El Monumental, una permanente bomba de tiempo

La final de la Libertadores se jugará en un recinto que no ha sido construido pensado en el público. La Policía desplegará 4 mil agentes en el estadio y alrededores.

Dan Lerner
As
El estadio Monumental se inauguró el 2 de julio del 2000 con la idea de que se convirtiera, a la larga, en el principal escenario futbolístico del país. Su capacidad -más de 80 mil sitios, contando los palcos- lo convirtió en el estadio más grande de Sudamérica. Es, de hecho, uno de los campos más modernos del país, pero su diseño tiene un inmenso problema: el acceso.



Sólo se puede llegar al estadio que albergará la final de la Copa Libertadores entre Flamengo y River Plate a través de la avenida Javier Prado, una de las más importantes de la ciudad. Esto ha generado, en primer lugar, atascos de tránsito que, en una ciudad que padece su caótico tráfico, es imperdonable. Pero lo más grave del acceso único es que las barras se tienen que cruzar en cierto punto. Y sabemos que eso generalmente no termina bien.

De hecho, en la inauguración, en la que Universitario recibió a Sporting Cristal, se produjeron los primeros de una larga lista de hechos violentos en el Monumental. Ese día, los principales perjudicados fueron los vecinos de la zona residencial que colinda con el estadio. Fachadas de casas destrozadas, autos sin lunas, vecinos aterrados encerrados en sus hogares. Esa sería una constante cada vez que jugaba la U contra un rival de fuste, y una de las razones por las que ese tipo de partidos se dejó de disputar allí.

El Ministerio del Interior ha prohibido que se jueguen partidos “grandes” en Ate con hinchada visitante. De hecho, parece una utopía que algún día un Clásico se vuelva a jugar en el estadio más grande de Sudamérica. En el 2011, Walter Oyarce, hincha de Alianza Lima, fue empujado desde uno de los palcos por dos delincuentes con camisetas de la U. Oyarce murió y los dos asesinos están en la cárcel. En el 2007, barras bravas de Universitario lograron entrar a Sur, la tribuna donde estaban los aficionados del Boys, y apuñalaron a uno de ellos.

Estas son algunas de las historias de violencia que se dieron en el Monumental, y no alcanzan para relatar el miedo constante con el que viven los vecinos cada vez que hay tarde de fútbol. La Javier Prado, un callejón sin salida, es el escenario ideal para los destrozos. Con todas las experiencias vividas en un estadio que cumplirá 20 años en el 2020, quedó demostrado que el Monumental es una linda idea muy mal ejecutada.

Es muy probable que el sábado, cuando dos de las hinchadas más numerosas y eufóricas del mundo deban convivir en la Javier Prado, los más de 4 mil agentes de la Policía desplegados en los alrededores logren controlar cualquier conato de trifulca. Pero eso no quiere decir que el Monumental no sea un despropósito en lo que respecta al urbanismo y la seguridad.

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