La amenaza nuclear de Corea del Norte a Estados Unidos no ha desaparecido

Jon Herskovitz
Infobae
Han pasado aproximadamente dos años desde que Kim Jong-un lanzó un misil capaz de atacar todo Estados Unidos, declaró su programa de armas nucleares “completo” y detuvo todas las pruebas de misiles balísticos intercontinentales (ICBM, por sus siglas en inglés).


Desde entonces, el líder norcoreano también se ha convertido en una amenaza aún mayor para Estados Unidos.

La congelación de las pruebas de Kim marcó el comienzo de una diplomacia sin precedentes con el presidente de EEUU, Donald Trump, lo que ha llevado a reuniones históricas en Singapur, Vietnam y la zona desmilitarizada que separa las dos Coreas. Pero al mismo tiempo, Kim ha estado ocupado produciendo material fisible para bombas y desarrollando una nueva tecnología de misiles que podría hacer que el próximo gran lanzamiento de un misil balístico intercontinental sea aún más preocupante para los planificadores militares del Pentágono.

Una serie de lanzamientos de misiles de corto alcance en los últimos meses han mejorado la capacidad de Corea del Norte para fabricar misiles balísticos de combustible sólido, más fáciles de mover, esconder y disparar que muchas de sus versiones de combustible líquido. Eso hace que sea más probable que esté en camino hacia el desarrollo de un ICBM que use tecnología de propulsores sólidos, lo que potencialmente le da a Estados Unidos menos advertencia sobre un ataque inminente en cualquier lugar, desde California hasta Nueva York.

‘Sensación de urgencia’

Trump ha ignorado las pruebas de misiles de Corea del Norte, que según Japón y otros violan las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, señalando a Kim que puede continuar desarrollando su programa de armas siempre que no dispare otro ICBM. Pero esa posición pronto puede costarle al presidente de Estados Unidos: Kim está amenazando con aumentar las apuestas si Trump no cumple con el plazo de fin de año para reducir las sanciones que asfixian la economía de su país.

“Fundamentalmente, se han dado cuenta de que crear una sensación de urgencia en el lado estadounidense es una buena táctica de negociación”, asegura Mintaro Oba, un ex diplomático estadounidense que trabajó en asuntos de la península de Corea. “Creen que pueden sacar el máximo provecho de Washington ahora mismo aumentando la presión y sugiriendo que las cosas podrían empeorar en 2020”.

La cooperación entre EEUU y Corea del Sur está bajo prueba por una demanda de Trump para que el aliado de mucho tiempo pague unas cinco veces más desde el próximo año por albergar tropas estadounidenses. Mientras tanto, Corea del Norte ha emitido recientemente declaraciones contundentes que hacen referencia a las apariciones de campaña de Trump y apuntan a otra prueba de ICBM.

“Sin darnos nada, dimos cosas de las que el presidente estadounidense puede presumir, pero la parte estadounidense aún no ha tomado ninguna medida correspondiente”, dijo un portavoz de la Comisión de Asuntos del Estado encabezada por Kim a principios de este mes. Agregó que Estados Unidos enfrentará una “mayor amenaza” si no hace nada.

Corea del Norte congeló todas las pruebas de misiles después del lanzamiento del 28 de noviembre de 2017 de un ICBM Hwasong-15, que voló alrededor de 4.500 kilómetros a la atmósfera –aproximadamente la distancia de Nueva York a Los Ángeles–. Luego, en mayo, reanudó el programa con venganza, disparando casi dos docenas de misiles balísticos de combustible sólido desde entonces, lo que lo convierte en uno de los años de prueba más activos desde que Kim tomó el poder en diciembre de 2011.

Los misiles balísticos de propulsión sólida, especialmente las versiones de corto alcance, pueden ocultarse en almacenes, desplegarse en un lanzador móvil y dispararse rápidamente. Los misiles propulsados por líquido, por otro lado, pueden ser más fáciles de detectar mediante satélites espías que monitorean vehículos que transportan el combustible y el oxidante necesarios para un lanzamiento.

“Dado lo que ya hemos visto en el país, si implementaran un ICBM de propulsión sólida en los próximos seis meses a un año, no me sorprendería”, afirma Ankit Panda, miembro adjunto de la Federación de científicos estadounidenses que se especializan en los sistemas de armas de Corea del Norte. “Si los norcoreanos siguieran adelante y desarrollaran un ICBM de propulsión sólida, eso complicaría la planificación de guerra aliada para la prevención”.

Segundos y minutos

Las pruebas incluyeron un nuevo misil KN-23 hipersónico con capacidad nuclear que puede atacar todo Corea del Sur, incluidas las fuerzas estadounidenses estacionadas al sur de Seúl, dentro de los dos minutos posteriores a un lanzamiento, y la ciudad sureña de Busan en menos de cuatro minutos. También mostró una gama de sus cohetes de combustible sólido en octubre con un nuevo misil balístico Pukguksong-3 diseñado para ser disparado desde un submarino. Desde tierra, podría afectar a casi todo Japón.

El riesgo para el Pentágono es que Corea del Norte podría usar estas armas para lanzar un ataque multifacético que golpee los activos militares estadounidenses en Japón y Corea del Sur para impedir una respuesta, mientras que también apunta a la parte continental de Estados Unidos con ICBM, que podrían llevar múltiples ojivas en la carga útil, asegura Melissa Hanham, vicedirectora de Open Nuclear Network.

Aún así, el programa de armas de Corea del Norte todavía plantea algunas preguntas importantes. Algunas son si ha desarrollado un vehículo de reingreso para entregar una ojiva, así como su capacidad para apuntar a ubicaciones específicas como la Casa Blanca o el edificio Empire State. Muchos expertos en armas ven a Corea del Norte como lo suficientemente desarrollado tecnológicamente para dominar estos desafíos.

Kim también debe pensar en Rusia y China, dos países en posición de ayudarlo con el poder de veto en el Consejo de Seguridad, los cuales no apreciarían otra prueba de ICBM. Y en última instancia, podría dañar aún más el objetivo de Kim de impulsar la economía si comienza a aumentar las tensiones una vez más.

“El desafío es que Corea del Norte es el equivalente geopolítico del niño que gritaba lobo”, dice Oba, el ex diplomático estadounidense. “Ha aumentado las tensiones con tanta frecuencia, de una manera tan moderada y calculada, que cualquier observador de Corea del Norte desde hace mucho tiempo tiene que preguntarse qué tan serio es realmente Pyongyang cuando también ha demostrado un interés real en el alivio de las sanciones y la diplomacia con Estados Unidos”.

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