportunidades económicas para todos los mexicanos, se debe crear una policía de proximidad que permita pacificar al país.
México tiene un gran potencial de crecimiento con fundamentales económicos sólidos, estabilidad macroeconómica, inflación controlada, una fuerza laboral relativamente joven y una economía geográficamente privilegiada. Urge encontrar una forma en la que la inseguridad no continúe inhibiendo estos factores positivos. Detonar el crecimiento económico es crítico para lograr reducir los niveles de desigualdad y pobreza que llevaron a López Obrador a la presidencia.
Viridiana Ríos es analista política y profesora asistente visitante del Departamento de Gobierno de la Universidad de Harvard.
*Copyright: c. 2019 The New York Times Company