“Manipulamos los hechos": los perversos detalles revelados por policías implicados en la presunta ejecución extrajudicial de sicarios del Cártel del Noreste
Tres agentes, que participaron en el asesinato de ocho personas el pasado 5 de septiembre, colaboraran con las autoridades para revelar la manipulación de informes y evidencias del multihomicidio en Nuevo Laredo, Tamaulipas
Infobae
Sin frivolizar, la respuesta a una supuesta ejecución de ocho personas en Nuevo Laredo, Tamaulipas, podría encontrarse en tres agentes del Centro de Análisis, Inteligencia y Estudios de la entidad, quienes se convirtieron en testigos colaboradores para revelar la manipulación de informes y evidencias del multihomicidio del pasado 5 de septiembre.
Los atestiguantes eran parte del grupo de siete Policías Estatales acusados de cometer una ejecución extrajudicial contra 8 civiles a quienes, según las autoridades, abatieron tras ser emboscados y atacados por éstos.
El pasado 23 de septiembre, los uniformados habían sido capturados por los delitos de homicidios calificado, abuso de autoridad, falsedad en informes dados a una autoridad y allanamiento de morada, derivado del operativo en cuestión; no obstante, un juez local canceló las ordenes de aprehensión contra los policías Juan Carlos Vicencio Zuvirie, Azariel Urbina Argüelles y Concepción Guevara Garza.
A cambio, los agentes libres se ofrecieron a ayudar con las pesquisas. “Proporcionaremos información relacionada con los motivos por los cuales el Informe Policial Homologrado de fecha 5 de septiembre de 2019 no se ajusta a la verdad histórica de los hechos que se investigan. Precisaremos las decisiones tomadas por el jefe de grupo José Rafael González Villalpando durante el operativo”, firmaron por escritos los uniformados.
En el texto, los agentes también se comprometían a proporcionar información sobre los elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional que participaron en los sanguinarios hechos.
Las primeras declaraciones Juan Carlos, Azariel y Concepción revelan que su jefe de grupo, José Rafael González Villalpando, los instruyó para ingresar a los domicilios en busca de armas de alto calibre, entre ellas granadas propulsadas por cohetes y ametralladoras calibre .50 del Cártel del Noreste. “Nunca hubo la intención de matarlos”, según los testigos.
Las versiones oficiales detallan que los oficiales fueron emboscados por supuestos sicarios del grupo delictivo, La Tropa del Infierno, brazo armado del Cártel del Noreste. Ésto desencadenó una balacera.
Posteriormente, los elementos policíacos allanaron un domicilio ubicado en la colonia Valle de Anáhuac, al que ingresaron sin orden de cateo y murieron los supuestos delincuentes.
Al cabo de la intervención policial fueron aseguradas alrededor de 15 armas de fuego, y una camioneta con blindaje artesanal.
Los colaboradores reconocieron que fueron manipulados los indicios para justificar el ingreso a dicho domicilio y se comprometieron a informar al Ministerio Público sobre las circunstancias y razones por las que se cometieron esas ilegalidades.
Más adelante, se precisarán las circunstancias de tiempo, modo y lugar en las que fueron privadas de la vida ocho personas que formaban parte de la delincuencia organizada.
La matanza, según familiares de las víctimas
Siendo las 07:43 horas del 5 de septiembre, Eladio Martínez, comandante del área de grúas y vialidad en la ciudad fronteriza, recibió una llamada telefónica, ordenándole enviar una unidad a la calle Francisco I. Madero, casi esquina con Carlos Ozuna, en Nuevo Laredo, Tamaulipas.
De inmediato, fue enviado un conductor de nombre Ramón, quien dijo que a las 08:00 horas, llegó con su grúa a la dirección solicitada. Ahí, se encontraba una camioneta pick up negra y elementos de la Policía Estatal.
Los agentes se le acercaron y le ordenaron enganchar la camioneta. El hombre preguntó si se llevaría a la FGR, entonces fue intimidado: le tomaron una foto a su gafete y le aseguraron que irían por él si decía algo.
El conductor accedió a trabajar y llevó la unidad frente a una casa de la avenida 7.
En la zona, los uniformados irrumpieron la vivienda número 902, localizada en la Avenida 7. En ella, sólo vivían Severino Treviño, ex empleado de una empresa refresquera, su hija Kasandra y el bebé de ésta.
Los tres se encontraban en casa, cuando elementos estatales entraron por la fuerza.
En su testimonio, Kasandra aseguró que por tener a su hijo en brazos, le perdonaron la vida esa mañana.
“Estábamos dormidos, cuando de repente tumbaron la puerta, y mi papá corrió con nosotros, pero lo regresaron a golpes pa’tras. Cinco policías se metieron conmigo al cuarto y me dijeron que me tapara y no los mirara a la cara, y a mi apa’ lo tenían afuera”, señaló la joven a Noticieros Televisa.
Kasandra continúo con su relato y detalló que los agentes con armas largas no se identificaron ni mostraron orden de cateo para entrar al domicilio. En tanto, su padre fue sacado de la casa en playera y chanclas y lo vistieron con uniforme militar.
La joven aun recuerda con lujo de detalle aquella tragedia: "Yo vi cuando le pusieron el pantalón, las botas y un casco, de la misma forma en que apareció muerto".
