España aplastó a Malta por 7-0

Debutaron y marcaron Pau Torres y Olmo. Partidazo de Gerard Moreno, con tres asistencias y un gol. Morata, Cazorla, Sarabia y Navas completaron la goleada.

Héctor Martínez
As
Sin el "¡goool de Señorrrr!" todo es más aburrido, lo sabíamos ayer y lo sabremos mañana. Nada será como aquel 12-1 del 83. Pero el España-Malta versión 2019 nos regaló una noche festiva y cargada de goles que sirvió para que la Selección sumase una victoria con la que seguir aspirando a ser cabeza de serie en el sorteo para la Eurocopa. El lunes hay que estamparle el sello a ese pasaporte, si se deja Rumanía. Sólo vale ganar.


Un gol de Morata al puro estilo del histórico 12-1, con agonía hasta que el balón llegó a la red, sirvió para abrir la lata. Ya son siete los partidos seguidos en los que marca el madrileño, quien se ha ganado el derecho a ser titular en el Atleti y la Selección al menos hasta que la tragaperras deje de escupir monedas. Ese tanto supuso la primera fisura en una Malta muy bien ordenada, con suficiente tono físico para juntar líneas y la capacidad de un buen mentón hasta que Cazorla, con su gol al borde del descanso (el asturiano no marcaba con La Roja desde hacía cuatro y dos días, en un amistoso contra Inglaterra en Alicante), le llevó de nuevo a la lona. De allí ya no se levantó.

Había que afrontar el partido con toda la seriedad del mundo, el rival lo merece, siempre, pero aún así Robert Moreno aprovechó para dar la titularidad a quienes hacen piña pero habitualmente no disfrutan de muchos minutos. La troika estelar la integraban Pau López, Sarabia y Gerard Moreno. Jesús Casas, ayudante del seleccionador, gaditano que ayer jugaba en casa (en ese césped vistió la camiseta del filial del Cádiz), reiteraba en los micrófonos de TVE eso de que "se cuenta con los tres porteros". Es un estribillo que compramos de buena fe, aunque habrá que ver qué ocurre cuando lleguen las curvas, que no son otras que la Eurocopa del próximo verano. Apostamos para entonces por Kepa salvo volantazo de aquí a junio.

La Roja lucía un centro del campo muy pelotero con Rodri, Thiago y Cazorla, a los que es difícil quitarles el balón incluso en un ascensor. Y más aún asociados con Sarabia, quien entró en la convocatoria tras la baja de Adama Traoré. Ray Farrugia, mientras, apostó por el 5-4-1 como dibujo de una selección maltesa que acudía a Cádiz con el objetivo de esperar atrás y pelear para que los minutos cayeran y los goles, no. De la cabeza de su seleccionador salía un bocadillo a modo de viñeta con un mensaje claro: "Nuestro único objetivo es no ser últimos de grupo". Un lema que repetirá hasta el lunes, cuando reciban a Noruega con el reto de sumar al menos un punto que relegue a Islas Feroe hasta el farolillo rojo de grupo. Serían en ese caso los resultados ante esta selección los que no computarían a la hora de resolver qué seis primeras son cabeza de serie en el sorteo de la Euro.

España tuvo el balón desde el primer minuto, nada de extrañar pues eso era lo que dictaba el guion, pero los goles tardaron en llegar. Ese es el modelo que en nosotros ya es copyright, un estilo que contrasta con el que se estilaba en el España-Malta del 83. Hace treinta y seis años, en Sevilla llovió mucho, y no sólo agua. Como ejercicio de nostalgia, eché un vistazo a la hemeroteca. En la previa de El País se hablaba de los "malos modos federativos" con nuestros rivales, a quienes les hicimos la vida imposible reservándoles un campo de entrenamiento "con un terreno impracticable, lleno de charcos, sin luz". Los malteses encontraron incluso "su autocar cerrado y con el conductor ausente". Una encerrona, vamos. La contraportada de aquel día llevaba un perfil de John Bonello, al que Rincón, Santillana y compañía debían meterle once goles. "Pero, a pesar de todo, es un buen portero. Demasiado bueno para encajar 11 goles", así acababa aquel artículo. Acertaba también ahí Alfredo Relaño, autor de ambas informaciones (que recomiendo leer), porque al bueno de Bonello no le metieron once sino doce.

Este viernes, su hijo Henry salió mejor parado. Le metieron siete, pero fue el mejor de Malta, que mantuvo el tipo hasta que le aguantó la gasolina. Eso llegó mediada la segunda parte, a la que España había llegado con varias certezas: que Albiol se erige en socio de Ramos, que la conexión a la francesa Bernat-Sarabia (ambos del PSG) pinta bien y que Gerard Moreno derrocha criterio aunque alguno piense que no está. Y está, en el 71' lo dejó claro. Eso sí, faltaba por llegar la mayor de las alegrías, la de ver debutar a Pau Torres y Dani Olmo, que no fue otra cosa que llegar y besar el santo. El del Villarreal marcó al minuto de entrar en el campo y el del Dinamo de Zagreb, a los seis. "Yo vine a llevarme la vida por delante", cantaba el inolvidable poema de Gil de Biedma. Pau y Dani están hechos unos poetas, está visto. La suerte que tiene Robert Moreno.

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