En medio de las acusaciones de fraude, Evo Morales insistió en que se intenta un “golpe de Estado” en su contra y dijo: “La democracia no termina con el voto”

El mandatario boliviano, que se niega a convocar nuevos comicios, volvió a denunciar el “golpismo racista”. Los opositores Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho afirmaron que el líder aymara fomenta un clima de violencia contra ellos y el resto de los críticos

Infobae
Bolivia sigue siendo el escenario de una situación de tensión, después de las últimas elecciones del 20 de octubre cuyo recuento de los votos fue cuestionado por la oposición a Evo Morales y por varios sectores de la comunidad internacional. El martes, tras una nueva convocatoria del oficialismo, Morales escribió en su cuenta de Twitter un mensaje en el que agradeció a sus seguidores contra “el golpismo racista”.



“Somos un Estado Plurinacional, una familia grande. Podremos tener diferencias, pero eso no justifica el racismo ni la violencia. Defenderemos lo que el pueblo logró con sacrificio. La democracia no termina con el voto; sobre todo, significa trabajar para los más humildes”, aseguró Morales.

Además, denunció que los paros impulsados por sectores opositores y de trabajadores son funcionales al “golpe de Estado”, y que los mismos “dañan económicamente al pueblo trabajador”, sobre todo a los independientes, empleados de empresas, gremiales y comerciantes".


Según cifras oficiales del ministerio de Economía, las protestas sociales le costaron hasta el momento unos 167 millones de dólares. Los paros cívicos indefinidos tuvieron mayor efecto en regiones como Santa Cruz y Cochabamba, al perjudicar el normal desarrollo de empresas e industrias, según un reporte del ministerio.

Los comités cívicos, respaldados por varios dirigentes opositores y que piden la anulación de las elecciones y la renuncia del presidente, han llamado a bloquear desde este martes las instituciones del Estado.


El lunes por la noche, la crisis escaló otro peldaño cuando el líder del Comité Cívico de Santa Cruz de la Sierra, Luis Fernando Camacho, viajó a la Paz para entregarle a Morales una carta que había sido aprobada por los comités cívicos de todo el país y el Comité Nacional para la Democracia . “No volveré a Santa Cruz hasta que no tenga en mano la carta de renuncia de Morales”, había anunciado a sus partidarios.

Al llegar al Aeropuerto de El Alto, sin embargo, se encontró con que una multitud de simpatizantes de Morales lo aguardaba en el interior la terminal aérea y le impedía desembarcar. Incluso habían bloqueado los accesos y salidas del aeropuerto. Camacho tuvo que pasar toda la noche en una pequeña sala, custodiado por la policía.

El líder opositor de Comunidad Ciudadana y principal opositor, Carlos Mesa, con quien Morales debería disputar el balotaje si la auditoría de la OEA constata las irregularidades, denunció que la acción contra Camacho “no fue un hecho espontáneo sino decidida por el MAS (oficialismo) contradiciendo el discurso mentiroso del presidente Morales". Mesa aseguró que detrás de las promesas de “pacificación” del Presidente, los “militantes del MAS están generando acciones de violencia y una falsa división racista que no existe en Bolivia”.

Mesa reiteró que su objetivo es “que Evo Morales salga del gobierno porque ha hecho un fraude monumental” pero que debe salir “a través del voto popular” en una nueva elección organizada por un nuevo Tribunal Supremo Electoral. En ese sentido, exigió la “renuncia inmediata” de todos los integrantes del TSE. Para lograr eso, pidió mantener la “movilización pacífica y democrática” en las calles.

Las protestas se suceden en Bolivia desde que el día después de las elecciones un repentino cambio de tendencia en el recuento provisional pasó a dar la victoria en primera vuelta a Morales, cuando inicialmente hacía prever una segunda ronda con Mesa.

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