Pero no sólo fue Severino. Los testigos advierten haber visto llegar vehículos blindados en los que viajaban siete personas con la cara cubierta y esposadas, las cuales, después fueron ingresadas al domicilio.
Infobae
Sin frivolizar, la respuesta a una supuesta ejecución de ocho personas en Nuevo Laredo, Tamaulipas, podría encontrarse en tres agentes del Centro de Análisis, Inteligencia y Estudios de la entidad, quienes se convirtieron en testigos colaboradores para revelar la manipulación de informes y evidencias del multihomicidio del pasado 5 de septiembre.
Los atestiguantes eran parte del grupo de siete Policías Estatales acusados de cometer una ejecución extrajudicial contra 8 civiles a quienes, según las autoridades, abatieron tras ser emboscados y atacados por éstos.
El pasado 23 de septiembre, los uniformados habían sido capturados por los delitos de homicidios calificado, abuso de autoridad, falsedad en informes dados a una autoridad y allanamiento de morada, derivado del operativo en cuestión; no obstante, un juez local canceló las ordenes de aprehensión contra los policías Juan Carlos Vicencio Zuvirie, Azariel Urbina Argüelles y Concepción Guevara Garza.
A cambio, los agentes libres se ofrecieron a ayudar con las pesquisas. “Proporcionaremos información relacionada con los motivos por los cuales el Informe Policial Homologrado de fecha 5 de septiembre de 2019 no se ajusta a la verdad histórica de los hechos que se investigan. Precisaremos las decisiones tomadas por el jefe de grupo José Rafael González Villalpando durante el operativo”, firmaron por escritos los uniformados.
En el texto, los agentes también se comprometían a proporcionar información sobre los elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional que participaron en los sanguinarios hechos.
Las primeras declaraciones Juan Carlos, Azariel y Concepción revelan que su jefe de grupo, José Rafael González Villalpando, los instruyó para ingresar a los domicilios en busca de armas de alto calibre, entre ellas granadas propulsadas por cohetes y ametralladoras calibre .50 del Cártel del Noreste. “Nunca hubo la intención de matarlos”, según los testigos.
Las versiones oficiales detallan que los oficiales fueron emboscados por supuestos sicarios del grupo delictivo, La Tropa del Infierno, brazo armado del Cártel del Noreste. Ésto desencadenó una balacera.
Posteriormente, los elementos policíacos allanaron un domicilio ubicado en la colonia Valle de Anáhuac, al que ingresaron sin orden de cateo y murieron los supuestos delincuentes.
Al cabo de la intervención policial fueron aseguradas alrededor de 15 armas de fuego, y una camioneta con blindaje artesanal.
Los colaboradores reconocieron que fueron manipulados los indicios para justificar el ingreso a dicho domicilio y se comprometieron a informar al Ministerio Público sobre las circunstancias y razones por las que se cometieron esas ilegalidades.
Más adelante, se precisarán las circunstancias de tiempo, modo y lugar en las que fueron privadas de la vida ocho personas que formaban parte de la delincuencia organizada.
La matanza, según familiares de las víctimas
Siendo las 07:43 horas del 5 de septiembre, Eladio Martínez, comandante del área de grúas y vialidad en la ciudad fronteriza, recibió una llamada telefónica, ordenándole enviar una unidad a la calle Francisco I. Madero, casi esquina con Carlos Ozuna, en Nuevo Laredo, Tamaulipas.
De inmediato, fue enviado un conductor de nombre Ramón, quien dijo que a las 08:00 horas, llegó con su grúa a la dirección solicitada. Ahí, se encontraba una camioneta pick up negra y elementos de la Policía Estatal.
Los agentes se le acercaron y le ordenaron enganchar la camioneta. El hombre preguntó si se llevaría a la FGR, entonces fue intimidado: le tomaron una foto a su gafete y le aseguraron que irían por él si decía algo.
El conductor accedió a trabajar y llevó la unidad frente a una casa de la avenida 7.
En la zona, los uniformados irrumpieron la vivienda número 902, localizada en la Avenida 7. En ella, sólo vivían Severino Treviño, ex empleado de una empresa refresquera, su hija Kasandra y el bebé de ésta.
Los tres se encontraban en casa, cuando elementos estatales entraron por la fuerza.
En su testimonio, Kasandra aseguró que por tener a su hijo en brazos, le perdonaron la vida esa mañana.
“Estábamos dormidos, cuando de repente tumbaron la puerta, y mi papá corrió con nosotros, pero lo regresaron a golpes pa’tras. Cinco policías se metieron conmigo al cuarto y me dijeron que me tapara y no los mirara a la cara, y a mi apa’ lo tenían afuera”, señaló la joven a Noticieros Televisa.
Kasandra continúo con su relato y detalló que los agentes con armas largas no se identificaron ni mostraron orden de cateo para entrar al domicilio. En tanto, su padre fue sacado de la casa en playera y chanclas y lo vistieron con uniforme militar.
La joven aun recuerda con lujo de detalle aquella tragedia: "Yo vi cuando le pusieron el pantalón, las botas y un casco, de la misma forma en que apareció muerto".
Pero no sólo fue Severino. Los testigos advierten haber visto llegar vehículos blindados en los que viajaban siete personas con la cara cubierta y esposadas, las cuales, después fueron ingresadas al domicilio.